Al culé medio la etapa colchonera de Villa no le inspira confianza. A priori, es comprensible. Su última temporada como azulgrana evidenció un rendimiento muy decepcionante por parte de un futbolista al que hoy por hoy cuesta reconocer en ese delantero agresivo y dinámico que llegó a Barcelona desde Valencia y que, pese a no terminar de encontrar nunca un rol asentado en el equipo catalán, fue pieza importante y decisiva en el mejor Barça de la historia. El Villa crepuscular ha demostrado en los últimos tiempos un juego persistente en lo estático e improductivo, renunente incluso ante algunos desmarques cortos y cómodo para los centrales rivales. Cuesta imaginar esta versión tardía del goleador asturiano influyendo en la jugada lejos del área o haciéndose hueco por si sólo en la misma. Pero el fútbol es infinito, cambiante, traicionero y fabulador. Uno nunca está seguro de lo que ocurrirá en un juego sometido a tantas variables, especialmente cuando hay un cambio de aires de por medio.

El fichaje de Villa ha definido el verano colchonero por varios motivos. Primero, y no lo olvidemos, porque Villa es un gigante del fútbol español, y como tal su llegada genera expectación y algo más que eso: la legítima esperanza de un ataque de grandeza que reverdezca sus laureles. Segundo, porque llega al Atlético como sustituto natural de Falcao, uno de los mejores nueves del fútbol mundial, figura clave en el juego y en los marcadores del Atlético de Madrid del Cholo Simeone, ya en Mónaco. A priori el ataque de grandeza se presenta casi imprescindible, porque el Atlético no puede encomendarse al Villa 2012-13. Del asturiano necesita algo más que eso, sobre todo una mejoría en el área, aunque luego no se mueva demasiado lejos de ahí. Gol y lo que justo lo precede. Para quemar metros en lo ancho y profundo ya estará Diego Costa, finalmente renovado, y también el mejor tanto que se ha marcado el club madrileño este verano: Leo Baptistao.

El ya ex delantero del Rayo viene de ofrecer un nivel altísimo a las órdenes de Paco Jémez y aunque sobre el papel parta como secundario en el nuevo proyecto atlético no puede descartarse nada positivo de su posible incidencia en el equipo. Tiene calidad para asumir cualquier competencia. Algo similar a lo que podría decirse de Demichelis si su situación no fuera tan dudosa. ¡Unos tanto y otros tan poco! El Atlético se aseguró este verano la incorporación libre del gran central argentino pese al notable rendimiento de su pareja titular (Miranda y Godín), pero su continuidad no está clara y todavía podría pasar por caja. También han llegado Giménez y Aranzubía para redondear la plantilla, pero el Cholo sigue aguardando su incorporación más deseada. En el mejor de los casos se llamaría Diego: el diez, un enganche, un hombre entre líneas que absorba balón, lo esconda y lo suelte donde tanto cuesta hacerlo. A priori eso es lo que le falta al Atlético.