Un “glaive” es una espada corta de origen francés que equipó a la legión Extranjera Francesa hasta que llegó un arma mucho mas completa, el fusil Chassepot con su bayoneta incorporada. El hombre que hace días se pasó por la ciudad deportiva del Barça a ver entrenar a sus ex-compañeros también nació en Francia y guarda varias similitudes con la pequeña espada francesa.

Ludovic Giuly nació en Lyon, ciudad en la que empezó a dar patadas a un balón y ganarse un reconocimiento que le hizo fichar con el Mónaco. En el pequeño principado se empezó a ganar el corazón de los barcelonistas gracias a su actuación en las semifinales del Champions en 2003. Giuly era la bandera de aquel Mónaco que hizo historia llegando a la final de la Champions aunque no pudo levantar “la orejona” ante el Porto de Mourinho. La amargura del francés fue doble, pues además de no ganar la final, se lesionó en la primera parte del partido y tuvo que ser sustituido.

Tras la primera campaña de Rijkaard en el Barça, la que traía de vuelta la ilusión el equipo se reforzó con el pequeño francés que tenía una difícil misión, superar el mito de que los jugadores galos no triunfaban en el Barça (jugadores como Blanc, Dugarry, Dutruel o Christanval daban fe del mito).

El francés al igual que la espada que da título al artículo era de pequeña estatura y entraba como un puñal en las defensas enemigas. Siempre como extremo derecho en aquel Barça de Rijkaard y compartiendo delantera con las dos estrellas del equipo, Ronaldinho y Eto’o el francés encontró su sitio llegando a marcar 12 goles en su primera temporada como azulgrana y desterrando el mal fario francés del Camp Nou.

Giuly no era un prodigio técnico pero sabía hacer muy bien la diagonal desde ese costado derecho para llegar a zona de gol. Le benefició que el foco de juego de aquel equipo estuviera en la izquierda, puesto que Ronaldinho y Deco aglutinaban el juego y el francés tuvo olfato para explotar el lado “débil” de los contrarios como nadie.

Decíamos que el fusil Chassepot con bayoneta sustituyó al “glaive” en la legión francesa y algo parecido le sucedió al bueno de Giuly en el Barça, puesto que al empezar la temporada 2005-2006 un nuevo arma apareció en las hordas Barcelonesas, se llamaba Leo Messi y su poder de destrucción era mayor que el “glaive” francés.

Aún así compartiendo protagonismo con Messi el francés siguió dando buen rendimiento y logró marcar 8 goles en 48 partidos dejando uno que quedará grabado en el imaginario culé, el francés hacía caer San Siro con su diagonal y a la postre ese gol llevaba al equipo a París. El Barça de Rijkaard había alcanzado la madurez y en la final ante el Arsenal Ludovic salía campeón de Europa, en un partido en el que el francés vio como le anulaban un gol siendo al final los héroes del partido Larsson y Belletti.

En su última temporada en el Barcelona jugó más partidos que en ninguna otra, puesto que el arma de destrucción masiva de origen argentino no estuvo disponible en muchos partidos. En 46 partidos el francés marcó otros 6 goles más. Aquel ejército que había conquistado Europa se deshizo casi tan rápido como se formó y Giuly emigró a Italia aunque dejando su nombre grabado en el Barcelonismo. Definitivamente el “glaive” derribó el mito y dio paso a que otros galos ilustres grabaran su nombre en la historia del Barça.