Los petrodólares cataríes han vuelto a poner en el primer plano del fútbol europeo al PSG, equipo que en los 90 tuvo algunas apariciones destacadas por Europa con enfrentamientos históricos contra el Barça. Uno de ellos en los cuartos de final de la Champions League de la temporada 94-95, en la que el equipo de Johan Cruyff no pudo con los parisinos al empatar 1-1 en la ida disputada en el Camp Nou y perder por 2-1 en el Parque de los Príncipes. Mejor recuerdo guardamos del último encuentro oficial entre los franceses y el Barça, la final de la Recopa de Europa del 97, donde el equipo entrenado por Bobby Robson levantó el trofeo al ganar 1-0 con un gol desde el punto de penalty de Ronaldo, en Rotterdam. No hace tanto que se enfrentaron otra vez al Barça, fue en pretemporada, un duelo del que no se pueden sacar demasiadas conclusiones sobre lo que podría ser el PSG en los cuartos de esta Champions.

Los parisinos llegan tras eliminar al Valencia en los octavos dejando muy buenas sensaciones en el partido de ida en Mestalla en el que ganaron 1-2 y ofrecieron grandes sensaciones, aunque la imagen que dejó la vuelta en París es la que lleva dibujando toda la temporada el equipo, la de un conjunto extremadamente irregular que cuando aúna trabajo a la clase de las estrellas puede poner en aprietos a cualquiera, pero como todo equipo hecho a talonario con diferentes estrellas, no siempre dan el “do de pecho”.

Ancelotti, su entrenador, no es ningún desconocido de la competición, no en vano hizo campeón de la “orejona” al Milán en dos ocasiones distintas, en 2003 y 2007, llegando también a otra final en 2005. Hablamos pues de un entrenador veterano en estas lides. Bajo su mando el PSG tiene unas cuantas estrellas, entre la que brilla sobre manera Ibra, el sueco es el jugador más decisivo del equipo y seguro que no le faltarán ganas de “vendetta” contra los azulgranas. El sueco se perderá la ida de los cuartos de final debido a su expulsión en Mestalla, baja importantísima para los parisinos. También tienen en plantilla a viejos conocidos como Maxwell o Motta además de jugadores que sonaron con más o menos fuerza para reforzar al Barça en algún momento como Lavezzi, Pastore, Beckham, Sakho y sobre todo, Thiago Silva, uno de los mejores centrales del mundo y objeto de deseo blaugrana este último verano.

Un equipo con armas para hacerle daño al Barça. Un portero seguro como Sirigu. Defensa comandada por Thiago Silva, central TOP, contundente y con gran salida de balón. El brasileño estará acompañado en la zaga por Sakho, el joven canterano del PSG que es una auténtica fuerza de la naturaleza y uno de los pesos pesados del vestuario y entre la afición pese a su edad, o la veteranía de Alex (ex PSV y Chelsea). El lateral derecho suele ser para Jallet, el voluntarioso y esforzado capitán en ausencia de Thiago Silva pero de lo más limitado con balón del equipo (su sustituto sería Van der Wiel, mejor en ataque que en conceptos defensivos) y el izquierdo para el mencionado y viejo conocido Maxwell, garantía en lo técnico pero algo lento para defender. En mediocampo destaca el “pulmón” de Matuidi, jugador que corre por él y por las estrellas de 3/4, Verratti, un jugador muy joven con muchísima calidad llamado a hacer grandes cosas en el mundo del fútbol como reggista, la capacidad de sacrificio de Thiago Motta y Chantôme y el glamour de Beckham, que de momento no está teniendo demasiada participación pero sí un gran impacto mediático como era de esperar. Arriba destaca la velocidad de Lavezzi, ex del Napoli y de Lucas Moura, el último en llegar a la constelación de nombres en la capital francesa. Ambos son jugadores tremendamente veloces y verticales, sinónimo de peligro. Lucas es además técnicamente una maravilla, sobre todo en conducción. Ménez y Pastore, grandes jugadores pero “guadianescos”. Ancelotti ha conseguido que Pastore trabaje mucho sin balón y suele ser un fijo partiendo de banda izquierda. El problema es que uno y otro tienen un carácter bastante frío. Gameiro ofrece buen rendimiento como suplente en la ofensiva. Pero, por encima de todos destaca la magia de un Ibra que nunca ha terminado de ser grande en la Champions. Él es el jugador contextual del PSG. La auténtica referencia que condiciona todo el juego del equipo.

El PSG es en definitiva un equipo con bastante presencia física en casi todas las líneas (Thiago Silva, Alex, Sakho, Matuidi, Motta, Chântome, Lavezzi, Ibra) capaz de realizar un repliegue intenso a media altura y salir rápido y vertical a la contra. Es un equipo que vive más cómodo en transición tras robo que llevando la iniciativa, con una tremenda capacidad para ocupar los espacios libres en ataque. Son, además, dado su poderío físico, un conjunto muy peligroso a balón parado.

El Barça jugará la ida en París, muy cerca de uno de sus templos, Saint-Denis, como -ojalá- una de las paradas previas al mítico Wembley, el templo al que todos queremos regresar.