El Barça volvía a la acción en Liga tras el mal partido en Anoeta que había dejado consigo una larga semana sobre el juego, el estilo, la mano de Martino y, en definitiva, las dudas que transmitía el equipo una vez más. Dudas que se podían intentar evaporar en el Camp Nou frente a un recién ascendido como el Almería que de la mano del joven Francisco está logrando ciertos réditos, estando de momento fuera de la zona de descenso. Su objetivo. Además, el Barça saltaría al campo sabiendo ya que en el derbi de la capital española, en el otro partido que indirectamente jugaba el equipo, se había producido un empate. Oportunidad por tanto para recortar al líder además de reencontrarse con viejas sensaciones.

La primera parte fue de dominio claro blaugrana de principio a fin y solo la falta de acierto en la finalización impidió ver un resultado más amplio. Los de Martino -que cumplía desde la grada el partido de sanción- salieron con mucho ritmo en la circulación de la pelota y mucha movilidad por delante del poseedor de balón. El técnico rosarino había decidido volver a un 1-4-3-3 ortodoxo con algunas novedades como Puyol y Mascherano en los centrales y Xavi formando dupla con Cesc en la posición de interior. 4 futbolistas que recordemos no habían sido titulares en San Sebastián. El Almería, dispuesto en un 1-4-5-1 -sistema que suelen replicar la mayoría de equipos en Barcelona-, se encontró con un serio problema en su banda izquierda. Alves ahí tenía todo el carril para él gracias principalmente al comportamiento interior de Alexis, que empujaba la defensa y ocupaba eficientemente área contraria, y al menor compromiso defensivo de Aleix Vidal, quién a la media hora sería cambiado de banda por Jonathan Zongo. Además, la continua movilidad de un Alexis que estuvo además bastante fino en la asociación, era compensaba por Messi, que se acercaba a la banda derecha jugada tras jugada para asociarse. Alejándose de unos centrales que no le seguían y permitiendo la superioridad en esa zona. Como consecuencia de ello, ya vimos en apenas 6′ que el Barça había logrado mover a la defensa rival para dejar solo a Alves en 3 ocasiones. El brasileño sería una fuente constante de ventaja en ataque si bien luego defensivamente su espalda debía ser cubierta por Xavi y Puyol. Es decir, el centrocampista con menor peso en transición defensiva y el zaguero de menos velocidad de la plantilla. Pero al Barça le compensaba este riesgo y más dominando. Recuperando muy, muy arriba la pelota con un Busquets que hoy vivió unos minutos realmente plácidos y que seguramente anhelaba.

Al margen de las superioridad en derecha, la otra fuente de ventajas en la primera parte fue la banda izquierda, con Neymar muy de ‘chincheta’. Le costó entrar en calor pero terminó superando a Rafita en el 1×1. Muy participativo y activo, le faltó acierto en la finalización. Estuvo realmente impreciso en el remate y pase definitivo. Pero su partido merece atención más si cabe cuando su rol de extremo pegado a la cal no es sinónimo de sacar el máximo potencial del brasileño. Si el partido se había iniciado con el juego inclinado hacia derecha y un Alves que llegaba muy libre, a medida que avanzaban los minutos todo el peligro partiría desde izquierda con Neymar. En ese tiempo Alexis de manera oportunista cuán delantero centro y Messi de excelso tiro libre habían adelantado a los locales. Sin embargo, sería en una acción a balón parado que el Almería recortaría la desventaja. Un drama el Barça en este tipo de acciones que debe minimizar como el comer en citas importantes -el día del City lo logró, por ejemplo-. El 2-1 no reflejaba la superioridad del Barça así que en los siguientes 45′ tocaría seguir remando.

Tras el descanso, el partido cambió. O, mejor dicho, el Barça mutó. Bastaron 5-10 minutos para intuir lo que otros partidos ya se ha observado: una alarmante falta de continuidad. El equipo dejó de mover la pelota con velocidad, la movilidad por delante de balón brilló por su ausencia y así todo el ataque se tornó en algo previsible y monótono. Abundancia de pases al pie, más errores que en la primera parte y los de Francisco que podían empezar a creer en sacar algo positivo de su visita. Sí es cierto que se observó un mayor compromiso defensivo en la línea de 5 del Almería después de la reanudación pero el bajón de los culés fue decisivo para el cambio de inercia. Los andaluces no se encontraban nada incómodos y Francisco decidió dar un pasito más con la entrada de Barbosa por Rodri, hasta entonces una isla arriba desconectada del equipo. Zongo pasó a ser la referencia -tremendo desgaste el suyo, partido muy notable- y Aleix Vidal volvió a su banda de origen, la izquierda.

Cuando Neymar recibía ya no era en ventaja. Los pases que iban dirigidos a él o a cualquier otro compañero se adivinaban desde la plaça Francesc Macià. El equipo era incapaz de tejer superioridades por dentro una vez le habían cerrado la llave por fuera. Amplitud pero sin profundidad. Con posesión pero sin dominio real se fueron sucediendo los minutos, con un Almería que creía pero que no podría al final sacar más. Martino decidió hacer tres cambios escalonados cuya incidencia en el juego sería nula. Pedro por Alexis (72′), Iniesta por Cesc -hoy más desapercibido que otras citas- (78′) y Tello por Neymar (87′). Y mientras, Puyol daría tranquilidad al público tras aprovechar un grandísimo cabezazo de Messi en un córner y Xavi sentenciaría de bello disparo. Todo ello añadía más ingredientes bizarros al ya complejo dibujo blaugrana. Un Puyol que todos sabemos que no está bien y que cualquier día puede ser su último partido en el Camp Nou. Ya no digamos su último gol. Quizás lo vimos ayer. Y Xavi. Capaz siempre de aparecer en la foto. Su leyenda es incuestionable así como su legado pero no cabe duda de que su ejercicio no es el de aquel caudillo que era capaz de imponerse y dominar sobre cualquiera. Como digo, puede parecer anecdótico pero que el tercer y cuarto gol lo marcaran los dos capitanes no deja de tener, permítanme, su qué.

Al final, 3 puntos necesarios que acercan al liderato, menos lejos que hace una semana. Pero el equipo sigue dejando muchas dudas en cuanto a juego y falta de solidez. No se atisba continuidad durante los partidos. Se alternan tramos muy buenos con otros realmente vulgares en los que parece que el equipo camina sobre una cuerda y sin red de protección alguna. Más como un funambulista inexperto que como un equipo compacto. A día de hoy es como aquella chica que hace unos años te enamoraba pero que ha perdido aquel encanto único que te atrapaba. Te sigue apeteciendo quedar con ella porque besa bien, ya la conoces y tienes tus momentos realmente buenos con ella… Pero ya no te llena tanto como antes. No te apetece quedar tan a menudo y su presencia incluso a veces te incomoda.

Con todo, lo bueno del fútbol es que puede que esa chica termine levantando pasiones inigualables en mayo. Que aunque el Barça sea un sí… pero no, cosas más raras se han visto. Tiempo hay para mejorar y seguir trabajando. Pero las sensaciones a día de hoy no son buenas.