Después de la tempestad siempre llega la calma. O eso dicen. El R.C. Celta de Vigo, después de vivir una de las semanas más difíciles de los últimos años, recibe al líder de la Liga BBVA. El FC Barcelona visita Balaídos y como buenos gallegos que somos no sabemos si es un buen momento o no.

En Riazor hace dos semanas el club tocó fondo. Tanto deportiva como institucionalmente. Las imágenes de Hugo Mallo en las gradas de Riazor cual celtarra enloquecido, o la estúpida y nefasta expulsión de Aspas tras picar el anzuelo y agredir a Marchena, hicieron tanto daño o más que los goles del Depor. Lo peor de todo fue la respuesta por parte del club. Nadie se dignó a dar la cara y al final tuvo que ser Mario Bermejo quien hablara alto y claro y de paso se erigiera como el auténtico líder de este equipo.

El celtismo, como tantas otras veces, cayó en un estado maníaco-depresivo llegando a dudar de todo y de todos. Todo el mundo fue sospechoso. En esas llegó el parón de selecciones y las que parecían dos semanas interminables terminaron convirtiéndose en un bálsamo perfecto para calmar los ánimos de la parroquia celeste.

El equipo también aprovechó el parón para hacer terapia de grupo. Durante estas dos semanas se reunió para hablar, decirse todo lo que tenían guardado y hacer piña y unirse más que nunca para afrontar el tramo final de la temporada. Pero la salvación no pasa sólo por mostrar unión y compañerismo. Futbolísticamente el Celta tiene que ofrecer más.

Desde su llegada a Vigo, Abel Resino apenas ha aportado mejoras al equipo, más allá de un discutido cambio en la presión, ahora más alta y agresiva. Sin embargo, son muchas las voces que critican este cambio y razones no les faltan. El Celta de Paco Herrera era un equipo versátil que cambiaba de plan en función del rival. La idea inicial era elaborar la jugada elaborando desde atrás. El circuito de salida comenzaba con los centrales bien abiertos. Los laterales se proyectaban y entre los cuatro defensas iniciaban la circulación de balón. El objetivo era mover el balón hasta que un mediocentro lo tuviese de cara. Para ello aprovechaban el espacio generado entre central y lateral, formando triángulos a cada lado. Una vez el mediocentro tenía el balón controlado y la portería rival estaba frente a él, el objetivo era conectar con el siguiente triángulo, el formado por lateral, volante y delantero. Con mediocentro y central cubriendo la posible pérdida, el siguiente triángulo tenía como objetivo buscar la ventaja. Por lo general el flanco derecho era el más empleado. Hugo Mallo, Augusto y Aspas eran los encargados de generar las ventajas desde su sector derecho. No exagero si digo que hasta su lesión Mallo era el lateral derecho de la Liga. Estaba a un nivel brutal y su importancia en el equipo era absoluta. Sin él el equipo perdió parte de la poca profundidad que tenia y la asociación del segundo triángulo perdió calidad. Jonny es un buen lateral derecho y será aún mejor, pero no podemos pedirle que haga lo que hacía Mallo; sus condiciones son otras. Por contra, Roberto Lago tampoco puede compensar la ausencia de Mallo por el flanco izquierdo. Si Mallo estaba, Lago llegaba. Por la derecha el Celta generaba la ventaja y por la izquierda aceleraba la jugada. Y todo ello con la participación de Iago Aspas, que se movía por todo el frente de ataque. Sin ataduras.

¿Qué pasaba si el rival apretaba arriba? Entraba en escena Mario Bermejo. Con juego directo buscando al cántabro y peleando segundas jugadas, el Celta conseguía tener el balón en campo rival y simplificaba su transición ofensiva. Se trataba de un recurso muy eficaz.

Pero el más eficaz era el tercer plan. El Celta podía iniciar desde atrás, arriesgando poco en el pase y alargando la posesión hasta obtener ventajas; o podía emplear el juego directo buscando a Bermejo. Pero como más daño hacía y más letal era, era con Iago Aspas al contragolpe. El conjunto olívico tiene muy poca capacidad defensiva. Exceptuando a Oubiña, sus centrocampistas son incapaces de robar un balón por condiciones individuales. Lo que hacía Herrera era tener siempre a por lo menos seis personas por detrás de balón. Así, cuando lo perdía, el equipo empezaba a recular y dejaba que el rival se colocará con balón. No le importaba que el rival incluso circulara en su campo. Esperaba su fallo, y cuando éste se producía comenzaba el espectáculo. Con Álex López, Bermejo o Krohn-Dehli de lanzadores, el plan era buscar a Aspas y el de Moaña interpretaba los contraataques causando verdaderos estragos.

Más o menos éste era el libreto de Herrera. Llegó Abel y no sabemos por qué pero quiso que el Celta presionara muy arriba y que la línea defensiva se adelantara. Con esta medida por un lado expones a una zaga defensiva lenta en caso de que la presión no se haga bien, cosa que sucede frecuentemente ya que los ataques celestes han perdido calidad. Y por otro lado, al buscar el balón arriba estás disminuyendo el espacio de Aspas. Si el equipo roba, Iago apenas puede correr. ¿Realmente compensa el cambio? Recordemos que hasta sus dos últimos partidos, el equipo de Herrera era el quinto menos goleado.

Estas dudas han llegado incluso a Abel Resino, que medita volver a los orígenes y recuperar el convencimiento de los jugadores. Y posiblemente el Barça lo obligue a ello. El Celta intentará iniciar desde atrás, pero a la mínima que se sienta presionado buscará a Bermejo en largo, con Park buscando el rechace en largo. Pero el partido del Celta estará en las contras y en el nivel técnico que muestren Messi y compañía. La transición defensiva culé no es la mejor. Si los celtiñas son capaces de superar la primera presión, llegar a la portería de Pinto se mostrará como un objetivo mucho más factible y subirá el ánimo de la afición. Y calidad para conseguirlo no les falta. Tanto Oubiña como Pranjić, Augusto y Khron-Dehli tienen la capacidad de mantener el balón. La pena es la ausencia del crack de Moaña. Su velocidad sería una amenaza terrible para la defensa azulgrana sin el lesionado Jordi Alba. Es el momento de Park. El coreano ha sido el fichaje más decepcionante del equipo. Sin embargo, en las últimas jornadas ha tenido la suerte de marcar y parece que se ha reenganchado al equipo. El equipo lo necesita.