“El grupo de jugadores ejercía muy bien la presión tras pérdida de la pelota. Eso hay que recuperarlo, que el equipo se sienta cómodo atacando y defendiendo lejos del arco.” Gerardo ‘Tata’ Martino, 26 de julio de 2013, presentación con el FC Barcelona

Sus equipos fueron esto. El ‘Tata’ siempre les insistió con la misma idea, independientemente de la calidad técnica de sus hombres: había que recuperar el balón muy arriba. El juego se desarrollaba en torno a esta premisa, tanto Ñuls como Paraguay se caracterizaron por su intensidad, rasgo básico de los equipos de su maestro Bielsa. No obstante, en el Barcelona las cosas suceden de manera distinta. La intención, durante los últimos cinco años, ha sido la de presionar, sí, pero la presión no era la causa del buen juego, sino la consecuencia.

El Barça de Pep se caracterizó por desarrollar el mejor ataque posicional de la historia de este deporte. A partir de ahí, crecía todo el juego del Barcelona. De la calidad de su ataque dependía la calidad de su defensa. El Barça, cuando la perdía, se encontraba bien posicionado para recuperar el balón muy arriba, mediante esfuerzos cortos y muy intensos. Si, en cambio, no se sometía al rival a través de la posesión, la calidad de la pérdida se resentía y, en consecuencia, la presión era menos efectiva.

Lo mismo pasó con Tito que, a diferencia de la etapa con Guardiola, abrió los partidos, y aceptó de buen grado el intercambio de golpes para dotar de mayor ritmo al juego de su equipo. El problema, no obstante, no fue la calidad de sus ataques, más cortos y directos, sino que siguió defendiendo igual que en los cuatro cursos anteriores. Al no adaptar las condiciones de la organización defensiva a las de su ataque, el juego del Barcelona perdió coherencia, empaque y estructura. No existía rasgo de retroalimentación. Aunque en la Liga la diferencia de calidad técnica (y Messi), sumada a la prematura rendición del Real Madrid de José Mourinho, dio como resultado el mejor campeonato de la historia del club, en Europa y en los duelos directos los rivales sí pudieron aprovechar las debilidades que presentaba el conjunto de Vilanova.

Ante la llegada de Martino como nuevo entrenador del Barcelona, ya en su presentación insistió en recuperar la famosa presión de los cuatro (tres) años con Pep; sin embargo, el reto a afrontar será muy diferente con el que tuvo que lidiar en Argentina o Paraguay. Quizás sea un problema mismo de la terminología utilizada, pero quizás la pregunta más adecuada que debe hacerse el ‘Tata’ no sea el qué falló en la presión, sino qué falló cuando se tenía el balón para que ésta no fuera lo suficientemente efectiva.

Y, si luego de identificar los problemas que se tuvieron con la pelota, la mejor solución pasa por aplicar una presión más zonal en diferentes situaciones del juego, derivadas del empobrecimiento del ataque posicional azulgrana respecto a 2011, entonces la pregunta que deberemos hacernos será si el Barça tiene los mimbres adecuados para poder ejecutarla, pero esto es una incógnita que ya la iremos desvelando a medida de que se vayan jugando los primeros partidos de la (pre)temporada.