Jose Manuel Pinto Colorado, 37 años, portero. Tal que así, en un primer vistazo a la figura de Pinto, no parece descabellado pensar en un portero de discoteca. Si añadimos que tiene un sello discográfico y dedica parte de sus vacaciones a trabajar en su estudio de grabación en el Puerto de Santa María -su pueblo natal- empujando el hip-hop, le relacionaríamos más con el Bronx que con Barcelona. Es el portero titular del F.C. Barcelona en la Copa del Rey, competición de la que es actual campeón.

Han pasado casi 15 años desde que debutara, mayo del 98, con el Betis en Primera División. Nunca lo tuvo fácil, siempre le tocó pelear: Prats, Dutruel, Cavallero, Esteban. Probó las mieles de la UEFA y la Champions con el Celta, el desaliento del descenso y la vuelta a Primera. Esta vuelta, además, vino acompañada por un Trofeo Zamora. Muchos asocian a Pinto a una historia peculiar, que lo es, sin brillo previo a su llegada al Barça. Nada más lejos de la realidad, el camino de Pinto en el fútbol ha sido de dureza y aprendizaje continuo, un preámbulo necesario para lo que le esperaba a principios de 2008. Llegó para 6 meses por la lesión de Jorquera, declaró que venía “con muchísimo compromiso”. Lo cual podría considerarse un tópico, desde luego el tiempo ha eliminado esa posibilidad.
Ese compromiso, o algo más, provocaron que Pinto se quedara y se convirtiese la 2008/09 en “el portero de la Copa”. A nadie se nos olvidará nunca su gesto con Martí, previo a un penalti que dejaba al Barça fuera de una Copa que le coronaría posteriormente ante el Athletic, “a la izquierda, me tiro a la izquierda” le dijo al lanzador que asiente con la cabeza y la mirada baja. ¡Tocado y hundido amigo Martí! Pinto se lanzó a la izquierda, como adelantó, y Martí lanzó el penalti al centro y a media altura. Lo que pasó después ya lo saben, Pinto los hundió y Leo los remató. La relación de nombres conduce a una relación de genios. Ese compromiso de Pinto al llegar traía un anexo en blanco que llenaría Messi. Ese monstruo futbolístico, depredador de récords y goles, posaría en Pinto su estabilidad emocional en el vestuario. Su amigo, su apoyo, su “guardaespaldas”.

«Jugarán Pinto y diez más» 

Pep Guardiola (19 de Abril 2011 – víspera de la Final de Copa ante el Real Madrid)

No me considero osado poniendo a Pinto entre los 10 mejores porteros españoles de la última década. Con el añadido de su rol en el Barça, suplente del mejor portero de la historia del club y pieza fundamental en el devenir de la grandeza conseguida en el pasado reciente. Posee un papel protagonista labrado en la insistencia de Pep por no desmerecer título alguno, adoptada por Tito y asimilada por toda la familia azulgrana que ha sabido entender y respetar a dos porteros a la vez. Ha habido porteros titulares en el Barça durante años que no llegaron a gozar de la confianza y la empatía del Camp Nou. Pinto es todo eso metido en una carcasa de macarra simpático.
Solvente por alto, su corpulencia lleva a pensar en un portero lento en reacción pero destaca por sus reflejos bajo palos y  en los lanzamientos de penalti. Excéntrico en la acción, seguro en la reacción. Habitual salvador de rechaces a bocajarro. Ha jugado casi 50 partidos con el Barça y su rendimiento ha sido excepcional. Ni siquiera, como hubiera sido lógico, la inactividad ha causado mella en el gaditano. Aprueba con nota el aspecto más genuino del portero Barça, el juego con los pies, consiguiendo que la intención de su equipo apenas se vea modificada por su presencia. No es Valdés, pero ayuda a la continuidad de la idea que tanto le ha dado al club. El aficionado culé, pesimista por necesidad, ha visto en Pinto a un elemento más de disfrute colectivo. 
Señores, con Pinto, a la «guerra». Al menos hasta 2014.
foto: Albert