ESPECIAL FINAL CHAMPIONS LEAGUE. EUROPA ES ALEMANA

Bayern Múnich y Borussia Dortmund se enfrentan en el Wembley Stadium este sábado en la final de la Champions, competición en la que los dos equipos han tenido históricamente distinta suerte. Los bávaros, que fueron siempre campeones de Europa entre 1974 y 1976, se llevaron su cuarto y último título en 2001 frente al Valencia, partido en el que Mendieta marcó el gol más rápido de la historia de las finales de la Copa de Europa y que se decidió en una tanda de penaltis en la que Mauricio Pellegrino falló el decisivo. El Dortmund, por su parte, ganó la Champions en el año 1997 dando la sorpresa frente a la Juventus, mejor equipo de Europa en aquel momento, con los Möller, Kohler, Reuter -los tres fichados de la propia Juve años antes-, Sammer, Chapuisat o Klos al frente. A los dos equipos los entrenaba Ottmar Hitzfeld, y mostraban aquellas características que, hasta hace pocos años, se han asociado siempre al fútbol alemán: físico y competitividad, ambas características llevadas hasta el extremo. 

Desde la última vez que un equipo alemán ganó la Champions, el fútbol germano ha sufrido numerosas eventualidades: el grupo Kirch -explotador de los derechos televisivos de la Bundesliga hasta 2002- quebró; los clubes alemanes perdieron competitividad a nivel europeo; el Borussia Dortmund estuvo a un paso de desaparecer y refundarse en la 11ª división; cayeron la figura del líbero -enquistada y aplicada como un dogma de fe-, los alemanes de dos metros y el juego físico para dar paso a la integración de los inmigrantes, al juego asociativo y a la calidad técnica; la Bundesliga se ha convertido en la Liga de fútbol con mejor promedio de asistencia a los campos –muchos de ellos construidos o remodelados con motivo del Mundial 2006-; el Bayern lleva tres finales de Champions en cuatro años y el Borussia Dortmund revivió institucionalmente gracias a Hans-Joachim Watzke, fiel creyente de la fórmula alemana, basada en las entradas baratas, el campo lleno, la confianza en la cantera y el techo de gasto. Para llevar todo esto al campo, éste confió en Michael Zorc, que es quien le ficha los jugadores a Jürgen Klopp, el responsable de la consecución de dos títulos de la Bundesliga, uno de Copa y, de momento, una final de Champions. 
Realmente, los actuales Bayern Múnich y Borussia Dortmund se parecen bien poco a los equipos que llevaron a ambas entidades a la gloria europea por última vez. El Borussia Dortmund, tras ganar dos Ligas y una Copa en los últimos dos años, se ha centrado en la Champions esta temporada y representa la alegría de quienes ahora están más vivos que nunca tras haber visto pasar toda su vida por delante. La diferencia entre los dos conjuntos esta temporada ha sido fehaciente: los dos finalistas de la Champions han jugado cuatro veces entre ellos en este curso, encuentros que se han saldado en dos victorias del Bayern y dos empates a uno en Bundesliga. El tiránico Bayern de Jupp Heynckes ha sido capaz de maniatar a un equipo tan difícil de contener como es el Borussia Dortmund, quitándole la pelota y ahogando su creación de juego tanto por vía interior como exterior. 
La salida por dentro consiste en buscar a Gündogan, un interior (ambi)diestro germano-turco que la dirección deportiva del BVB firmó en el verano de 2011, fichándolo del Nürnberg cuando sólo lo conocían sus aficionados, los frikis de la Bundesliga y Michael Zorc. Cuando no es posible encontrar a Gündogan, hay otra alternativa menos segura: la de Hummels, capaz de sacar la pelota con una conducción, un balón en largo o un pase al espacio con ese guante que es su pie derecho. 
Si no hay salida clara por dentro, el lateral –otrora extremo- Piszczek y la flecha Blaszczykowski se encargan de subir la pelota por la banda derecha gracias a la velocidad, principal característica de este equipo. Porque si algo se puede destacar de este conjunto es la rapidez mental de sus jugadores. La eliminatoria de Champions contra el Málaga es la demostración práctica de esto: las combinaciones entre Götze, Reus y Lewandowski no sentenciaron a los andaluces en La Rosaleda porque estos no quisieron acabarlas en gol, sobre todo el ‘10’ del BVB. En la vuelta, se vio a un Dortmund cohibido, con la losa de saberse favorito tras lo visto en la ida y con una contraproducente posesión del balón para uno de los equipos más peligrosos del mundo tras robo. Pero aun así entre Piszczek, Kuba, Götze, Reus y Lewandowski tejieron uno de los goles más maravillosos de esta Liga de Campeones, como es el tanto que supuso el 1-1 en el Westfalenstadion. Ese robo y esos cuatro pases, a una velocidad endiablada, definen lo que es este equipo. 
El problema es que para el sábado no hará acto de presencia el tercer jugador por el que pasó el balón en ese gol. Habrá que ver si el sustituto del futuro jugador del Bayern es Sahin -produciendo el traslado de Gündogan a la mediapunta- o Grosskreutz -un borusser de los de la Südtribune convertido en extremo izquierdo del equipo de su vida- cuya presencia provocaría que Reus jugase por detrás de Lewandowski. Los once elegidos, contando con que se imponga la lógica y juegue Grosskreutz en vez del lesionado Götze, serán los mismos de siempre: en la portería, Roman Weidenfeller, clave en estas rondas finales; en defensa, Piszczek como lateral derecho –secó a Cristiano como si fuese el Piqué pre-estrella del pop-, Subotic y Hummels como centrales -semifinales casi impolutas- y Schmelzer –de los peores en Madrid- en la izquierda; en el medio Bender, el jugador con menos cabeza del equipo, y Gündogan, que significa ‘brújula’ en turco; Blaszczykowski en la derecha, Reus por el medio, Grosskreutz por la izquierda y en punta, Robert Lewandowski (¿o Legendowski?). 
El Bayern, por su parte, es un monstruo. Su gestión ofrece tanta confianza que hasta sus patrocinadores son accionistas del club, un club que dispone de un presupuesto de 300 millones de euros. Sus gestores son exjugadores, sobre todo de los años 70 y 80, época en la que el club dominaba Europa como está destinado a hacerlo ahora. El Bayern es tan potente que puede permitirse tapar el escándalo de las cuentas en Suiza de Uli Hoeness con el fichaje de Mario Götze, el cual le ha costado 37 millones de euros, más los 7 que se supone que recibirá de sueldo el ahora antihéroe de la afición borusser. En el campo, el conjunto –llámalo orquesta, llámalo ejército norcoreano- de Jupp Heynckes ha ganado 44 de los 52 partidos oficiales que ha jugado esta temporada, empatando sólo cinco partidos y perdiendo tres -ante BATE Borisov, Bayer Leverkusen y Arsenal. 
Los once jugadores del Bayern se convierten en un compacto bloque durante el partido, todos van juntos a la guerra. El equipo bávaro puede matar a sus rivales con casi cualquier arma futbolística: una jugada de combinación, una acción individual, un destello de calidad, un balón parado… El Bayern domina siempre con balón, algo a lo que el Dortmund no le hará ascos el sábado, sabiendo que los de Klopp han preferido esperar antes que dominar durante los partidos de Champions. Es un conjunto que bloquea a la perfección las vías de peligro rival, tanto que todo el frente de ataque del conjunto borusser ha estado prácticamente inédito en los partidos ante su rival del sábado. 
Schweinsteiger, tras una Eurocopa por la que casi pasó de puntillas, ha realizado una soberbia temporada, tomando el timón de este imperial Bayern. A su lado, Javi Martínez ha crecido como futbolista en proporción a la grandeza del equipo al que ha partido. 
En ataque, la lista de efectivos es más larga que un viaje Kaliningrado-Vladivostok. Dada la baja de Toni Kroos, lesionado en la ida de cuartos contra la Juventus, la línea de mediapuntas estará ocupada por Robben, Müller y Ribéry, que destrozaron por completo al Barcelona en las semifinales aprovechando que la defensa culé les puso una alfombra roja y les dio la bienvenida con un cordial “pasen y vean”. El 9 será Mandzukic, el Mario titular, que se aprovechó de la larga lesión a principio de temporada del que ahora es Mario suplente para provocar un importante cambio de registro: Gómez, más pesado, dejó lugar a un delantero más ágil y capaz de combinar que, además, mantenía las cifras de goles del hispano-germano. A todo esto hay que sumar el altísimo rendimiento defensivo que han ofrecido los 4 atacantes, en especial de Ribéry, que junto a Alaba tendrá la responsabilidad de tapar la segunda vía de salida del Dortmund –por la banda derecha-. 
Siempre se apunta a la defensa del Bayern, en concreto a los centrales, como el punto más débil del equipo. Boateng y Dante, dos jugadores muy mejorados desde que Heynckes ocupa el banquillo del Bayern, jugarán en esa posición el sábado. No son centrales lentos y tienen una aceptable salida de balón, además de que es destacable su buena colocación y disciplina defensiva. Es cierto que tienen algún que otro despiste, sobre todo Dante, pero estos son cada vez más ocasionales. En los costados, Lahm y Alaba son omnipresentes y permiten a su equipo contar con dos laterales capaces de llegar hasta área contraria para asistir e incluso marcar y de ser barreras casi infranqueables en campo propio. Neuer protegerá la portería del Bayern en Wembley, un muy buen guardameta con el que siempre hay –a mi parecer- una sombra de duda algo injusta. 
El Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund se conocen a la perfección. En las últimas tres temporadas se han enfrentado hasta en nueve ocasiones, y los bávaros le van comiendo terreno a los renanos, de manera que en los cuatro partidos el dominio de los de Heynckes ha sido claro. Focalizando en las dos victorias bávaras, estas vinieron dadas por destellos de calidad de sus futbolistas de ataque (Robben) o por errores defensivos claros del Dortmund, así que parece que los de Klopp no darán las facilidades que el anterior Mejor equipo del Mundo concedió en semifinales de Champions. 
Cabe decir que Javi Martínez y Schweini estarán especialmente atentos a cualquier movimiento de Gündogan, sabiendo que la manija del equipo es de su propiedad; y que la banda derecha del ataque del Dortmund estará bien resguardada por dos perros de presa como Ribéry y Alaba, capaces de contrarrestar la velocidad de Piszczek y Kuba con todavía más velocidad. Contando con que será un partido de un ritmo no demasiado alto y que el Bayern lo llevará a su terreno, habrá que esperar a que los enchufados Reus y Lewandowski hagan de las suyas para desestabilizar a un conjunto bávaro cuyo escudo aparece al lado de las palabras ‘disciplina’ y ‘colocación’ en el diccionario. La presencia de Grosskreutz y su falta de calidad en comparación con Götze restan mucho en ataque pero suman enormemente en defensa, conociendo que Schmelzer es el lateral más débil defensivamente de los dos del Dortmund y que el Bayern atacará ese costado con Lahm, Robben y Müller cuando caiga a banda. 
Las bazas del Bayern son otras: el equipo llega con una cantidad ingente de jugadores al área contraria, así que cualquier aparición de los que van de Schweinsteiger hacia delante será peligrosa para el equipo borusser, que deberá estar más atento en defensa que nunca y evitar que se cometan errores individuales puntuales, como el que tuvo Hummels en el Westfalen ante el Madrid o los numerosos cometidos por Schmelzer en la primera parte en el Bernabéu. A no ser que uno de los dos equipos se adelante pronto y rompa todos los esquemas esperados, deberíamos pensar en una final que mantendrá la línea goleadora de los duelos de esta temporada (2 goles por partido). 
Evidentemente, hay otros factores muy influyentes, como es la presión extrema que tendrá el Bayern en esta final, muy distinta a la de un Dortmund al que, por muy convencido que estuviese Klopp al inicio de temporada, no se le esperaba en el templo del fútbol inglés el último sábado de mayo. Los de Heynckes han perdido dos finales –una de ellas en su estadio-, y hay que contar con que el núcleo duro del Bayern es el mismo que el de la Mannschaft, que si algo ha hecho desde 2008 es fallar en los momentos culminantes. 
Además, si algo se vio en el último encuentro entre estos dos equipos, fue tensión: en un partido en el que ni Bayern ni Dortmund se jugaban nada, Jürgen Klopp y Matthias Sammer –actualmente director deportivo del Bayern- se encararon. Saltan chispas entre dos clubes cuya relación parece haberse enrarecido tras el salto de Götze del norte de Alemania a la sureña Baviera. En el BVB hay ansias de revancha, porque la obrera afición del Dortmund siente que una empresa que es también un club de fútbol, les ha quitado a su hijo pródigo. Los dos se tienen muchas ganas.