La lesión de Víctor Valdés, uno de los pilares fundamentales del equipo y uno de sus futbolistas más determinantes, vuelve a poner la mirada del aficionado culé en la cantera. Más allá de la trascendencia deportiva y sentimental que guarda la lesión de Valdés y con Pinto como titular indiscutible para lo que resta de temporada, es un buen momento para repasar el estado de los porteros en el fútbol base.

Una posición controvertida

Siempre ha existido y siempre existirá la dificultad para captar y fichar porteros en el FC Barcelona, así como para que estos vayan escalando categorías al mismo ritmo que el resto de jugadores. La portería es, sin lugar a dudas, la posición en la que más cuesta afianzarse para hacer carrera en un club como el Barça.

Pese a que existen casos, los guardametas que llegan al club en las categorías más inferiores no acostumbran a escalar más allá de cadetes o juveniles. La realidad es que en benjamines, alevines e infantiles los porteros no están exigidos durante los partidos ya que apenas participan. En 2011, explicaba Zubizarreta a Martí Perarnau (“Senda de Campeones”), que tanto los ojeadores como los técnicos blaugranas tenían que hacer un esfuerzo para continuar viendo en el portero la figura de un tipo que para balones y no el de un jugador de campo. Que tenían que esforzarse en no ver al guardameta como un libre, porque en la mayoría de partidos la posesión de balón es tan elevada que el portero acostumbra a intervenir más con los pies que con las manos, hecho que nos lleva a olvidar que están allí para parar. La realidad es que sí, los porteros más jóvenes de la Masía están mucho más exigidos en los entrenamientos que en los encuentros del fin de semana y no es nada fácil crecer en esas circunstancias.

Pero para los ojeadores tampoco lo es el detectar a arqueros de garantías paras categorías más allá del cadete. Tanto en Cataluña como fuera, existen muchos buenos porteros que paran balones, pero son escasos los que están capacitados para jugar muchos metros por delante de la portería, con referencias lejanas y movilidad continua, y que sepan permanecer inmutables y tranquilos cuando los centrales tocan el balón a tres metros de la línea de gol.

A esto hay que añadirle, además, que una vez llegados al fútbol profesional culé (primer equipo, filial y Juvenil A) la competencia entre porteros es feroz y conseguir la titularidad es un reto en el que participan muchos. Personalmente, llevo tiempo comentando que contar con seis guardametas para el primer equipo y el filial es una exageración completamente innecesaria que a la larga no sirve para nada más que para cortar la progresión de muchos de ellos. En mi opinión, creo que el límite entre ambos equipos debería estar en cinco porteros aunque yo incluso apostaría por cuatro. Y es que, si actualmente las cosas fueran a peor y el primer equipo necesitase echar mano de un tercer portero, ¿no estaría Masip – que lleva jugando toda la temporada – más preparado para ejercer como tal que Oier que ni siquiera ha pisado el césped?

Lo mismo pasa con el Barça B. Es muy triste observar como jugadores que habían rendido tan bien cuando disponían de minutos, como es el caso de Bañuz, ahora entrenan para ir a la grada jornada tras jornada.

Lo que se viene

Si todo va según lo previsto, de los actuales en la plantilla del filial la temporada 2014/2015 sólo quedará Adrià Ortolà. El alicantino es un portero muy ágil y flexible, que va muy bien por alto y de técnica excelente en el blocaje. Ha demostrado solvencia con los pies en los encuentros en los que ha tenido que suplir a Masip (siete partidos, 630 minutos en total) y se ha hecho con el título de portero suplente por delante de Miguel Bañuz.

Bañuz, tras una campaña brillante en el juvenil de Òscar García, ni ha tenido ni está teniendo presencia en el Barça B de Eusebio: menos de 200 minutos jugados el curso pasado y ninguno en el actual. El de Elche posee una mentalidad ambiciosa y es difícil verle rendirse, pero pese a que ha trabajado mucho para mejorar sus déficits, no vamos a volverle a ver de blaugrana porque lo lógico sería que abandonara el club en verano y buscara minutos lejos del Miniestadi. Condiciones no le faltan.

Por otra parte, es normal que Eusebio Sacristán no se arriesgue con las rotaciones en portería cuando el titular tiene el nivel de Jordi Masip. El sabadellense es un arquero muy elástico, veloz en el desplazamiento, con un alto grado de activación y concentración. Técnicamente es casi perfecto; experto en el blocaje, de estiradas imposibles y con más habilidad en el juego de pies que la mayoría de los porteros de la élite. Retenerle un año más en el Miniestadi sería cortar su progresión y su lugar debería ser el Camp Nou.

Pese a las más que probables marchas de dos de los tres porteros del Barça B, el Mini no estará falto de efectivos en la portería ya que es esperable que tanto Ondoa como Suárez asciendan en verano.

Joseph Fabrice Ondoa fichó en 2009 por el cadete culé – proveniente de la Fundación Samuel Eto’o – y desde entonces no ha dejado de ser uno de los porteros más destacados temporada tras temporada. El camerunés cuenta con un físico poderoso, una mentalidad trabajadora y valiente y un gran golpeo con ambos pies. Esta temporada le han marcado solamente nueve goles en liga. Ondoa comparte la portería del Juvenil A con José Aurelio Suárez. Éste último está siendo, para mí, la revelación de la temporada y, sin duda, uno de los porteros más destacados de la cantera. El asturiano llegó a Barcelona en la temporada 2011/12 y su progresión ha sido meteórica desde entonces. Sus dos primeras temporadas como juvenil ya fueron buenas pero cada día que pasa es mejor y más completo. Portero jerárquico de gran envergadura, espigado, potente en el juego aéreo, de intachable colocación en el área y en constante progreso con los pies.

Tras ellos, ya en el fútbol formativo, también las porterías están a salvo con hombres como Guillermo Lara (Juvenil B), que esta temporada se está irguiendo como uno de los pilares fundamentales de un equipo al que solamente le han marcado 18 goles en 27 jornadas.

Y más abajo todavía, destaca especialmente lo bien cubierta que está la portería del Cadete B con un Iñaki Peña al que su dominio del área, estiradas e imbatibilidad desde los once metros le han llevado a ser seleccionado antes de tiempo con el combinado español sub16.

No son pocos los porteros de calidad que crecen en las categorías inferiores, pese a que de los infantiles hacia abajo es difícil dictaminar nada puesto que, como comentaba antes, su intervención en los partidos en muchas ocasiones es anecdótica. Los que ya juegan en el fútbol profesional del club, sin embargo, han demostrado sobradamente sus aptitudes y su buen hacer y aunque es imposible que lleguen todos (ni siquiera la mitad), sería insólito que alguno de ellos no acabe defendiendo tarde o temprano la portería de un Camp Nou que lleva años ocupada por un guardameta que hizo el mismo camino que ellos y que ha cambiado por completo la manera de entender el rol del portero culé.