Vivimos tiempos de dudas para la Ciudad Condal. Nadie parece atisbar a ciencia cierta cual será el futuro de Catalunya, Camp Nou o FC Barcelona. Parece que el futuro del estadi se decidirá mediante referendum, en claro guiño e indicación de posición y camino para la cuestión de la autodeterminación Catalana. Pero para el dilema sobre cual va a ser el futuro del primer equipo, bien haría el club a mi entender, en no extender esta voluntad consultiva a los socios y seguidores del Barça, sobre todo si no quisieran encontrarse con una mayoritaria sensación de decepción y desasosiego, de malestar y duda permanente. De caminar por el filo de la navaja ante un futuro a corto plazo tremendamente incierto.

Ayer, el equipo de Tito Vilanova superó un duro partido contra el Granada imponiéndose por 2 goles a 0. Anquela decidió no arriesgar y aplicar la consabida receta del 4-5-1 en el repliegue, con dos lineas muy juntas y a la altura de la frontal del area. Siempre prefiriendo atentas ayudas en los carriles centrales y pagando el peaje de desproteger la linea de banda. Es una situación ámpliamente conocida en el Camp Nou, un partido que el Barça ha jugado una y mil veces y que casi siempre crea complicaciones a los azulgranas, (seguramente más de las debidas en los dos últimos encuentros) lo que empieza a ser preocupante para el aficionado.
Se gana, si, y se crea mas peligro que el rival. Pero no se domina, no se deslumbra y no se juega como el culé recuerda en su idealizada versión de este equipo. Vilanova sigue trabajando con su plan del cuadrado en ataque. Cree haber encontrado la manera de poder aprovechar a Xavi y de paso tener un puesto para Cesc en el once, de acercarlo a Messi, de encontrarle un socio. Cree también que es una ventaja para el equipo defender con doble pivote, ante los problemas de los centrales y de la transición defensiva. Y que encima sobra espacio para tener a gente en la banda. Habrá que ver como se mantiene este esquema en el tiempo cuando Iniesta vuelva a entrar en el equipo, y cual es el recorrido real y el margen de mejora con que se cuenta, pero la realidad de esta formación a nadie se le escapa: este Barça sabe a poco.

Lo que antes eran triángulos ahora son cuadrados de Durero, en el que el que la verticales y horizontales suman lo mismo que la diagonal, en el caso de este Barcelona, bien poco, y desde luego nada tiene de mágico como los del renacentista alemán. Sin la búsqueda del tercer hombre, el juego se empaña, se hace lento y defendible. La velocidad de asociación no se consigue y la cruz de Sant Jordi llora. Al final el partido lo ganó Xavi, no solo su su potente disparo desde fuera del área que acabó en las redes de Toño, sino con su salida al campo, que supuso un cambio de actitud y velocidad en el equipo para acabar volcándose definitivamente contra el area andaluza. Es muy posible que Xavi a día de hoy no esté para jugar 90 minutos en los partidos de barro, pero como organizador del Barça en el Camp Nou, o como recurso para segundos tiempos seguirá siendo una pieza excelente durante algunos años mas.

Y hay cierto espacio para la esperanza. Ayer al equipo se le vió con corazón y entrega, muy consciente de que ante este Madrid imperial, cualquier pérdida de puntos puede suponer la pérdida de la Liga aunque de la Jornada 5 se trate. El Barça fue en términos absolutos mejor que un Granada muy digno, que durante muchos minutos fue ganador moral del duelo y que incluso lo pudo ser a su conclusión de haber culminado Orellana un mano a mano con Valdés en el ocaso del partido. Pero Tito debe de encontrar una mejora, el famoso upgrade de Mourinho, ya sea con esta u otra configuración. Medio barcelonismo reclama al entrenador jugar con un delantero fijo para ayudar ya sea a Villa o Alexis de cara al gol y de paso fomentar que Messi tenga espacios y pueda jugar de cara a puerta. El otro medio pide que se pruebe de vez en cuando al argentino en la derecha para crear asimetrías y ventajas. Pero el barcelonismo al completo lo que pide es un partido mejor que el de ayer, que no alcanza para satisfacer el exigente paladar del club y que si bien puede ser el principio de un trabajo de mejora también puede ser caldo de cultivo para que los errores que estamos teniendo se alarguen en el tiempo y se conviertan en costumbre. Por ahora, toca esperar.