Por Jordi Iglesias, Chopi
Desde aquella eliminatoria de Copa en la temporada 2010-11, con un Betis entonces todavía en Segunda, hemos marcado de forma especial en el calendario los duelos entre verdiblancos y Barça. Han sido partidos que nunca han dejado indiferente en entretenimiento, juego y detalles. La película en esta ocasión no tenia por qué ser muy distinta, con los de Pepe Mel jugándose las opciones europeas y con los blaugrana intentando buscar cierto oxígeno tras la caída en Europa a manos de un superior Bayern y tratar de acercarse un poquito más al título de Liga. 

Tito se decidió por un XI razonable dadas las circunstancias, con la incógnita de Messi, suplente de nuevo. Apostó arriba por Tello, Alexis y Villa como 9. En el centro del campo, ante la prevista ausencia de Busquets, Song repitió titularidad una noche más y estuvo acompañado por la vieja guardia en los interiores: Xavi y Andrés. Ambos tuvieron una noche más plácida que de costumbre y, sobre todo en el caso del segundo, muy inspirada, recordando al mejor Iniesta de la presente temporada. En la retaguardia, protegiendo los destinos de un Pinto que reemplazaba a Valdés -baja por una fascitis plantar-, los nombres de mayor jerarquía, lesiones conocidas al margen: Alves y Jordi Alba en los laterales y Piqué junto a Adriano como centrales. Es en este último caso donde personalmente esperaba a Bartra, por aquello de seguir acumulando minutos de experiencia en estas lides y dado que venía de realizar un máster acelerado sin apenas haber podido ingresar en la Facultad. Con una nota que supera el aprobado, sin llegar al notable, pero suficiente dado tan difícil contexto. Por su parte, Mel, que tenía la duda de Beñat, entre algodones toda la semana, optó por algo que ya habíamos comentado estos días: Jorge Molina como referencia más adelantada. Por condiciones y visto lo que supuso su entrada en el partido de la primera vuelta, se presentaba como una carta muy importante para las opciones béticas, aunque supuso que Rubén Castro se escorara en banda izquierda. Salva Sevilla se incrustó por detrás de Molina, sin terminar de enlazar con la pareja Nosa-Rubén Pérez y dejando al peligrosísimo y rapidísimo Pabón en derecha. Beñat, esperando en el banco. El Betis dibujaba así una especie de 1-4-5-1/1-4-4-1-1 en el campo. 
Precisamente, el vertical atacante colombiano -uno de los mejores refuerzos del mercado invernal-, cuando aún estaban ambos equipos entrando en calor, aprovechó una mala colocación defensiva del Barça para tras un despeje de cabeza de un compañero, poner el 0-1. Era un gol inesperado por cómo se producía, si bien en su origen encontramos la enésima vez que se rifa la pelota desde atrás, en uno de los vicios más arrastrados esta temporada y que marca una de las mayores diferencias con años anteriores. Song no llega; Adriano tampoco; Jordi Alba estaba ya demasiado arriba como para rectificar a tiempo. Volver a comenzar para el Barça pero con un gol en contra. Pese al golpe, el equipo encontró acomodo rápidamente y respiró gracias a un Iniesta que encontró espacio y dispuso de tiempo para armar y cargar el juego desde la izquierda, la banda de más peligro durante todo el partido. Se juntaban Alba-Iniesta-Tello para dar amplitud y profundidad. Siempre con sentido. El manchego fabricaría el gol del empate, permitiendo a Alexis ampliar su registro anotador, que parece subir a cuentagotas con el paso de las jornadas. A partir de ese momento las acciones de peligro se sucederían, siempre con los hombres de izquierda como protagonistas principales y un Villa muy errático en el remate final que era todo un poema en cuanto a expresión corporal. Importante, dentro de las buenas sensaciones que dejaba el equipo en ataque, el hecho concreto de buscar el cambio de orientación constante desde atrás, bien a Tello, bien a Alexis, con este último tendiendo a irse más hacia dentro que el canterano. Un Tello que de nuevo acabaría consiguiendo que el lateral de turno, Chica en este caso, soñase con él. Un foco en el que generar ventajas parecía fácil. Chapeau.
El Betis, a pesar de contar con la referencia de Molina, no lograba juntar al equipo y su defensa, muy atrasada, quedaba demasiado expuesta ante los atacantes del Barça una y otra vez. Un Barça que monopolizaría como era de esperar la pelota pero esta vez, a diferencia de otros partidos, con más ocasiones de peligro. Sin embargo, poco antes del descanso, los de Mel volverían a adelantarse gracias a un precioso e imparable disparo lejano de Rubén Pérez. Más premio y efectividad, imposible. Y el ambiente frío y apático que volvía a instaurarse en el Camp Nou. Algo que seguiría al reanudarse el encuentro, como si los blaugrana sintieran aún el golpe. No estaba siendo el Betis de otros días y los blaugrana eran conscientes de que estaban haciendo méritos suficientes como para que el marcador fuera otro bien distinto. Y, como no podía ser de otra manera, justo cuando Messi ya se preparaba para entrar de refresco, sin saber el espectador a ciencia cierta en qué estado se encontraba, el partido tomó un nuevo giro psicológico. Villa encontraba el gol que en los primeros 45′ había desestimado y su cara al ser sustituido era ya la de alivio. El asturiano seguramente esté viviendo sus últimos coletazos como jugador del Barça y él más que nadie, lo sabe e intenta asumir. El fútbol, como cualquier otro deporte, no atiende a expedientes profesionales ni méritos pasados y llega un punto en que te indica que estás más cerca de salir de la cima que de seguir en ella. Un grandísimo delantero como él no hace sino reflejarlo. 
Messi no era la única novedad importante sobre el verde. Beñat había entrado en sustitución de Jorge Molina, lesionado al final de la primera parte, y con este movimiento Pepe Mel varió un poco de sitio las piezas. Castro pasó a la banda derecha, Pabón centró y adelantó su posición y Nosa se situó donde el delantero canario. Pero la presencia de Beñat no cambió mucho el panorama más allá de dos acciones puntuales en las que el Betis pareció recobrar su identidad de equipo valiente y vertical tras robo. Sencillamente, tenían muy poco balón. Insuficiente para hacer daño a un Barça bien asentado que con la entrada de su astro más brillante encontraría el definitivo camino a la luz. Así, en prácticamente su primer contacto con el esférico, Lionel la pone cerca de la escuadra en un golpeo a balón parado tan preciso como bello, acompañado por una tremenda plasticidad de Adrián en el intento de parada. Una de las estampas de la Liga sin ninguna duda. Desconocíamos aún a qué nivel físico estaba el argentino pero, obviamente, su talento y magia seguían latiendo junto a él. 
Pepe Mel no lo veía claro y más con la entrada del Cid. Por ello decidió dar entrada a Vadillo y posteriormente a Campbell. El joven extremo bético dejó algunos detalles de su calidad y ayudó algo al equipo a salir de forma clara. Mucha atención con este futbolista de cara al futuro. Aunque, no iba a ser la mejor noche del Betis en el Camp Nou como ya intuíamos atrás. Y seguramente haya sido en líneas generales su partido menos vistoso de los últimos duelos entre ambos. Messi iba a certificar la victoria culminando una excelente jugada colectiva que contó nuevamente con la presencia de un Iniesta que hechizó a la zaga con un sublime taconazo que luego Alexis aprovechó para asistir (9 en total en lo que llevamos de Liga) al 10. Pura poesía. El Barça administraría la ventaja de dos goles hasta el final y Tito daría entrada a Thiago… ¡y a Busquets unos minutos de trámite! Lo de la gestión de las lesiones en can Barça desde luego que merece un anexo. 
Al final, 3 puntos que acercan muchísimo al 22º título de Liga. Oxígeno necesario tras una semana algo complicada y convulsa en la que el imparable entorno culé ya ha empezado a fagocitarse incluso a sí mismo como quien busca la catarsis colectiva para justificar cualquier futura decisión. A buen entendedor, pocas palabras bastan. 
Volviendo al juego, lo más importante al fin y al cabo, esta pasada noche ha sido a mi juicio notable. Es cierto que no ha sido la mejor versión del Betis de Mel, pero los blaugrana han conseguido materializar una (de nuevo) altísima posesión, rondando el 70%, en ocasiones claras de peligro y sobre todo, han conseguido mezclar bastante bien, atrayendo por dentro para lograr ventajas por fuera. Tello sigue demostrando que es un activo más que válido para el primer equipo, Iniesta ha vuelto a recurrir a la magia cuán ilusionista y Messi… A Messi ya le conocemos de sobras. Pero nunca dejará de sorprendernos. Nunca dejaremos de disfrutarlo.