Los noventa minutos del partido de hoy han simbolizado toda una temporada completa. Cada balón, cada pase, cada arrancada, cada centro al corazón del área rival, cada carrera hacia el área, esta vez la propia, cada gol, ya sea marcado o recibido, han representado todas las jugadas de este Barça 2013/2014, que hoy echa el cierre.

Esta tarde el equipo tenía la suerte, sí, la suerte, aunque en algún lance del juego podría parecer que la desgracia, de jugarse toda la temporada en un último partido en casa, ante su público, delante del juez más duro de este equipo de héroes. Y no me cabe alguna duda que hablamos de héroes, porque aunque a veces nos cueste reconocerlo, los once que hoy estaban en el terreno de juego, son los que nos han hecho vivir las epopeyas más brillantes de nuestra vida reciente. Y lo de hoy podía haber sido solo rescoldos del pasado, y sin embargo han existido minutos de comunión entre la grada y los once gladiadores que hoy se batían, por enésima vez, por nosotros en el césped.

También el miedo, por supuesto, hizo acto de presencia. En cada corner, en cada balón parado que botaba el rival. No es nuestro fuerte, como no lo ha sido nunca. Ya el maestro Guardiola nos recordaba a todos: “Hoy, si no concedemos ni un solo corner, ni una sóla falta lateral, mejor”. Y así ha sido este Barça del S. XXI, así ha sido al menos hasta hoy, diecisiete de Mayo del 2014. Marquemos en rojo esta fecha en el calendario, porque quizá desde hoy seamos otro equipo de fútbol, no lo sé si mejor o peor, pero probablemente diferente.

Hoy el Camp Nou no medía 105×68 metros, su longitud era al menos de 200 metros entre cada portería. Cada vez que uno de los dos equipos tenía el dominio, y fueron varias los intercambios de iniciativa a lo largo del partido, al equipo rival la portería contraria se le perdía en el horizonte. No llegaba ni a divisarla. El partido comenzaba con un Atlético físicamente poderoso, su distribución en 4-4-2 comprendía un centro del campo característico en los físico, pero no exento de calidad manifiesta en el emperador turco y en un gran Koke que merece capítulo aparte. Mientras en la punta, destacaba la referencia de uno de los mejores nueves de esta Liga, sino el mejor, Diego Costa, apoyándose en un David Villa cuyas capacidades físicas empiezan a ser inversamente proporcionales a su conocimiento del juego.

Pero poco le duró a este Atleti cimentar su superioridad en el juego en su exuberancia física, lo que le duraron sus dos mediáticas estrellas en el terreno de juego. Primero fue Diego Costa quien tuvo que abandonar bien pronto el cesped, al notar un pinchazo en su músculo isquiotibial en el minuto quince de la primera parte. Poco se imaginaba el hispano brasileño que esa lágrimas de tristeza que brotaban en su rostro, probablemente al saberse fuera no sólo de esta final, sino de la que se juega dentro de siete días, se tornarían en lágrimas de alegría tras el minuto noventa.

Y muy poco después le acompañaría en ese mar de lágrimas lastimeras, su compañero en crear quebraderos de cabeza a la defensa rival, el turco Arda Turan, con un golpe en la cadera, en el minuto veintidós de partido.

Hasta ese momento, y volviendo al comienzo de la crónica, donde quiero resaltar que en este partido se han visto muchos de los males y remedios, muchos de los vicios y virtudes de este equipo en esta temporada. Por lo que, como no podía ser de otra manera, la jerarquía del mejor central que ha tenido el Barça desde que el que suscribe tiene uso de razón, Don Gerard Piqué Bernabéu, sostenía todo el invento. Sea este “invento” de la entidad que sea, que desde luego hay que reconocer que en esos primeros minutos, no podíamos hablar de un Barça con las ideas clarísimas, precisamente.

El Barça partía con Xavi en el banquillo, lo que ya sabemos que es síntoma de transiciones más rápidas, dando los pasillos interiores a Iniesta en la izquierda y Fàbregas en la derecha. Y arriba Pedro en su lado bueno, lo cual ayer no fue sinónimo de un buen Pedro, y Alexis en su lado natural, el derecho, y también como referencia a la hora de descargar balones en ataque.

Pero como fuera que ese ímpetu atlético se relajó, o perdió entidad, peso o confianza desde las lesiones de sus estrellas, el Barça comenzó a jugar en campo rival, y dejar la portería defendida por Pinto fuera del alcance de la vista de casi cualquier jugador que vistiera la camiseta rojiblanca.

Fueron los mejores minutos de fútbol de este Barça, me atrevería a decir que prácticamente en toda la temporada. En el marcador se reflejó con un único tanto, un tremendo chut del chileno Alexis dentro del área, tras dejada con el pecho de Leo de un balón enviado al hueco por un intermitente ayer y en muchas fases del año, Cesc Fàbregas. Y esa es otra, esta superioridad no se vio reflejada con algún gol más, porque este Barça no ha andado sobrado de capacidad realizadora durante el curso, y menos cuando enfrente tiene un rival con la solidez atrás de este Atlético de Madrid.

Y en esto que nos encontrábamos casi camino de vestuarios, cuando ese centro del campo colchonero del que hablábamos antes, decide volver a alejar la portería de Courtous de las huestes del equipo de Martino, y asentarse en el área de Pinto en base al balón parado, ya sea en forma de corners, hasta seis llegó a sacar en esta primera parte el equipo de Simeone, o con faltas laterales. Y ahí sufre este equipo, sufre psicológicamente hasta el punto de verse incapacitado para sacar el balón jugado, y sufre físicamente pues cada balón colgado era medio gol. En esas lides cabe destacar a un jugador con una capacidad de golpeo digna de los grandes; Koke. El Cholo tiene un jugador de campo capaz de ejecutar con precisión en cualquier lance del juego el movimiento técnico táctico exigido, pero que además no desentona en su cuentakilómetros con sus compañeros de armas de la medular. Es la amalgama entre las transiciones, pero sobre todo, ese jugador que al Cholo le gustaría ser si pudiera vivir unos metros más dentro del césped.

A la vuelta de vestuarios el panorama no parece cambiar lo más mínimo, y el asedio atlético continua, hasta que obtienen su merecido premio en forma de gol de Godin, a la salida de un corner. Una vez más se pone en duda la creencia del equipo del Tata Martino en sus posibilidades, en el aquí y el ahora, y fantasmas del pasado reciente vuelven a pulular por la hierba del Camp Nou, desactivando las capacidades yo diría que hasta psicomotrices de estas leyendas, hoy sí, de carne y hueso.

En ese instante debía producirse algo, un clic que permitiera a este equipo volver a creer en sí mismo, salir de la penumbra de la duda en la que, tanto él mismo como la grada, se habían vuelto a sumir por momentos. Y ese algo hoy vestía la camiseta con el número once. Esa referencia en banda izquierda, que sustituye en el minuto quince de la segunda parte a un hoy desacertado aunque siempre voluntarioso Pedro, permite que el equipo vuelva a intimidar arriba y tener un imán de fútbol cercano a la cal del lado siniestro del ataque blaugrana. Allí empieza a aglutinar futbolistas que vuelven a parecer lo que son, jugadores de una calidad excelsa. Iniesta, Adriano y Neymar desplazan a su gusto los vértices de un triángulo con la única pretensión de desequilibrar el hormigón armado adiestrado por el Cholo. Y por momentos lo consiguen, ya sea en base a dicho juego colectivo, o también a la superioridad que generaban las arrancadas del brasileño y ya, por fin, de un Leo que parecía despertar de su letargo.

Hubo tiempo para asustar con alguna ocasión la meta defendida por Courtous, incluso de ver a Piqué de nueve o a Pinto subir a rematar un corner. Pero al final no fue suficiente, probablemente porque enfrente tenían a un equipo con una fe inquebrantable, que le hace desarrollar un fútbol al límite de sus capacidades individuales. Un equipo que aun está aprendiendo lo que son los agasajos que reciben los héroes al volver a casa. Mientras tanto otros, los nuestros, volvían al hogar con el cuerpo cansado y lleno de cicatrices. Y lo que es peor, sin saber si alguno ya no tendrá opción a revancha, a volver a luchar en otra épica batalla…