Hay momentos en nuestras vidas en el que las decisiones que tomamos marcan nuestro destino y el futuro, tanto el propio como el del entorno que nos rodea. Decisiones que, por h o por b, pueden considerarse errores, desde  cambiar de trabajo, dejar una relación de pareja, irse de casa, casarse, tener hijos…son momentos que definen nuestra vida, tanto como decidir lo contrario, quedarse en el hogar donde vivimos la infancia, seguir soltero por voluntad, aguantar en nuestro trabajo (los que pueden…).

Thiago Alcántara estaba en uno de esos instantes en el que debía decidir, ambas opciones, seguir y quedarse, como el marcharse, eran legítimas y comprensibles. Él debía valorar internamente qué era lo mejor para su futuro profesional y personal. Seguir en el Barça era apostar sobre seguro, sobre el equipo con un legado extraordinario y tener la seguridad que le caería, por inercia, el peso de ser el nuevo cerebro del centro del campo. Irse era jugársela, demostrar fuera que ese momento ya debía llegarle en el Camp Nou, pero que por motivos propios de la anquilosidad y el agradecimiento eterno no le habían llegado. Y quizá nunca le llegaría.

Decidió irse, ponderó el volver con el entrenador que le mimó y le entrenó durante varios años y le asentó en el primer equipo, el técnico que le dio confianza en partidos de gran importancia para el club como podía ser una final del mundialito de Clubes (la última gran exhibición colectiva del mejor Barça de la historia) o un clásico de Liga con el campeonato en juego. El estancamiento en el equipo y el propio (rindió demasiado por debajo de lo exigible). La no convocatoria en partidos de alta enjundia, junto a la falta de continuidad le dieron la posibilidad de elegir, eso y el ¿descuido? de una dirección deportiva…

El Bayern, el actual tricampeón, el considerado por todos como el mejor equipo de Europa actualmente, el llamado a marcar una tiranía en el campeonato teutón y en Europa, aglutinaba en su plantilla a muchos de los mejores centrocampistas del momento, piezas como Schweinsteiger, Kroos, Javi Martínez, la llegada de Götze, la posible inclusión de Müller en esa zona o incluso Alaba no hacían presagiar una cómoda adaptación del hijo de Mazinho.

Y no lo fue, lo contrario, su rol como mediocentro en los comienzos fue duro, criticado justamente y desestimado por Pep, que decidió probar con un lateral como Lahm en esa posición. Acertó, el Bayern mejoró hasta llegar a ser el equipo de Pep y a Thiago, con problemas físicos, le salía un nuevo competidor en esa zona. ¿Seguro que había acertado Thiago al venirse a Múnich?

Como el deporte, como la vida, depara oportunidades y opciones cuando menos uno lo espera (conocemos otra chica/o, nos llega otra oferta laboral, esas oportunidades del día a día que caen por estar allí…) Thiago volvió al once para tomar el rol de mediapunta, cómo fue en la final del mundial de clubes contra el Raja Casablanca y, finalmente, erigirse en un centrocampista contextual en el nuevo Bayern de Pep.

Todo en esta vida tiene un final, y lo que empieza puede acabar muy temprano, o no, pero Thiago sentía que debía demostrar fuera que era muy bueno, que realmente estaba entre la élite de los centrocampistas, que él debía ser titular en un Barcelona aspirante a todo y si para ello debía ponerse, otra vez, a las órdenes de Guardiola pues lo haría.

La temporada es muy larga, Schweinsteiger y Javi Martínez han de recuperarse de sus problemas físicos, su legado y competitividad están fuera de toda duda, es probable incluso que el mayor de los Alcántara vuelva a tomar un rol secundario en el equipo pero si en agosto la decisión tomada parecía un error, cuando se podía pensar (servidor creía que lo mejor era ir a Inglaterra…) que tendría demasiada competencia para poder asentarse en un club como el Bayern Thiago superó su mal comienzo, sus problemas físicos y esperó su momento, tanto en la zona del 10 como en la de interior del, ahora sí, Bayern de Pep.

Nunca debió ser fácil decidir marcharse de su casa, el Barça era el club de referencia en todo el mundo, cuando Guardiola llamaba cualquiera respondía presto a enrolarse con el que fue el mejor equipo de la historia, y ese legado debió perdurar años más tarde, pero en el caso de Thiago se dio cuenta que, seguramente, ahora mismo hay un proyecto mejor que el culé. Él acertó yéndose, aquí hace falta ver el por qué de la decisión.