Por Jacobo Cerdido

El 10 de abril de 2009 el Barça inició el mayor ciclo triunfal de su historia. Aún no lo sabía, pero el 4-0 que le infringió al Bayern de Munich sería la primera gran victoria de muchas, en Europa, en España y en el Mundo. Se inauguraba así un Imperio de más de mil días, que hoy parece poner su punto y final. Un lento declive que quedó patente el día que el Chelsea devolvió a los culés las semis de Champions del Iniestazo, para quedar refrendado hoy, con el ogro bávaro devolviéndole el 4-0 al actual líder de la Liga española. Otro 4-0 para cerrar otro ciclo.

 Porque la realidad es que el Barça demostró que hasta aquí llegó, pero que no habría mas horizonte que el que marcase el techo del imponente Allianz Arena. Consiguió engañar a una competición acostumbrada a engañarlos a todos para mantenerse en la leyenda alcanzando la sexta semifinal de Copa de Europa, pero no podía llegar más allá. No porque el Bayern fuese un reto inalcanzable, sino porque el propio Barcelona no tiene fútbol para más: lo que se vio en el campo es lo que presenta el equipo.

 El partido empezó con el espejismo de que los dos equipos podían competir por la plaza en la final. Un espejismo que no duró demasiado pero si que mostró ciertos apuntes interesantes para los culés. Empezando de arriba abajo los extremos fueron Pedro, finalmente en la derecha y Alexis en la izquierda con la clara función de seguir a los laterales germanos hasta donde ellos tuvieran a bien llegar. O sea, no fueron colocados para castigar a sus pares, sino a sufrir con ellos, una decisión bien basada desde la lógica porque Alaba y el inconmensurable Lahm están mas para mandar que para ser mandados. En el centro del campo estaba otra novedad: Xavi completamente libre… para irse hacia atrás. Él fue el dueño del primer pase y de la primera interceptación, haciéndolo con bastante dinamismo y acompañamiento de Iniesta y de Busquets. El problema era que este dinamismo no era del todo bien entendido y el 16 culé pecó en todo momento de no saber donde posicionarse: entre centrales, en un costado, o por delante del cerebro blaugrana. Un sufrimiento que le acompañaría todo el partido. Finalmente atrás, Piqué (quien estuvo enorme y sobre él volveremos después) y Bartra cambiaron sus perfiles. La medida seguramente fue tomada para controlar algo más la diagonal de Robben y para que Bartra enviase balones largos a Alexis. Esto segundo lo suponemos porque no lo hemos visto.

 De este modo, el Barça llevó a cabo pequeñas modificaciones para adaptarse un poco, un poco, al estilo del Bayern. O sea, nada nuevo bajo el sol culé. Sin embargo, era necesaria una mayor adaptación al rival que se tenía enfrente y no se llevó a cabo. Unos pequeños reajustes y a intentar asustar desde la posesión fue el plan trazado por Tito para el partido de hoy. Un plan que es el de siempre y que siempre funcionó cuando los jugadores estaban en su techo más alto y cuando Messi podía convertir lo imposible en realizable y lo mortal en divino. Pero los jugadores culés hace tiempo que no están en esas, hasta tal punto que hoy, con un Leo que jugó lesionado por segunda vez, volvieron a no dar un paso al frente, también por segunda vez.

 Tras unos minutos iniciales de posesión amparada en un buen gesto técnico pero sin ser agresiva, el Barça fue poco a poco desapareciendo y el Bayern creciendo. El motivo fue claro: los jugadores culés esperaban a un Messi que no podía volver a hacer la del Cid. La lentitud culé y la falta de decisiones era una constante que solo se alteraba un poco cuando Piqué intentaba sorprender buscando a Alves (un tipo de pase que solo él intentó). Con Iniesta volviendo a no dar el paso al frente que se necesitaba, pronto quedó todo en manos de Schweinsteiger y Javi Martínez. Si Pep tiene planteado que el 8 del conjunto bávaro el año que viene sea central quizá tras lo de hoy cambie de opinión. Dueños del carril central y rectificándose la espalda el uno al otro, fueron sometiendo el partido, tiñéndolo de color rojo. La pelota, estéril, era del Barça; los metros para recorrer en galopada, del Bayern. Esa fue la constante que aumentaba según la intensidad hacía lo propio para enseñarnos que eran los alemanes los que imponían su fútbol, su estilo y su idea: 8 córners en 35 minutos, un gol, alguna ocasión clara más, y un partido que no estaba sentenciado porque Piqué volvió con una fuerza no vista en él desde hacía años. Lo cortó todo, lo suyo y lo de los demás, especialmente la fuga de agua que provenía de un Busquets sin brújula en todo el partido. Su dominio del espacio, del timing en el juego aéreo y del tackle fueron la mejor noticia culé: Gerard mantenía viva al descanso una eliminatoria que no podía ser ganada.

 Su recital continuó en la segunda parte, pero para su desgracia, el del ya campeón de la Bundesliga no fue menos. Los alemanes cada vez volaban mas sueltos, ejemplificado en que Ribéry ya no tenía que pisar campo contrario y Lahm no tenía ninguna sombra persiguiéndolo y el marcador por fin plasmó la superioridad que se estaba viendo en el campo. Gómez, este año suplente, marcó el gol del fondo de armario que no tuvieron el año pasado; Robben agradeció a Tito la libertad que le dio con un gol que le reconcilió con la victoria futbolística y Müller volvió a anotar haciendo gala de una puntualidad que no hace tanto era canaria. Adiós a la Champions, adiós a un ciclo.

 El ciclo del Barça triunfal se sostuvo principalmente en una idea y un ejecutor. La idea: tener el balón siempre, representado en Xavi; el ejecutor: Leo Messi. Hoy Xavi ya no está, los culés ya no pueden volver a jugar a lo mismo, lo que presenta ciertas dudas, pero una certeza: el ciclo del Xavisistema está definitivamente acabado. El ejecutor sin embargo sigue ahí y lo hará aun por más tiempo, pero bajo su sombra se han cobijado varios jugadores que no han dado el paso al frente cuando se les pedía. Este ciclo, definitivamente se ha acabado hoy, pero mañana seguirán Piqué, Jordi Alba, Busquets, Iniesta y sobre todo Messi. Mañana se abre otro ciclo, solo hace falta acertar con las teclas adecuadas para convertirlo en otro Imperio.

 Apunte 1: La perfección del fútbol culé personificada en Xavi desapareció definitivamente hoy, pero es un problema que se arrastra desde la temporada pasada. En estas dos temporadas hemos asistido al ocaso del genio de Terrassa, pero también hemos visto como Thiago o Cesc no han tirado la puerta abajo. Un problema importante a solucionar.

Apunte 2: Tito Vilanova realizó el primer y único cambio en el minuto 83, con 4-0 en el marcador, cuando lo que se veía en el campo exigía una rápida reacción del cuerpo técnico. El barco se quedó sin capitán… por segunda vez. En la semifinal de Copa del Rey contra el Real Madrid Villa entró con 0-3, a pesar de que Piqué ya estaba desenvolviéndose en ese puesto.