ENCOMENDARSE A BUSQUETS E INIESTA

Cuando el Barça perdió estrepitosamente en el campo del Ajax, el proyecto del Tata Martino pasaba por su momento más complicado. Las críticas hacia el equipo eran recurrentes por el juego mostrado, ya que no se adecuaba a las exigencias de la identidad del club: el juego de posición se había ido empobreciendo hasta reducirse a su más mínima expresión; el equipo era largo, no llegaba a tiempo a presionar y el centro del campo había perdido peso en beneficio de las áreas.

Hasta ese momento, Martino había cambiado de rumbo tras comprobar que la premisa con la que se había presentado en sociedad– recuperar la famosa presión arriba– no acababa de funcionar; ante esa tesitura, el técnico rosarino había tomado decisiones drásticas. En unos meses, no era extraño ver al Barça replegar cuando el marcador le era favorable para luego aprovechar los espacios y salir al contragolpe. Una decisión que fue cuestionada, tanto por los medios de comunicación públicamente como por los jugadores de manera interna.

Tras la debacle de Amsterdam, el Barça se presentaba en Bilbao con la intención de resarcirse y reivindicar su orgullo propio. No obstante, el resultado frente al Athletic no fue el deseado, ya que se registró la primera– y de momento, única– derrota en el campeonato doméstico. A pesar de ello, los azulgrana completaron una actuación mucho más convincente que ante el Ajax, aunque no lo suficiente porque apenas se registraron ocasiones a su favor.

A partir de ahí, la cosa cambió. Martino se puso en manos de los Seirul·lo, Altimira y compañía para regresar a los orígenes del juego de posición, el control del juego a través de la posesión del balón. A pesar de las bajas de Valdés y Messi– y luego de Neymar–, el entrenador argentino puso al equipo en manos de Busquets e Iniesta, dos de los máximos representantes del modelo de juego del Barcelona. Con el centro del campo recuperando el protagonismo perdido, el colectivo recuperó el equilibrio e identificó de nuevo el camino sobre el cual se habían edificado todos sus éxitos.

Con dos centrales abiertos y que salen jugando desde atrás, los laterales muy arriba y los delanteros fijando el espacio entre el central y lateral contrarios, el centro del campo asumió el mando de la mano del mediocentro de Badía y el mediapunta manchego, que recuperó la chispa perdida antes de caer lesionado en el Calderón. A través del pase vertical del primero y del magnetismo en la conducción del segundo se creaban las primeras ventajas sobre las cuales se edificaba el buen juego del Barcelona.

Acompañados, además, por un excelso Cesc, quién ha mostrado una regularidad en su juego que no se le vio en sus dos anteriores temporadas, incluso han podido sobrevivir sin el mejor Xavi con el egarense sobre el campo, aupado a las zonas cercanas a la mediapunta debido a que el ritmo del partido lo llevaban otros. Además, la aparición de Sergi Roberto en la rotación ha aportado nuevos matices que enriquecen el manual de juego del Barcelona. Aunque la baja de Andrés se note en el campo, parece que el Tata ya ha encontrado el camino.