En Rondo Blaugrana queremos ir llenando los huecos que nos demandan nuestros lectores. Esta vez hemos pensado en intentar acercar el punto de vista del entrenador al aficionado medio. De una manera pedágogica y sencilla iremos, poco a poco, desgranando conceptos futbolísticos desde la óptica del técnico profesional. Paso a paso y de la mano de varios entrenadores que iréis conociendo, entre todos iremos aprendiendo juntos.
Para hoy tenemos una charla conceptual a tres bandas entre dos entrenadores de los que esperamos seguir oyendo hablar por aquí como son Levi Cantero y Kevin Vidaña, y un jugador profesional de la liga indonesia, José P. Galán.
Esta aventura no ha hecho más que comenzar…

Levi Cantero: Quizá estemos sucumbiendo a la tiranía impuesta o dejada ser impuesta por aquellos que necesitan la imperiosa necesidad del reconocimiento ajeno haciéndolo propio, y es que la cada día más feroz caudillaje labor del entrenador y su cuerpo técnico hacen que como primer mandamiento sea quitarle al jugador el placer por jugar en detrimento del sadomasoquismo físico-táctico (como ahora se teoriza en los cursos de entrenadores). Viendo las pretemporadas de los equipos profesionales, me imagino que se preguntarán Özil o Isco cuando les den esa barra tan necesaria o esas indispensables vallas atléticas que ha impuesto el Sr. Ancelotti en sus entrenamientos.

O esas 2 lágrimas que se me cayeron al leer el otro día unas declaraciones de Oliver Torres afirmando que «..,el Cholo me esta convirtiendo en un hombre…» «…tu no Oliver, tu no….» Me dije a mi mismo. Ancelotti les regala barras y vallas, Simeone 3 sesiones diarias y en la relación causa efecto que incoherentemente utilizamos y hacemos necesaria los entrenadores, cuando se les ocurra la gran idea de alinear a estos jugadores tocados y bendecidos por y con la varita mágica del talento que tienen a sus órdenes y estos nos regalen y expongan sus tesoros futbolísticos escondidos e ignorados por el momento y atesorados por y entre ellos , sus entrenadores y componentes técnicos robarán y se harán dueños de una parte de ese talento expresado libremente haciéndose contribuyentes del mismo, siendo el efecto de bailar con barras, saltar a la comba, poner pesas y maquinaria de gimnasio en el campo o demás sandeces que muchos piensan pero solo algunos nos atrevemos a decir sin miedo al encasillamiento y al miedo por expresarlo como es la incompetencia de «los caudillos del banquillo».

Jose P. Galán: Como jugador y más aún como amante de este deporte está claro que sólo soy feliz en un entrenamiento cuando hay un balón de por medio, pero sí que entiendo que el entrenamiento físico es un «mal necesario» especialmente en esta época de pretemporada. Por suerte para nosotros los futbolistas y especialmente en España ya no existen apenas días de palizas físicas en las que mirabas los balones encerrados en la red con recelo y envidia como si se tratara de un manjar y de los que estabas privado las dos horas de entrenamiento y te tenías que conformar con imaginarte haciendo jugadas con él mientras procurabas no perder la cuenta de vueltas al campo que te quedaban para acabar el «fartlek». Pero es cierto y he de decir que me alegro muchísimo porque sea así que cada vez son más los entrenadores y preparadores físicos que adaptan las tareas físicas a ejercicios con balón dónde se pueda trabajar y mejorar la capacidad física del jugador pero sin caer en la monotonía, el aburrimiento y la desidia. Ejercicios donde el balón sea el centro de atención, que por algo es lo que te hace ganar o perder partidos. Esto no quiere decir que el jugador corra o trabaje menos, una creencia bastante arraigada años atrás por entrenadores de nuestro país o aún recientemente en países más subdesarrrollados futbolísticamente como es en los países en los que he jugado (Tailandia o Indonesia) en los que cuando perdemos partidos el presidente nos hace correr 10 km todas las mañanas porque erróneamente cree que así estaremos mejor físicamente en el campo. Pero es totalmente al contrario, cuando corremos con la motivación de un partido, una posesión, u otro tipo de tarea donde el balón esté presente quizás trabajemos más y mejor, porque lo que está claro es que con cualquier trabajo tienes que disfrutar con lo que haces, y más si este es un deporte y en definitiva un JUEGO, que nunca se nos olvide, que el fin último es divertirse, porque creo que no hay dudas de que el rendimiento en el trabajo o en el deporte cuando existen motivaciones intrínsecas y sobre todo pasión y entusiasmo por lo que se hace es mucho mas eficaz y eficiente.

Kevin Vidaña: Se habla más de preparación física que de tácticas y más de tácticas que de fútbol, porque a los entrenadores nos ocupa más la nimiedad de aparentar que el miedo de ser. En «Elogio de la ociosidad» se dice que la inutilidad es snobista, curioso que ‘facha’ signifique apariencia exterior y de ideología muy conservadora.

La excelsa preparación física acelera los tiempos adecuados en fútbol. Los esfuerzos inflexibles no resisten la velocidad que aparentan si se encuentran disociados del arjé, que es la pelota.

Giovanni Papini dice que «la vida es un engaño que se trama en daño propio, el progreso de la humanidad conduce a su autodestrucción«. Óscar Cano comenta que «estamos autoconstruyendo el fútbol en otro deporte. Los equipos están muy bien entrenados para jugar fatal«.

Porque para jugar bien primero hay que jugar, que siempre estuvo mas cerca de descubrir y construir que de impedir y destruir. El juego es la esencia de la manifestación inteligente de la vida. Para Johan Huizinga «se trata de la autorrepresentacion del ser en el cosmos«, por lo que la verdadera eficacia nunca puede relacionarse con la opresión del pensamiento.

Los entrenadores contemporáneos confundimos alienar con alinear. Alienar es causar la pérdida de la identidad o las ideas propias, mientras que alinear es incluir a los jugadores que han de participar.

«Los jugadores inteligentes se ordenan desde la libertad, los otros desde la disciplina. Con ello aparece el equipo y la idea». César Luis Menotti

«El artista solo puede hacer arte grande en absoluta libertad, lo otro es sometimiento, arte convencional, y por lo tanto falso». B. Russell

Levi Cantero: Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros, hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un fútbol sin jugadores indisciplinados talentosos. Sin embargo hoy día la necesidad se cementa en la imperiosa aparición del jugador “disciplinado y táctico”, disciplinado, por maestría del entrenador y táctico, “porque hace lo que se le pide y no se complica”. Son jugadores necesitados y necesarios entre ellos y los entrenadores, y se dicen que para que el “talentoso” juegue necesitan a un ciborg-jugador de éstos. Son el producto de los entrenadores estudiosos modernos de hoy. Es como si al Madrid actual, para disfrutar de y con Modric, el croata necesite la imperiosa presencia de Khedira. Por disciplinados y tácticos nos vienen a la mente gran cantidad de jugadores que marcaran disciplinadamente el rinconcito de terreno de juego que se le asignen (tan disciplinados que lo seguirían marcando incluso si no hubiese contrarios ni gente en el campo), en definitiva son un tipo de jugador de sustentación del entrenador. Los obedientes justifican y defienden más aun si cabe al entrenador, como antes he dicho son necesitados necesarios. Los entrenadores lo saben, por ello tienen preferencia por los obedientes-tácticos-incomplicables, y en gran cantidad de metodologías se hace apología de éste tipo de productos.

«Yo no necesito del balón para dominar un partido», dijo en este comienzo de temporada un entrenador, y nadie comentó nada. Ese «yo» inicial excluía a los jugadores, y es fácil imaginar que el ataque no se manejaba ni como hipótesis de trabajo. Lo curioso es que, cuando un entrenador dice algo tan alejado del sentido común después de ganar tres partidos seguidos, nos lo tomamos en serio. E Isco u Özil, ¿qué instrucciones cumplen?; ¿por qué no son tácticos? De hecho no cumplen ninguna, o simplemente las de nadie, únicamente las de su propia determinación. Emerson escribe que la poesía nace de la poesía, y parafraseando al poeta brasileño podemos decir que el fútbol nace del fútbol, ni de la táctica, ni de la preparación física, ni de demás innecesarias necesitadas que como dice Kevin estamos convirtiendo este deporte. Al talento auténtico no hay modo de contenerlo, ni para los adversarios, ni para sus propios entrenadores. El genio se descubre porque utiliza la técnica como herramienta de la originalidad, pero el hueso de su creatividad es una rebeldía que tiene a bien desobedecer. En fútbol las cosas son como parecen y al auténtico grande se lo ve detrás de cien misiones vulgares Un solo párrafo puede exigir muchas horas; pero si no parece el don de un momento, nuestro tejer y nuestro destejer son inútiles.

Y solo unos pocos, y algunos de éstos pocos,disfrazados, nos atrevemos equivocadamente seguro, quizá, no sé…a por lo menos replantear lo que los “nuevos estudiosos” hablan como verdades inamovibles, cegados de oscuras clarividencias compartidas por la gran mayoría de los necesitados de ceguedad. Quienes hoy se llaman intelectuales, estudiosos o periodizadores no lo son en verdad, ya que hacen de la inteligencia un oficio casi insolente o un instrumento para la acción. Porque yo, aunque algunos estén más que ciegos ante la incierta y efímera realidad futbolística, seguiré teniendo a distancia esa relación amistosa que consuela de tantas tristezas. Me temo que esa posición no sea entendida por los que cada vez pretenden más que el jugador sea como un ladrillo, con todas las aristas a la vista, el paralelepípedo macizo que sólo puede ajustarse a otro paralelepípedo. No sirvo para hacer paredes, me gusta más echarlas abajo.

José P. Galán: VERDADES INAMOVIBLES, ese concepto tan bien definido por Levi es del cual quiero hablar y mejor dicho, «denunciar» hoy.

Porque como jugador, amante y aficionado de este deporte estoy harto de verdades inamovibles, prejuicios establecidos y doctrinas futbolísticas estereotipadas.

Estoy harto de que se mire el carné del jugador para ensalzar o desestimar el valor de su juego, cuando ha quedado demostrado hoy y siempre que hay jugadores acabados con 25 y otros con 35 en mejor forma que juveniles, creo que no se puede juzgar la capacidad o el posible rendimiento de alguien por su edad «física» y no la mental, ya que la capacidad para ilusionarse no entiende de años y sí de motivaciones. Cada futbolista es un mundo y hay que valorar muchas cosas más (lesiones, nutrición, vida saludable… ) a parte de una fecha de nacimiento.

Harto de que se juzgue a los jugadores técnicos como poco comprometidos (como si viniera de serie y un jugador técnico no puede ser además disciplinado tácticamente o comprometido en la parcela defensiva). Harto de que se diga que un jugador negro no pueda ser técnico, me viene a la mente el caso de Lass en el Madrid o hasta el mismísimo Yaya Touré en el Barça (de los que ciertos aficionados y prensa decían que no estaban dotados técnicamente). He llegado a ver clubes que desestiman jugadores por su nacionalidad: he visto decir este presidente no quiere jugadores africanos, o jugadores serbios… Como si por nacer en un país estuvieras cortado por el mismo patrón …cuando he visto jugadores africanos muy bien dotados técnicamente y españoles que no pueden dar un pase de 2 metros…

Harto de entrenadores que se enorgullecen en rueda de prensa de su gusto por el fútbol vistoso de toque (por eso de que no les llamen resultadistas o «amarrateguis») y de puertas para dentro no quieren ni un balón jugado de medio campo para atrás… Que hacen posesiones y entrenamientos basados en el balón pero que en los partidos les tiemblan las piernas si ven a sus centrales abiertos dispuestos a sacar el balón con criterio…

Harto de los que usan tópicos establecidos (en este campo no se puede jugar, es que jugamos fuera de casa, el partido no estaba para ello, tenemos que ser un equipo competitivo…) Puras etiquetas, etiquetas permitidas que entran dentro de lo normal pero que esconden tras de sí un miedo desacerbado, miedo a la derrota, miedo a jugar y dejar fluir a los jugadores y a su talento, y como bien yo escuché alguna vez: «Aquél que tiene miedo a perder, no merece ganar».

Harto también del obligatorio doble pivote, el concepto de mediocentro de contención defensivo que dé equilibrio (del Khedira es indispensable porque se coloca muy bien, no pierde el sitio, es que es muy bueno tácticamente), ¿acaso no sería esta la tarea del entrenador precisamente? Me refiero a que la tarea del entrenador es enseñar, y ya que el talento no se enseña ya que viene implícito en el jugador, en mi opinión la misión del entrenador sería contar con los jugadores con más talento y mostrarles, convencerles y enseñarles cómo, cuándo y dónde defender…

Lo fácil es etiquetar a futbolistas cada uno con su perfil de juego (este es técnico, este es disciplinado, este es físico…) pero los futbolistas como cualquier otro ser somos cambiantes y no inmutables y se puede cambiar (en la medida de lo posible y siempre con unos límites) tanto de pensamiento, como de actitud y hasta de tipo de juego en el campo, y en estos casos si que considero que la labor del entrenador es vital. A todos los jugadores les gusta tener el balón y atacar antes que defender, pero, ¿es el mismo Xavi o Iniesta de Van Gaal que el de Guardiola? ¿Tienen el mismo concepto del sacrificio, de la presión colectiva y el compromiso en defensa?

Este es un claro ejemplo de que el prejuicio derribado entre otros por Luis Aragonés, que tanto bien ha hecho al gusto por el fútbol combinativo de que los jugadores técnicos y físicamente endebles no está reñido con el compromiso, el sacrificio y el trabajo bien hecho defensivamente hablando. La evolución es factible, siempre que se crea en ella, y en la capacidad del futbolista. Pero el primero que tiene que creer en ello es el propio líder, el entrenador, porque el jugador de fútbol no es tonto y si entreve fisuras en los pensamientos o demasiadas dudas en las convicciones de su entrenador pasará factura y perderá credibilidad su discurso. Y es que el problema de notar que algo que te dicen no es verdad no es la «mentira» en sí, es que más adelante no te lo creerás cuando te digan la verdad.