Que las fases de dominio con balón sean más o menos imperfectas, pasajeras y permeables a algun contragolpe del rival es lo más normal del mundo. Pero el Barça ya lo había olvidado. Tito Vilanova ha heredado un equipo que se acostumbró a ejercer tal dominio con balón en campo rival que fue capaz de desafiar esta lógica durante mucho tiempo. Un equipo que se amoldó a esa capacidad, desfiando de esa forma algunas de las convenciones más sólidas que existen en el fútbol. La especificidad de mediocentros y centrales, la preparación de situaciones defensivas en campo propio y otros conceptos a los que nadie puede renunciar no encontraron sitio en el diseño de un equipo que no los necesitaba. Hasta que un día se acabó lo que se daba.

Hoy el Barça echa de menos algunas de esas cosas. Empujado por las bajas a una situación más extrema de lo que la plena disponibilidad de la plantilla plantearía, se da cuenta que además de los mecanismos también fallan algunas piezas con las que se contaba. El Barça juega sin red, la transición defensiva es un problema muy serio incluso cuando se ataca bien, cuando se usa el doble pivote y cuando se plantean otros dibujos. Tito Vilanova no ha encontrado la tecla para resolver esta situación y hoy por hoy esa búsqueda ya no es su prioridad. Vendrán mejores tiempos para explorar la reinvención del equipo, quizá cuando haya pasado el Barça-Madrid y se recuperen algunos efectivos. De momento lo importante es seguir ganando, y ayer Tito tenía un plan para ganar al nuevo Sevilla de Michel

Dejando solo a Busquets en la base de la jugada, la zona de influencia de Medel, juntaba a Cesc, Xavi y Messi en la altura de Maduro. Esa superioridad numérica generaba muchas líneas de pase hacia tres cuartos, pero a su vez exigía una gestión de balón muy compleja a Sergio Busquets, que es antes jugador de apoyo que de dirección. Por ello el mecanismo no era del todo fluido, aunque sí productivo. A menudo uno de los tres mediapuntas (Messi, la mayoría de veces) se acercaba para recibir fácil a la espalda de Medel, lo que le permitía girarse sin oposición y encontrar un pase claro ante un Maduro que no podía cubrir simultáneamente a Cesc y a Xavi. Así se trazaron las jugadas más incisivas de la primera parte, que si bien no supusieron un caudal ofensivo formidable sí generaron peligro y supusieron un dominio claro del Barça a lo largo de 20 o 30 minutos en los que acumuló mucho balón, fue suficientemente profundo y empujó a un buen Sevilla a un repliegue excesivo. El plan tenía mucho sentido, pudo salir bien, pero el Barça juega sin red y el Sánchez Pizjuán no fue una excepción. 

El sistema aislaba a Busquets, quien además ocupaba posiciones especialmente adelantadas en el momento de la pérdida de balón a causa de su gran responsabilidad en el apoyo por detrás de los mediapuntas. A su espalda quedaba un espacio inmenso que la deficiente línea defensiva no podía compensar. El Sevilla no es un equipo que guste de conducir por ahí sus contragolpes pero sí tiene herramientas claras para hacerlo (las cualidades de Rakitic como lanzador, los apoyos largos de Negredo). Anque tardó un poco, acabó por explotar esa debilidad. El Barça no había sacado partido a su dominio cuando el Sevilla castigó de forma oportuna una transición defensiva a la que todavía no había exigido demasiado. El gol fue un mazazo revelador y a partir de entonces el partido fue inclinándose progresivamente en favor de los locales. Negredo, Rakitic, Navas, Trochowski… todos se conjuraron para castigar el carril central culé tras cada recuperación. Como viene siendo habitual, el juego con balón del equipo de Tito Vilanova no sobrevivió a esa inseguridad.

Sin cambios apreciables, el Barça inició la segunda parte evidenciando los mismos problemas que en el final de la primera y no ganó consistencia con balón hasta la expulsión de Medel. Tito Vilanova reforzó la nueva dinámica regresando una vez más al 3-4-3, que de momento parece ser la única vía que le convence para situar referencias ofensivas por delante de Messi. Con el dominio territorial y un ataque escalonado las ocasiones llegaron y dieron lugar a una sorprendente remontada que tiene un valor incalculabe. Nada mejor que un buen colchón de puntos para intentar resolver los problemas, que ni son pocos ni son leves.