Vamos a estar hablando de este partido durante mucho, mucho tiempo. La Champions League es el escenario perfecto para este tipo de apariciones. Para nacimientos y para consolidaciones, y nosotros lo agradecemos recordándolo cada cierto tiempo. Courtois, Neymar o Iniesta han tenido una de esas noches como antes que ellos Messi, Ronaldinho, Raúl, Casillas, Gerrard, Kaká, Cristiano y otros muchos. A la orejona le gusta jalonarse con héroes.

Pero por encima de ellos hubo un gran partido de fútbol. Un partidazo. La Champions que es muy suya para algunas cosas, suele encontrarse matizada en una eliminatoria casera, entre dos equipos del mismo país. El himno parece que no acogota tanto, las diferencias se liman y la grandeza se difumina. En definitiva, los dos equipos se conocen demasiado. El Camp Nou que manda como pocos, no iba a pesar al Atlético de Madrid como había hecho San Siro semanas atrás.

Por eso, y siendo consciente de esto el Cholo Simeone fue el que primero planteó el escenario. No hay partido que se parezca a otro, pero el técnico argentino quedó muy contento del 0-0 liguero y repitió jugada: 4-4-2 –con Diego Costa y Arda Turan en el lado derecho, el lado fuerte- y presión arriba. Así fue como inició el partido, y así casi sacaron rédito muy pronto. Pinto, por orden o por técnica, prefiere el saque en corto, pero le falta el temple –que no calidad- para poder llevar a cabo este inicio con fluidez. Los colchoneros conscientes de esto, y los culés entre fríos y sorprendidos, protagonizaron ahí un inicio desigual. Duró poco, un cuarto de hora, pero pudo ser suficiente.

Tras ese primer lapso inicial el Atleti pasó a la segunda defensa de la noche: adiós a la presión y a esperar en medio campo, situándose todos ante la vista de los interiores del Barça. La renuncia a estar cerca de la portería, se paliaba con el juego directo para Diego Costa, encargado de estirar a su equipo y de luchar una segunda jugada. Su lesión -la segunda de la noche tras la de un Piqué que dejó su puesto a un buen Bartra- volvió a matizar el plan. De Costa a Ribas fue lo mismo que pasar del balón largo al juego elaborado. Fue también el punto simbólico en el que el Barça agarró el partido.

La renuncia voluntaria a la presión e involuntaria a cargar con el esférico proyectado le dio vida al Barça que pasó a elaborar con relativa tranquilidad. El equipo se acercaba al área con la misma velocidad que dejaba atrás el juego de posición: Iniesta, Messi, Neymar o Alves tenían libertad para atacar la zona que ellos considerasen necesario. Todo esto tenía sentido: Iniesta, indetectable entre la maraña del líder de la Liga, permitía subir el balón tras las dos primeras líneas del rival al tiempo que juntaba rivales; Messi y Neymar intercambiándose las posiciones se vaciaban de las marcas de los defensas, y Alves, para quien Koke no significaba un peligro a su espalda, podía actuar en la práctica como interior derecho. El Barça se agitó con tanto compañero libre y receptor de balón, pudiendo encontrar a gente por delante del balón –situación que los hombres de Simeone acostumbran a negar sistemáticamente-. Además, como ocurre siempre con los culés, el atacar bien les permitió defender bien: Busquets volvió a ser el pulpo que llevaba tiempo sin ser, quedando los ataques siempre orientados de cara. Pero eso no hizo dudar a los del Manzanares: posesión culé, espacios rojiblancos. 0-0 lleno de buen fútbol.

La reanudación hizo justicia a su nombre porque todo siguió más o menos igual. La intensidad y pasión in crescendo y el plan de los dos invariable: te niego el balón; me niegas la portería. El gol de Diego debe tener un hueco aquí por lo espectacular del golpeo y su peso en la eliminatoria, pero ni eso cambió la dinámica de juego. Y como no la cambió, pero sí el marcador, la eliminatoria viraba cada vez un poquito más en rojiblanca.

Era el momento de las estrellas. Esa sensación de que la táctica hasta aquí había llegado y que ahora serían ellos o nada. Sin desmelenarse, pero necesitando una acción genial. Claro que el Atlético reducía esta posibilidad negando espacio a Messi tras la recepción, aún a pesar de liberar a otros rivales. En el cómputo compensaba, aunque Iniesta y Neymar se iban aprovechando de que no había rojiblanco para tanto blaugrana. Como las ayudas iban bajando proporcionalmente al oxígeno de los oponentes, el 8 y el 11 consiguieron meter al Barça en zona de peligro, a la espera del fallo que suele aparecer, cuando tu nivel de concentración no te permite margen de error. A esto ayudó el Tata introduciendo a Alexis y recuperando un 4-3-3 más homogéneo. Así llegó la maravillosa conducción y pase del manchego que fueron honrados con el desmarque y tiro de Neymar. Juanfran, receloso del brasileño, abrió el pasillo acercándose a él y alejándose de su central. Fue el único error de la noche.

Con el gol se agitó el Barça, que sintió que era el momento. El Atleti mantuvo el tipo, pero empezó a lucir las costuras. En esas Alexis aún sentaba mejor. El chileno, puro revulsivo y efervescencia, se agradeció como se agradece la tarta de cumpleaños cuando todos se empiezan a aburrir. Con todo, el campo se inclinó irremediablemente hacia Thibaut Courtois. Repetimos, hacia Thibaut Courtois. No es solo el posiblemente mejor portero del mundo, es uno de los mejores jugadores. Dominante y ganador. Más allá de sus apariciones destacadas, su sola presencia equilibraba el chaparrón. Sus compañeros sentían que si había alguna grieta, el la taparía. El Barça por fin llegaba a la puerta, pero el sereno no se la abría. Habrá que esperar para subir a junto la ansiada dama.

Un partido sin vencedores ni vencidos, haciendo justicia a lo visto en el campo. Todos se fueron contentos y con todo abierto para la vuelta. ¿Te acuerdas del primer gran partido de Neymar en Champions?, ¿recuerdas a Courtois en el Camp Nou? ¡Cómo olvidar aquella gran noche de Iniesta!