Y por fin llegó la décima, el santo grial del madridismo. Hubo que esperar hasta el noventa y tres, pero catorce años y una inversión importante después, el sueño de Florentino y por ende de todos los madridistas, se hizo realidad. Cuando parecía que el Atlético tenía agarrada la orejona por ambas asas, la cabeza de Sergio Ramos, quién sino, forzaba la prórroga y de golpe echaba por tierra el sueño casi hecho realidad de todos los atléticos.

Ambos equipos apelaban, ya desde los onces de salida, más a la heroica que al fútbol; el típico 4-4-2 del Atleti, buscando con Costa el punta que fijara centrales blancos y abriera grietas en su muro defensivo y con su ya típico escudero, David Villa, experto además en estas lides y que ayer fue un argumento mas del Atleti, para creer en muchas fases del encuentro, que todo acabaría como el Cholo había escrito. Su archiconocido centro del campo, donde ayer el liderazgo de Gabi superó incluso la capacidad de fútbol y la referencia que suele ser Koke Resurreción, y donde, sobre todo cuando el Atleti se adelantó en el marcador, se echó muy en falta la posibilidad de un jugador de pausa como Arda Turan.

Mientras el Madrid finalmente no confiaba en Illarra como sustituto natural de Xabi Alonso y mandaba al que ayer fue el punto débil del centro del campo blanco, Khedira, a acompañar al siempre talentoso Modric y a un ayer y casi siempre, hiperactivo Di María en la medular. Siendo estos dos jugadores la clave de que al final la fé blanca llegara a buen puerto. Arriba lo esperado, con un mayor protagonismo, dado su actual momento de forma, de Bale por encima de unos renqueantes Cristiano y Benzema.

Que Casillas es un portero de finales lo sabemos todos, que cada vez sus defectos son más marcados, evidentes e indisimulables, también. Y precisamente dada la capacidad en el balón parado del Atleti, el gol no pudo venir de otra manera que de una indecisión de Casillas; en este caso se entiende sobremanera porque la elección del cancerbero blanco suele ser la de quedarse siempre debajo del larguero; Iker no es un jugador de área y ya nunca lo será.

El gol era lo único que le hacía falta al Atleti para creer que el sueño podía ser realidad, incluso le permitió instalar fases de dominio posicional, para acabar la primera parte con un fútbol más que aseado y con la duda instalada en el lado blanco. Poco importaba que la carta de Costa hubiera durado apenas ocho minutos, su sustituto Adrián hizo gala de sus mejores condiciones como habilidoso delantero, que caía a banda para descargar el juego colchonero. Y, como hemos dicho al principio, un David Villa que si bien parecía inoperante frente a los centrales blancos, si que ofreció soluciones a la salida de balón rojiblanca, soluciones que se alargaron hasta más allá del minuto noventa.

En el minuto sesenta y cinco, el Madrid tira de su amplia plantilla para apostar todo a sitiar el área rojiblanca. Los cambios de Khedira y Coentrao por Isco y Marcelo eran toda una declaración de intenciones y comenzaba el asedio a la portería de Courtois. Un acoso especialmente complicado de defender para un Atlético de Madrid, que cada vez tenía recuperaciones mas cercanas a su propia área y por tanto más complicadas de llevar a campo rival.

Aun así, si algo hace bien el Atlético de Madrid es defender pegados a su extraordinario cancerbero. A pesar de que el gol rondó varias veces la portería del meta belga, el equipo rojiblanco parecía manejarse bien en esas lides, y el encuentro estaba cercano a escuchar el pitido final de un holandés, que parecía ser el único con piernas para desear que se llegara a una prorroga, en la que ya casi nadie creía.

A partir de dicha prorroga ya eran cartas marcadas, el Atlético sabía que había perdido su oportunidad, los jugadores rojiblancos iban muriendo en cada trinchera cavada en su propio campo y el Madrid sabía que, esta vez sí, era cuestión de tiempo alcanzar su sueño dorado, como así fue tras una nueva arrancada de Di María, quién sino, para acabar con Bale empujando el cuero a la red y los sueños de millones de rojiblancos al infierno.

Desde aquí felicitar al bando madridista, pues la Champions siempre sabe bien, pero no podemos hacer menos con un equipo que ha dotado esta temporada de un toque de heroísmo a la par que de honestidad, a veces tan necesaria en esto del fútbol. Gracias Atlético de Madrid. Gracias de verdad, Diego Pablo Simeone.

Se da carpetazo a esta Champions, no sin antes pensar que la final de la siguiente edición se juega en Berlin. El equipo de Lucho ya sabe el objetivo principal de la próxima temporada; echar el cierre en la capital germana.