Anda el Barça sumido en una depresión. Abatido por la muerte de Tito Vilanova, sin ningún título que disputar, se les está haciendo larga la temporada a los azulgranas. Con sus principales competidores, Real Madrid y Atlético, centrados en la disputa de la Liga y la Champions, en el Camp Nou se piensa más en la temporada siguiente que en la que está a punto de acabar. Se necesita un cambio de aires y el partido ante el Getafe fue una nueva muestra de ello.

Tras una semana de trabajo, Martino apostó por los mismos que remontaron en el Madrigal (2-3) ante el Villarreal, para encarar la visita del conjunto entrenado por Cosmin Contra, quién llegaba en el Camp Nou con la necesidad de puntuar para alejarse del descenso. Con Busquets, Xavi e Iniesta en la media y Alexis y Pedro acompañando a Messi en la delantera, el Barça empezó el partido haciéndose con el control del mismo, tal y como suele hacer, a través de la posesión del balón.

Y como pasó el fin de semana anterior en Castellón, a los azulgrana les costaba desequilibrar a su rival. Con lentitud, sin apenas ritmo, los hombres de Martino movían el balón de un lado a otro, intentando crear los huecos que negaba una buena defensa del Getafe. Sin ideas, la pelota se movía horizontalmente sin hacer daño al conjunto madrileño. Con más intención que acierto, el Barça dominaba territorialmente a su rival, pero las ocasiones de peligro brillaban por su ausencia.

Un chut de Adriano desde fuera del área, otro de Messi tras buena jugada colectiva o un remate de Pedro repelido por un defensor se traducían en las tímidas aproximaciones del Barcelona a la portería defendida por Codina, hasta que finalmente una triangulación entre el argentino, Xavi y Alves acabó en un pase de la muerte del brasileño para que el ‘10’ rematara al fondo de las mallas. El 1-0 dio alas al Getafe, que se expulsó la timidez de su rostro y empezó a salir a la contra con más asiduidad.

Del contragolpe el conjunto madrileño sacó petróleo. Una falta en la frontal del área botada de ‘cuchara’, Lafita la controló con el pecho y, a la media vuelta, se inventó un tiro cruzado que se coló en la portería de Pinto. Aunque existía la duda de que el exjugador del Deportivo se habría ayudado con la mano al controlar el balón, el gol subió en el marcador. Hubo tiempo para una ocasión más, un centro raso de Alexis desde la derecha que no encontró rematador, tras una buena triangulación con Messi e Iniesta.

No estuvo acertado el chileno, al igual que su compañero Pedro, fieles escuderos de Messi. Sin un centro del campo dominador, a los delanteros se les complica la vida cuando los espacios brillan por su ausencia y no encuentran referencias para asociarse. Tras la reanudación, el Barça buscó darle una marcha más al encuentro, falto de ritmo y de pasión. Ni que fuera por orgullo, tal y como pedía la grada en el día del homenaje a Tito.

Subió la intensidad en la segunda parte, pero siguieron faltando las ideas. Desorganizados en ataque, viviendo más del empeño y la intención que del ingenio y la creatividad. Un tiro de Messi desde fuera del área, tras descolgar un balón aéreo Alexis; un cabezazo picado de Iniesta, o un remate del chileno con el pecho, tras un buen centro de Alves. Sobrevivía el Barça a rachas, a trompicones, a base de ganar rebotes y segundas jugadas.

Desde el banquillo, Martino decidió intervenir en el partido y dio entrada a Cesc por Mascherano. El técnico argentinó apostó por mantener el 4-3-3 retrasando a Busquets de central y a Xavi al mediocentro. El cambio aportó el dinamismo que se esperaba porque, tres minutos después, Fàbregas recibió libre desde la banda derecha, entró en el área y centró para Pedro, que remató sobre un defensor. El rebote lo recogió Alexis y, de primeras, marcó el segundo gol de su equipo.

Con ganas de reivindicarse, Cesc volvió a mostrarse resolutivo tal y como ya hizo en los dos partidos anteriores, cuando salió desde el banquillo con un marcador adverso y contribuyó activamente a la remontada de su equipo, ante el Athletic y el Villarreal. La presencia de Fàbregas en el campo hizo ganar en fluidez al juego pero se perdió en control. El Getafe avanzó sus líneas, se hizo con la posesión y el Barça se fue desconectando del partido hasta que, cuando parecía que estaba ganado, Lafita remató un centro desde la izquierda para empatar el encuentro. Un triste final para un triste Barça.