Si tengo que hacerme con un nuevo jugador para mi equipo, dame un centrocampista, por defecto entienden este deporte y sabrán qué hacer, cómo comportarse, estén en el sitio del campo en el que se encuentren”. Guardiola dixit. Yo a veces pienso que cuando escucho a Pep decir la palabra centrocampista, era como cuando mi abuelo decía aquello de «Este es un buen pelotero«.

Y se fichó a Cesc para hacerle jugar de nueve y hasta salió bien, pues el de Arenys siempre se ha llevado bien con el gol. Y se fichó a Mascherano para hacerle jugar de central y todos recordamos su corte de balón ante Bendtner, que acabó dándonos la cuarta Champions. Nadie recuerda que fue el propio argentino, el que generó con una pérdida, esa tremendísima ocasión para los gunners.

Y tenemos laterales, como Adriano o Alves, a los que les gusta jugar más de interiores, asociándose por dentro, que pisando la cal. Ya abrirán el campo los «extremos» aunque jueguen a pierna cambiada. “Extremos” que con gusto intercambiarían su posición con los interiores del equipo. Y jugamos con mediocentros que han hecho de la lavolpiana una costumbre, más que una jugada que genera ventajas. Pero el summum es que hasta nuestro nueve, aunque sea falso nueve, o quizá precisamente por serlo, cada vez centrocampea más. Él también quiere jugar al mismo deporte que el resto, porque puede, porque sabe.

Nuestra máxima preocupación para el portero que venga el año que viene, es que su manejo de pies se parezca más a Pirlo que a Gattuso. Que tenga un buen uno contra uno, una gran habilidad en el juego aéreo y por ende dominio de su área, seguridad en el blocaje, reflejos… nada, irrelevante. Todo esto que cualquier ojeador de porteros tiene en rojo en su libreta, en el Barça torna en secundario.

Los centrales tienen que tener buena salida de balón como premisa, si es con la capacidad de dividir y subir al ataque, mucho mejor. Necesitar un perfil Puyol, es trasnochador… Lo importante es que el balón cruce limpio la línea de medios y si es con el balón controlado en los pies mucho mejor, otro káiser más en la línea defensiva que siempre queda pulcro.

Los libros de historia guardan en un capítulo escrito en letras de oro, la página de un partido jugado en el lejano oriente, con una copa en juego, cuyo nombre es bastante más grandilocuente que lo que de verdad otorga. Donde se practicó un fútbol paranormal, paradigma del centrocampismo. Un encuentro en el que todos, hasta quizá el propio Valdés, fueron peloteros que hacían de todas las partes del campo su zona de toque y descanso. Y que demostró que en el deporte no se puede ser esclavo de un estilo, sino que sólo se es esclavo de la victoria, siendo precisamente dicha manera de jugar lo que te la otorga.

Curiosamente, hoy tenemos un boquete, justo en el medio del campo, detrás precisamente de los interiores. Sin problema, nada que no se pueda solucionar con un interior box to box, un centrocampista, esta vez de verdad, para jugar precisamente en el centro del campo, o quizá no…