Tras varios años estancado en busca de un estilo definido, el PSG por fin ha encontrado su propio sello de identidad. Un sello con capacidad de recobrar la ilusión en las lujosas calles de la capital francesa, en las que años atrás a la llegada del jeque, se veían obligados a conformarse como mucho con un pobre sexto puesto, y eso que antes de su llegada seguían siendo el equipo más poderoso de Francia en cuanto a material económico. París tiene motivos para soñar esta temporada.

Pese a que el comienzo del proyecto fue un tanto irregular, con Ancelotti el PSG encontró su punto culminante que le llevó a conseguir la Ligue 1 la temporada pasada. Ancelotti dotó al sus jugadores de un equilibrio que no tenía antes, y además, consiguió combinar la táctica con la pegada, por lo que el resultado fue casi perfecto. Los cuartos de final ante el Barcelona pudieron ser la consagración europea del proyecto parisino, pero un Messi muy inspirado que volvía de lesión les apeó de un sueño que parecía factible visto los partidos anteriores. En liga, el PSG acabó líder con una superioridad aplastante, y Ancelotti cogió las maletas para embarcarse en el proyecto del Real Madrid, que también exigía un equilibrio fundamental en cada equipo. El elegido para sustituir a Carletto fue Laurent Blanc, uno de los entrenadores más pragmáticos del fútbol francés y que pese a que en la selección francesa no había podido sacar el máximo provecho de su equipo, era un entrenador exitoso en Francia. Gracias a su eficaz e innovador estilo de toque el Girondins de Blanc puso fin a la interminable hegemonía del Lyon en forma de siete ligas que había hecho de la Ligue 1 una liga sin emoción, parecida a lo que se vive actualmente en España. Blanc, como todo entrenador que ha pasado por el PSG en los últimos años, se encontró con numerosos problemas a la hora de moldear su equipo.

El comienzo: 4-4-2 con Ibra-Cavani en ataque.

El primer esquema que utilizó Laurent Blanc en el PSG fue un 4-4-2 bien definido, similar al que utilizaba en Burdeos, con Cavenaghi y Chamakh en ataque. Pastore ejercía de Gourcuff en la izquierda, mientras que Lavezzi en la derecha se eregía como el contraste en una línea de 3/4 en la que aparecía Ibrahimovic para descongestionar el ataque parisino. Por lo tanto, este esquema es prácticamente el mismo que utilizaba Ancelotti la temporada pasada, en el que Ibrahimovic bajaba a recibir más allá de 3/4 con total libertad, fijando así a su central, y permitiendo las llegadas constantes de los laterales por dentro o las llegadas de Matuidi en segunda línea. Los problemas llegaron en el centro del campo. El equipo se rompía, principalmente por el espacio de Matuidi, que no tenía un jugador por detrás que le guardase la espalda cuando éste iniciara sus llegadas al área rival. El estilo estaba definido bien, pero el problema se evidenciaba en la espalda de los medio centros. A principios de temporada, el PSG comenzó sufriendo ante el Girondins en la Supercopa (Que terminó venciendo 2-1 en el último minuto), empató ante el Montpellier en Ligue 1, empató también ante el Ajaccio y ganó al Nantes concediendo el triple de ocasiones que la temporada pasada. Blanc pensó, y su cambio originó una mejora aniquiladora para el resto de rivales en Francia.

Del 4-4-2 a un 4-3-3 con la entrada de Motta.

Blanc volvió a emular a Ancelotti. El problema estaba en el centro del campo, donde Verratti se sentía muy poco arropado y donde los rivales aprovechaban la espalda de Matuidi. Motta era el jugador ideal para enmendar estos problemas. El italo-brasileño es un jugador que además de ser un jugador muy dotado tácticamente, tiene una excelente capacidad para aguantar la posesión de balón. Blanc mató a dos pájaros de un tiro con la incursión de Motta en el once. Quitó a Pastore, que estaba estorbando a veces a los laterales, y permitió las subidas constantes de Van der Wiel y Maxwell, siempre arropados por Motta. Cavani pasó a la derecha para aportar garra y trabajo en línea defensiva de presión, y Lavezzi ocupó la banda izquierda, para darle una profundidad en ataque posicional idóneo para el equipo parisino.

El PSG creaba mucha superioridad en campo contrario únicamente con la entrada de un jugador en el once, y claro, el resultado no pudo ser mejor. Las victorias no tardaron en llegar, y en Europa, la superioridad fue aplastante. Olympiacos, Anderlecht y Benfica sucumbieron ante un vendaval parisino que presentó su candidatura para ganar la Champions League.

Además de generar un superioridad concluyente en Europa, el PSG también mejoró ciertos quebraderos de cabeza para Laurent Blanc a principios de temporada. En primer lugar, el porcentaje de disparos encajados por partidos disminuyó el triple, y segundo, el PSG comenzó a ejecutar 300 pases más por partidos que con Ancelotti. El cambio de estilo había surgido efecto en apenas mes y medio, y el balance no podía ser más abrumador. Toque, paciencia, solidez defensiva, solidaridad ofensiva y velocidad en 3/4 eran las principales balas de este PSG. Era evidente que el cambio de Blanc había sido liquidado para bien. Los buenos entrenadores se caracterizan por estas cosas, y Blanc cumple el perfil de entrenador grande en el fútbol francés.

Así llega a la eliminatoria ante el Bayer Leverkusen.

El sorteo de los octavos de la Champions League fue benévolo para el PSG. Los parisinos querían evitar a toda costa a Arsenal y Manchester City, y por el contrario, anhelaban a un rival tipo Zenit o Bayer Leverkusen. Cuando acabó el sorteo, Ibrahimovic declaró en rueda de prensa que estaban muy contentos del rival, pero que también destacaba su gran temporada en la Bundesliga, donde ha sido el único equipo capaz de hacer frente la incontestable hegemonía del Bayern de Múnich.

En primer lugar, cabe destacar que el Leverkusen es el rival al que su estilo de juego beneficia más al PSG. Su estilo de juego se caracteriza por la velocidad a la contra, por lo que la presencia de Motta en el once no es negociable. Es previsible que los alemanes salgan muy replegados, intentando cerrar huecos por dentro, y erigiéndose como un equipo feroz a la contra. Ahí es donde Ibrahimovic, jugador que en determinadas fases de juego se coloca a la altura de Verratti para iniciar jugada, deberá empinarse como el verdadero líder del PSG. También hay que preponderar que la ida es en Alemania, y en su campo, el Bayer suele ser más ofensivo que cuando juega de visitante. Por lo que además del equilibrio defensivo, la pegada del PSG en los metros finales se antoja fundamental.

El PSG además, tiene en su defensa al mejor central del mundo. Thiago Silva se ha convertido en el mejor del mundo en su puesto. Y a su lado está Alex, que aporta la veteranía indispensable en cada equipo que disputa competición europea. La defensa es el complemento que completa un equipo total línea por línea.

Comencemos por la delantera. Es quizás una de las mejores de Europa. Ibrahimovic, Cavani y Lavezzi son tres jugadores consagrados a nivel mundial. El sueco es el absoluto líder del equipo, baja a recibir, juega a su antojo con total libertad y además, es determinante cada vez que pisa el área. Sus constantes ayudas en 3/4 permiten que Cavani ejerza de delantero centro a pesar de comenzar como extremo, y que Lavezzi rompa con sus desmarques a la espalda de la defensa. Lavezzi es un comodín para el PSG, ya que todo el espacio que genera se le añade el de Ibrahimovic, y permite las llegadas en segunda línea, que es una de las claves de este equipo.

En el centro del campo, Motta es la pieza fundamental y más infravalorada de este equipo. Sin su presencia, el PSG se ablanda y no encuentra equilibrio en la medular. No sólo aporta táctica y rigor defensivo, sino que también posé un pase largo prodigioso que ha decidido algún encuentro. Con Motta, Verratti tiene mucha más incidencia que el año pasado en 3/4, por lo que su pausa, sus pases al hueco y su agresividad permiten al PSG hacerse dueño de la pelota durante prácticamente el 90% de los partidos. El más beneficiado de la presencia de Motta es Matuidi, que constantemente pisa el área rival y también es un recurso a la hora de presionar a los jugadores con mayor capacidad técnica del equipo rival.

El principal hándicap de este equipo es quizás el banquillo. Jugadores como Marquinhos o Rabiot, con un gran margen de mejora, son jugadores sin experiencia en Europa. También le pasa esto a Lucas Digne, que poco a poco empieza a cobrar protagonismo en el PSG en detrimento de un Maxwell al que los años le pasan factura. Mènez y Pastore son dos jugadores con gran potencial también, pero que últimamente se han declarado en rebeldía tras su poco protagonismo, y no cuentan con el aval de Blanc en los partidos importantes. El único que quizás si está a la altura del once titular es Lucas Moura, que ya ha dejado destellos de su calidad en la Champions League y que sigue peleando por un puesto junto a Lavezzi por ocupar la única posición que no está totalmente definida en el equipo: La banda izquierda -Maxwell y Digne se pelean el lateral izquierdo en contrapartida-. Es un equipo que pese a su excelente once titular puede acabar pagando los platos rotos de no tener una segunda línea de jugadores bien cubierta. Eso sí, pese a esto, consideramos al PSG favorito para estar como mínimo en semifinales de la Champions League,