El regreso de Andrés

Andrés Iniesta recibió el pasado domingo el alta tras la enésima lesión que le ha impedido disputar los partidos ante Getafe, Spartak, Granada y Sevilla. Contra el Benfica entró en la convocatoria y saltó al campo en el minuto 72 en sustitución de Cesc. El mismo escenario donde empezó a hacerse mayor un 28 de marzo de 2006 en plenos 1/4 de Final de Champions. A su regreso, se limitó a dar continuidad y sentido a la posesión y control de los azulgranas en la segunda mitad. Tuvo tiempo, como no podía ser menos, para dejar un detallito delicatessen en el área cuando estaba rodeado de no pocos rivales. Una noticia recibida como agua de mayo en vísperas del decisivo pero no definitivo clásico del domingo. Y es que aunque después del partido contra el Real Madrid queden nada más y nada menos que 93 puntos en juego, cabe destacar que nunca en la historia de la Liga un equipo ha remontado una diferencia superior a los 9 puntos para ser campeón. 

Iniesta, como el buen vino, parece y es mejor cada año. Domina cualquier registro en ataque empezando por el control del balón, uno de los aspectos que siempre ha destacado él mismo sobre su juego. En Andrés, un control orientado efectivo es el inicio de una sinfonía de melodía armónica y seductora que suena sobre el césped al ritmo de un balón pegado a la bota. 
Cabeza arriba, atrayendo rivales y superándolos con una capacidad natural para el 1×1 que en ocasiones resulta hasta abusiva pero siempre plagada de aparente sencillez. El manchego encuentra su razón de ser como futbolista a través de la asociación, especialmente asistiendo a sus compañeros como si sus pases fueran caramelos que disfruta repartiendo a niños pequeños. 
Puede que siempre acabe dando la impresión que le falta gol. Pero realmente no los necesita para expresarse. Iniesta es la esencia viva de este deporte. Igual que sin balón no habría partido posible, sin el natural de Fuentealbilla no habría fútbol. Incluso en la pasada Eurocopa se disfrazó de dibujos animados emulando a Oliver Atom. Y, aunque sus goles no alimenten su ADN, a lo largo de su consolidada carrera los ha seleccionado muy bien. Así, entre otras cosas, ganó un pasaje para la eternidad en la historia del barcelonismo y la selección. Con Stamford Bridge y Soccer City como templos de peregrinación. 
Ya está por méritos propios entre los 3 mejores futbolistas del mundo,  recientemente reconocido por la UEFA en un intervalo de apenas tres meses (Mejor Jugador de la Eurocopa 2012 y Mejor Jugador de Europa 2011/12).   
Tito tiene motivos para sonreír con la vuelta de Andrés de cara al inminente partido frente al gran rival y aspirante a todos los títulos posibles. Para plantar cara a una de las mejores plantillas del mundo necesita lo mejor de su centrocampista. No la versión individualista que se vio en los primeros partidos de la temporada, donde apenas tenía una incidencia real en el colectivo sino como un activo fundamental en el engranaje ofensivo azulgrana.
Iniesta debería ser el domingo sinónimo, cuanto menos, de posesión de mejor calidad. Es decir, puede minimizar el riesgo en la pérdida y, por tanto, intentar paliar en la medida de lo posible la tan temida transición defensiva.  Sus mejores actuaciones en los últimos tiempos contra el Real Madrid han sido en el famoso 5-0 del primer año de Mourinho, actuando como interior izquierdo en el triángulo mágico formado junto a Xavi y Busquets; en la vuelta de la Supercopa de España de 2011, ocupando la misma demarcación y contribuyendo en llegada desde segunda línea para anotar un gol previa asistencia precisa de Messi (defensa muy adelantada del Madrid); partiendo de banda izquierda (partido de Liga la temporada pasada en el Bernabéu) para mantener la posesión y asumir menos riesgos a la vez que obliga a uno de los centrocampistas rivales (Khedira mayoría de casos) a salir a su encuentro junto con el lateral de turno (Arbeloa/Coentrao). 
El domingo puede ser el anzuelo que haga picar a rivales para liberar algo más a Leo, que ganaría aún mucho más con un 9 por delante que mueva a los centrales (bien Alexis –experto el año pasado en ello estirándolos-, bien Villa). Iniesta puede retener la posesión, dinamizar al equipo vía asociación o en conducción generando superioridades y/o apareciendo como el tercer hombre en los necesarios triángulos para desordenar el entramado defensivo de Mourinho. 
Imaginaba  una defensa renovada con al menos uno de entre Puyol y Piqué. Inicial y originalmente pensaba que Puyol sería fijo, pero el infortunio ocurrido ante el Benfica complica la cuestión y me hace corregir sensiblemente mis sensaciones e ideas. Aunque se trate del gran capitán. Una pareja Song-Masche se antojaría a priori demasiado apetitosa para los atacantes blancos. Jordi Alba y Alves como laterales, Busquets en la base con Xavi, Iniesta partiendo de izquierda como en la Eurocopa, Pedro fijando en derecha, Messi enganche/mediapunta y arriba Villa/Alexis. Algo de asimetría implícita puesto que la principal idea sería que Iniesta tienda hacia dentro, arrastrando a su lateral (Arbeloa/Coentrao) y atrayendo a Khedira para que el carril derecho del Madrid pueda ser explotado por la velocidad de Jordi Alba, incorporándose con su velocidad de crucero. En este supuesto no entraría Cesc, algo que tal y como ha comentado Ricard Torquemada en la transmisión de Catalunya Ràdio durante el Benfica – Barça, parecería un sacrilegio dadas sus últimas grandes  y relevantes actuaciones. 
No deja de ser una hipótesis de partida que a medida que avance la semana incluso pueda matizarse. Su premisa: la titularidad de Iniesta. Seguramente el partido no vaya por ahí y no acierte en el planteamiento que vaya a poner en liza Tito pero sí podemos afirmar que él y el barcelonismo tienen, con la vuelta de Andrés Iniesta, motivos para sonreír y la ilusión. Que no es poco.