Recuperamos: LAS TRES EDADES DEL BARÇA DE VILANOVA

Habitualmente el fútbol es un juego, y no es más que eso, pero es en momentos como estos, cuando sólo importan las personas, que toman verdadero sentido los lazos emocionales que establecemos entre nosotros. Hoy recuperamos un texto de EUMD sobre el Barça de Tito Vilanova publicado en Rondo Blaugrana el 3 de enero de 2013. En él se exponen las mejores sensaciones que nos dejó el trabajo del entrenador catalán, que ayer dejó el cargo a causa de su enfermedad. Desde Rondo Blaugrana mandamos a Tito Vilanova y los suyos nuestro ánimo y nuestros mejores deseos en estos momentos complicados, y emplazamos a la comunidad del sitio a tratar esta cuestión desde el respeto y la serenidad que impone una noticia tan dura para el barcelonismo.

 

LAS TRES EDADES DEL BARÇA DE VILANOVA

Prefacio: Las dos caras de una decisión perfecta

Al finalizar la temporada pasada el F.C.Barcelona tuvo que enfrentar una situación que esperaba que nunca llegara. Pep Guardiola, tras cuatro años entrenando al primer equipo y uno al filial, decidía parar, detenerse, subir a la superficie a respirar. Se avecinaba un momento traumático, la creación de una frontera entre un pre y un post.
Prácticamente todo el mundo coincidía en que la decisión sobre su sustituto debía ahondar en la senda de la idea y el modelo que Pep había llevado a la excelencia, pero todo el mundo, también, daba por sentado con resignación que se iniciaba un nuevo ciclo. Sin embargo, la dirección deportiva sorprendió con una decisión genial: la designación de Tito Vilanova, asistente de Guardiola, para tomar las riendas del equipo. No sólo se subrayaba por partida doble la idea y el modelo, sino que además, con la decisión tomada, se calmaban los temores escenificando una continuidad en el proyecto insospechada dada la situación.Transitar sin desplazarse.

El equipo empezaba un proceso de renovación, pero se conseguía diluir la incertidumbre, la sensación de cierre de un momento histórico, de paso a una nueva etapa, de pérdida traumática. La suficiencia como técnico de Tito Vilanova la conocían los de dentro, los encargados de tomar la decisión. De su capacidad para llevar el vestuario, tras cuatro años siendo mano derecha de Guardiola, pocas dudas podía haber. El vestuario estaría con él. Era “uno de los nuestros”.

Hasta aquí la cara bonita de la decisión de darle la responsabilidad del banquillo a Vilanova. Pero como casi todo tiene dos caras, precisamente la mayor virtud de la elección se presentaba, también, como el mayor peligro. Un mensaje de continuidad tan fuerte y claro, dejaba poco espacio a la transición. La gente esperaba más de lo mismo, y ese “mismo” en la memoria del entorno, eran las mejores noches del Pep Team. Al Barça de Tito no se le habría permitido el margen que sí se le habría permitido a un técnico “nuevo”, ya que su Barça no era un proyecto que empezaba sino uno que continuaba.

En la realidad, no obstante, el Barça que cogía Tito era un Barça con una serie de problemas, que perdió la última Liga ante el Real Madrid con una distancia considerable de puntos y con algunos aspectos futbolísticos sobre los que trabajar y encontrar soluciones. El Barça de Vilanova necesitaba tiempo, y paradójicamente, Tito tenía más margen que tiempo.

Primera etapa: El Barça post-Guardiola

Sin tiempo y con la necesidad de empezar a sumar de tres en tres desde el inicio, Tito Vilanova se encomendó a Leo Messi. No ha habido en toda la historia un jugador que permita a su equipo estar más cerca de la victoria que él. Tiene la calidad de los más grandes, pero además, Leo suma unos registros en la finalización sin igual. Nadie ha sido más determinante. Messi es ocasión de gol, reciba como y donde sea. Es la posibilidad de marcar sin necesitar nada más.

Así, con el objetivo de darle el mejor escenario posible a Leo, el inicio de temporada de Vilanova se caracterizó por la posición abierta de los extremos. Antaño influyentes por dentro, ya fuera en el área o en la mediapunta, ahora los compañeros de Messi en ataque se fijaban en la cal, generando así, una enorme plataforma de lanzamiento para el crack.

Junto a la de explotar la carta Messi, Tito tomó una segunda decisión importante en estos pasos iniciales como primer entrenador. El técnico, que había estado dentro el año anterior, sabía de primera mano lo mucho que había minado la moral de la plantilla sentir que ya no eran capaces de hacer que funcionara lo que siempre lo había hecho. Las pérdidas de balón decidieron la Liga, unas pérdidas, hasta entonces, inconcebibles en el plan de ruta culé. La principal causa: que el Barça ya no era capaz de imponerse tan arriba como antes y tenía la necesidad de arriesgar antes. Xavi, antaño timonel y ahora muy castigado por el desgaste y el paso del tiempo, sufría para asentar la posesión y al equipo en campo rival.

Ante este escenario Vilanova optó por volver a darle peso a Xavi mediante la disposición de un mediocampo con dos hombres en la base. Más que una decisión futbolística, se trataba de una decisión anímica. Hacer sentir a todos que Xavi seguía ahí, que era importante. Sobre el césped la decisión comportó problemas, pero visto con perspectiva, resultó más que rentable ya que permitió al equipo crecer en autoestima desde la seguridad de lo conocido.

Fueron dos decisiones dirigidas a arrancar el motor, tanto desde el punto de vista competitivo –Messi- como anímico –Messi y Xavi-, pero que implicaban peajes. La infrautilización de unos extremos de dudoso encaje al papel del fuera-fuera; la indefinición de los laterales debido a que las bandas eran para los delanteros y el doble pivote cerraba el camino por dentro; la excesiva dependencia de Messi para finalizar en el área con unos compañeros de línea tan próximos a la cal; el problemático encaje de Iniesta en el dibujo de la medular; y sobretodo la transición defensiva.

Con la disposición de 2+2 en la media, la creación de triángulos de combinación se torna más difícil lo que lastra la rápida circulación y favorece la pérdida en inferioridad. Además, el equipo no encontraba la vía para que esa pérdida se produjera cerca del área rival, con el equipo en ventaja para lanzar la presión y el rival en desventaja para lanzar su contra. Por regla general, los jugadores azulgranas se situaban demasiado alejados los unos de los otros para lanzar la presión conjunta, con especial mención al caso de Sergio Busquets. El equipo echó mucho de menos la aportación en transición ataque-defensa del canterano, alejado en la base de dos de la defensa en campo rival, y limitado al sector izquierdo por la posición en paralelo de Xavi.

Esto a nivel táctico-colectivo. A nivel individual, el Barça tuvo que soportar demasiados problemas en la demarcación de central.

Pese a todo esto, a Tito le rentaba el inicio de Liga. Sumaba victoria tras victoria, el equipo se reencontraba con sensaciones positivas y los resultados eran la anestesia perfecta para que el entorno siguiera dormido. Más allá del plan de Vilanova, el Real Madrid le brindó una oportunidad que no se podía dejar pasar. El flojo inicio de Liga de los de Mourinho empezó a poner puntos de por medio y eso, seguramente, provocó que los azulgranas prolongaran esta primera fase. El objetivo era mantener, o en todo caso aumentar, la distancia respecto a los blancos hasta el clásico del Camp Nou. Si para entonces la distancia seguía siendo importante, y con un grupo de Champions claramente asequible, el novato Vilanova disfrutaría de casi una vuelta entera para trabajar. Con tiempo, crédito y sin el aliento en la nuca de los resultados. El momento perfecto para hacer crecer su Barça.

Segunda etapa: El clásico

Antes del día D, todas las decisiones de Vilanova buscaron asegurar puntos para llegar con la máxima distancia posible al duelo con el Real Madrid de Mourinho. Los blancos, inesperadamente, habían regalado 8 puntos de margen a los culés en apenas 4 jornadas, y el técnico azulgrana tenía entre ceja y ceja mantener a toda costa la distancia hasta que se enfrentaran los dos colosos. Ni en el escenario más optimista Tito podía haberlo imaginado. Así las cosas, el clásico ante el Madrid se presentaba con poco que perder para el Barça y mucho que ganar. Una derrota local apretaba la Liga pero seguía manteniendo al Barça por delante, mientras que el empate o la victoria de los catalanes ponía tierra de por medio entre los dos grandes favoritos del campeonato. Tito saldría a por el partido. La batalla frente al Madrid, sería el segundo momento de su inicio de proyecto.

Hasta la fecha, los extremos abiertos y la base de dos parecían máximas innegociables para el de Bellcaire, lo que provocó que en ninguno de los partidos previos al clásico, coincidieran en un mismo once Xavi, Cesc e Iniesta. Sólo había sitio para dos. Así pues, la previa estuvo marcada por esta elección. Xavi parecía un fijo, Cesc venía de protagonizarsus mejores minutos con la camiseta del Barça, e Iniesta es Iniesta, y ante el Madrid, una ventaja estratégica. Vilanova no dudó y metió a los tres en el equipo. El momento de sumar de tres en tres a cualquier precio había concluido con éxito, ahora el objetivo era el Madrid.

La primera decisión fue desechar la idea de los dos extremos fijos en banda. Si por la derecha Pedro mantenía un comportamiento más relacionado con la cal, en la izquierda se ubicó Iniesta con una marcada tendencia central. Tanto en ataque como en defensa. Con posesión para el Madrid, Arbeloa no es una amenaza ofensiva lo que permitía a Andrés descansar. Cuando el balón era azulgrana, el de Fuentalbilla era un centrocampista más. El movimiento de Tito permitió al Barça sumar a un efectivo por detrás del balón tras pérdida para asumir menos traumáticamente la transición defensiva, multiplicaba la posibilidad de generar líneas de pase y liberaba a Cesc para que auxiliara más que nunca a Messi en su pelea con los centrales del Madrid.

José Mourinho, sin embargo, no se resignó a que el Barça encontrara la ventaja ahí, y ordenó que Arbeloa asumiera un rol compensatorio al movimiento. Bien acudiendo prácticamente a la zona del mediocentro, bien sumando como tercer central junto a Ramos y Pepe, Álvaro fue la carta de Mou para contrarrestar el movimiento de Vilanova. La consecuencia evidente fue que la banda izquierda se convirtió en un aclarado para el duelo Jordi Alba vs. Di María en ambas mitades del campo.

La otra novedad del planteamiento de Tito no fue táctica sino de nombres, pues el místersorprendió alineando a Adriano como central al lado de Mascherano. Sin Piqué ni Puyol y con Song ofreciendo muchas dudas en la demarcación, Vilanova se decantó por la velocidad correctora y el orden táctico del lateral brasileño.

Sobre el césped, fue el partido de Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Los sistemas defensivos tanto de Mourinho como de Vilanova se enfocaron a ellos, e incluso puede decirse que fueron exitosos…aún así, cada uno firmó dos tantos. Ante Cristiano Ronaldo, Tito recuperó la doble marca de las primeras temporadas de Guardiola. Entonces con Puyol, para el clásico, el técnico azulgrana usó a Mascherano para cumplir con esa función y que así el lateral derecho del equipo pueda defender la recepción del portugués sin el temor de ser rebasado.

En el área contraria, la adecuación de la pareja Pepe-Ramos a Messi obliga al Barça a tomar medidas, con el doble objetivo de (uno) impedir a la zaga blanca defender tan lejos de Casillas, y (dos) obligar al sistema defensivo del Madrid a atender potenciales focos de peligro más alejados de la posición del argentino. Ahí entra en juego la presencia de Iniesta en banda izquierda, aunque su rol eminentemente central frente al Real Madrid apenas incidiera sobre esta cuestión. Sin embargo, si lo haría el cambio de Alexis por Cesc en el segundo tiempo. Pasado el clásico, con el rival a 8 puntos y superada la segunda fase de construcción del proyecto, ahora sí llegaría el momento de crecer de verdad. El momento en el que trabajar, proponer e invertir, con margen, e ir dando forma al Barça de Vilanova. Consolidar la idea y el equipo.

Tercera etapa: El Barça de Vilanova

El clásico fue la frontera entre un antes y un después. Los puntos que se había dejado el Madrid en su inicio de Liga, dilataron la fase competitiva inicial de los de Tito en la que sumar victoria tras victoria era la prioridad absoluta. Del mismo modo, superado ese momento, la evolución del colectivo se aceleró espectacularmente gracias al rédito en forma de tranquilidad, confianza y optimismo conseguido. Hasta que el mes de febrero trajera mayores exigencias en forma de cruce de Champions, Tito Vilanova tenía tiempo para trabajar, y se puso manos a la obra.

Con una exactitud casi matemática, ya en el siguiente partido tras el clásico, en A Coruña,se empezó a apuntar el camino. Paulatinamente, Xavi empezó a perder peso en la manija y lo ganó más cerca del área rival, donde su exquisitez técnica es un soporte inmejorable para lanzar la pared, poner el pase definitivo o definir a gol entrando desde atrás. El de Terrassa ha asumido que tendrá más importancia en el marcador que en el juego y se ha reciclado para seguir siendo un jugador capital en el equipo. Con el paso adelante de Xavi, la base de dos se ha ido diluyendo, lo que deja a Busquets cada vez más solo, ofreciéndole una mayor cuota de responsabilidad y protagonismo. El de Badía, como ya nos tiene acostumbrados, ha respondido a la perfección, creciendo como mediocentro y como futbolista dentro del engranaje colectivo. Ahora inicia mucho más que antes, propone más que acompaña, y Vilanova le ha ayudado en el proceso. Con un sistema que le ofrece hasta tres hombres habilitando líneas de pase a la espalda de los mediocentros contrarios, dos laterales proyectados simultáneamente y situados en paralelo a su posición que le permiten un pase sencillo y dos extremos que le hacen más apetitoso el intento de la diagonal en largo, Busquets lo controla todo desde una posición privilegiada.

No obstante, el jugador que seguramente marque más esta transición del equipo, sea Cesc Fábregas. El de Arenys, ha recogido el testigo de Xavi en la manija del equipo. Ahora se proyecta su fútbol, esto es, un juego rápido, vertical y profundo en el que la duración de los ataques es menor pero aumenta su frecuencia. Un golpear más constante en el que se acepta ser golpeado como la oportunidad para acometer de nuevo. El Barça de Vilanova ya siente ese fútbol, incluso cuando no está Cesc. Sorprende la radicalidad con la que el equipo que lo controlaba todo ha asumido el vértigo como camino.

En este encaje de piezas en el que Xavi ha dado un paso adelante y Cesc uno al frente, quedaba por resolver la posición de Andrés Iniesta. Ya la temporada pasada Guardiola había tratado de acomodarlo en banda izquierda, y lo cierto es que la presencia de Cesc ayudaba a que no desentonara, pero a Pep le faltaba una pieza. Con la llegada de Jordi Alba, Vilanova dispone de todas las herramientas para dar una coherencia total a la posición de partida de Iniesta en banda, hasta el punto que aquel conjunto que nacióhipertrofiando su perfil derecho y que posteriormente se coronó desde el interior, hoy decanta su juego hacia la izquierda.

Alba es, desde el lateral, el jugador más profundo del once culé. Su capacidad para picar al espacio y llegar donde otros no llegan una y otra vez a lo largo de los partidos, supone un desahogo enorme para el compañero encargado de ocupar el extremo izquierdo. Ha hecho funcionar a Villa, mucho más próximo al área que a la cal, está sirviendo para recuperar a un Alexis Sánchez cuanto menos aprovechable, y es clave en la relación con Cesc e Iniesta, formando una sociedad clave en el engranaje azulgrana. Iniesta en el extremo permite al Barça llevar la posesión sobre el área rival, asentar el balón donde la pérdida no es un problema. El encaje entre los tres es perfecto. Andrés suma ese centrocampista de más que minimiza los daños en transición defensiva de las desapariciones de Cesc cuando el de Arenys se aventura dentro del área. El ex-gunner, por su parte, compensa tanto en el eje vertical como en el horizontal la tendencia de Iniesta a la posición de interior, y por si fuera poco, Jordi Alba les libera a ambos de la responsabilidad de fijar la amplitud en banda. Cada uno hace lo que sabe y lo que siente, y la fórmula funciona potenciando virtudes y ocultando defectos.

En el centro, Leo Messi es el gran beneficiado por el volumen de juego que asume el perfil izquierdo del ataque del Barça, primero porque el equipo no depende tanto de él para ser principio y fin del juego, y segundo porque el rival se ve obligado a defender también sobre la banda, brindándole mayores espacios por dentro al argentino. Tras un inicio en el que el 10 era el soporte de casi todo, Tito ha reconstruido un equipo alrededor de Leo.

Ahí seguramente esté uno de los grandes logros de Vilanova estos meses, y es que poco a poco el técnico ha ido recuperando jugadores para la causa. Reciclando a Xavi, encajando a Iniesta, recuperando al mejor Cesc, convirtiendo a Villa en un recurso como hay pocos, apuntando la mejora de Alexis o recomponiendo al central que en su día fue Piqué. Queda pendiente el caso de Dani Alves, que debe ser importante también para Pedro.

El F.C.Barcelona ha completado la transición que inició tras ganar en Wembley. Sin traumas, prisas ni dramatismos. Del Barça de Guardiola al de Vilanova. Del de Xavi al de Cesc. Del control tiránico al vértigo estimulante. Recorrer un mismo camino de dos maneras distintas. Transitar sin desplazarse. Cambiando la forma pero manteniendo la idea. Y siempre con Messi. Quizá la idea sea él.