Si a fecha de hoy nos hicieran un examen sobre el FC Barcelona 2013/14 esta sería una pregunta con la que el profesor de turno nos pondría en serios problemas.

Con la plantilla actual, ¿qué modificaciones dentro del sistema se podrían realizar para mejorar la transición defensiva del equipo? Aplicar la solución propuesta en el partido de ida de la eliminatoria de UCL contra el Manchester City.

Las respuestas serían de lo más variopintas, estoy seguro: desde la utilización de un doble pivote pasando por apostar por un interior -o interiores- con mayor retorno hasta recuperar el “xavisistema” más extremo con pérdidas de calidad en zonas no problemáticas. Todas serían válidas a priori y en mayor o menor medida adecuadas ante un rival como los sky blues.

Incluso el propio Martino nos ha dejado pistas los últimos partidos -especialmente el pasado martes- de otra posible solución: los laterales, Alves y Alba, coordinando sus subidas. Es decir, si Alba se convierte en extremo con el balón en su zona, Alves se mantiene en línea con el centro del campo, centrando su posición para ayudar en la recuperación ante una posible pérdida. Cuando ocurre en banda contraria, se cambian los papeles. Como comentó @eumd en Twitter, ambos se vigilaban con la mirada separados por 60 metros, pendientes de lo que hacía el otro.

¿Fue efectivo en el partido de Copa contra la Real? Pues sí durante la primera parte, cuando el Barça se instaló en la frontal rival y castigó con balón, dinamismo y movilidad a la defensa donostiarra. En cambio, en la segunda parte con el equipo totalmente partido, no tuvo apenas incidencia. ¿Y contra el City? Pues sería una medida paliativa pero no lograría curar al enfermo.

Para contestar a la pregunta inicial e intentar sacar buena nota en el examen, habría que contextualizar el momento actual. El Tata tiene un margen de maniobra limitado: confección de plantilla, “principios Barça” innegociables, sin tiempo para probaturas…. Y encima nos jugamos los octavos de final ante un equipo que dispone de diferentes herramientas para penalizar nuestras carencias. Bajo estas premisas, lo más “sencillo” sería recurrir a una variante que ya comprobamos que fue efectiva en diferentes situaciones  y mejoraba el nivel defensivo global del equipo: Eric Abidal como lateral izquierdo corrector. La “abidalización”.

¿Se podría aplicar a este Barça? Sí con matices. El perfil de Eric no existe en la actual plantilla -por desgracia-, pero se podrían manejar un par de jugadores para realizar esa función a un nivel aceptable. Tanto Bartra como Mascherano tienen cierto bagaje en el lateral derecho: Marc en categorías inferiores y Javier durante un periodo de tiempo en el Liverpool de Benitez. Y si tuviera que apostar por uno, este sería Bartra, ya que de esta manera Javier como central por la izquierda sería más solvente cubriendo las espaldas a Jordi Alba que no un Piqué o el propio Bartra en esa posición.

Esta apuesta implicaría dos cambios sustanciales en el juego actual culé. El primero es la desaparición de Alves del 11 titular siendo este uno de los argumentos ofensivos de mayor peso en muchos partidos. El segundo, y quizá el más importante, sería girar 180º todo el sistema de ataque del Barça. Si habitualmente se sobrecarga el sector izquierdo para sorprender por el derecho -a grandes rasgos-, debería ser al revés con un LD corrector, y por lo tanto, obligaría a permutar la posición de los interiores, llevando a Iniesta al sector “importante” de ataque. Y además habría que redefinir la zona de confort de Messi, puesto que pasaría a ser el espacio sobrecargado del ataque blaugrana.

¿Y en el partido de ida contra el City? Pues se lograría minimizar el daño de las caídas a banda de Negredo y se evitaría que Navas disponga de una autopista en el otro lado. Además, Piqué quedaría menos expuesto en el lateral, puesto que ocuparía la posición más centralizada de todas en defensa y Busquets se sentiría bastante más arropado. Por contra, posiblemente tuviera una repercusión negativa en el nivel ofensivo culé.

No sé la nota que recibiría por parte del profe con esta contestación. Quizá, al día siguiente, en un alarde de sinceridad y con media sonrisa en la boca, el maestro nos haría partícipes de la respuesta correcta a toda la clase. Escribiría en la pizarra: “Problema sin solución.” Y muchos asentiríamos con la cabeza pensando «Maldita la gracia, habrá que volver en septiembre…»