Mañana 15 de noviembre se cumplirán 13 años del debut de Xavi con la selección española. Fue en un amistoso contra Holanda en La Cartuja. Dirigía José Antonio Camacho, quién confiaría en él para el Mundial de 2002, a diferencia de su sucesor Iñaki Sáez, que no le dio ni un minuto en la pésima Eurocopa de Portugal dos años más tarde. Desde entonces, la historia del centrocampista ha estado asociada al buen juego, títulos y reconocimientos individuales.

Si bien no tuvo tanta continuidad en los mejores años de Rijkaard debido a las lesiones, una de las cuales le impidió estar en la Champions de París, con la llegada de Pep Guardiola al banquillo y tras una magnífica Eurocopa 2008 en la que es elegido Mejor Jugador a las órdenes de Luis Aragonés, el de Terrassa adquiere una relevancia en el juego que explicaría parte del éxito del Barça 2008-2012. El equipo va evolucionando año tras año hasta alcanzar la cima futbolística en Wembley -juego de posición con Messi de falso 9 elevado a la máxima expresión- y Japón –el Barça más fluido y líquido lleno de centrocampistas, sin apenas posiciones al uso-.
Aquel Barça de Guardiola no se entendería sin Xavi, Iniesta o Messi. Porque estaba construido y orquestado alrededor del balón. Un instrumento tanto ofensivo como defensivo. Porque nadie mejor que Xavi sabía cuando escondérsela al rival. El 6 condicionaba el juego y lo dominaba. Algo que se trasladó a la selección, si bien ésta se fue matizando con la llegada de Vicente del Bosque y la introducción de Busquets y Xabi Alonso en la base. Pero la idea de partida seguía siendo similar: ordenarse alrededor de la posesión para desordenar al rival. Con dosis de paciencia y sin importar caer en la horizontalidad en algunos tramos.

Xavi es sinónimo de posesión, un concepto demasiado manido que quizás ha adquirido un tono burlesco o incluso cínico desde algunos sectores, obviando que, guste o no, ambas cosas han ido unidas a más de una veintena de títulos. El egarense siempre recuerda que a su llegada a la cantera del Barça con 11 años le dijeron aquello de “Aquí no es pot perdre la pilota mai”. /”Aquí no se puede perder la pelota nunca”. Xavi tomó buena nota de ello y pasadas dos décadas sigue demostrando que a pesar de su edad y que el físico se va resintiendo, tiene poder y fútbol como para seguir sobreviviendo en cualquier tesitura. Ya no podrá ser un jugador tan dominante pero su mera presencia sigue condicionando a rivales que lo ven y sienten con auténtico respeto. Es lo que tiene ser una leyenda. Hasta que decida decir adiós. O como Pep en su momento… Hasta luego.

Y, mientras, dejamos abierto el debate sobre su figura. ¿Qué rol creéis que debe tener Xavi en el equipo?