Y SIN ÉL SE CAYÓ EL CHIRINGUITO

Gerard Piqué estaba bajo sospecha por dos malas, muy malas, temporadas. Después de su explosión en 2009 y la confirmación de ser un megacentral la temporada siguiente el 3 del Barcelona bajó su nivel las dos temporadas siguientes, en el que llegó a ser una burda copia de lo que había sido antes. Las ilusiones, que no tienen por qué ser verdad, le hacían como un elemento sospechoso para futuras planificaciones, pues a pesar de ser un central técnicamente portentoso representaba ser uno de los males de la decadencia natural del que ha sido el mejor equipo de la historia.

Y en este contexto se obvió por parte de muchos que el equipo tiene la mala costumbre de jugar mal, que los centrales en esta versión mala de la obra de Pep son las figuras más expuestas a nivel mediático y futbolístico, pues han de cubrir sin ayuda de nadie más de 40 metros, y que Gerard Piqué estaba sujetando a un compañero de la zaga obsesionado por anticipar y náufrago en las demás artes que ha de manejar un central, dos laterales con escaso retorno defensivo y en el caso de Alba, sin capacidad para mantener la calma en según qué tesituras. Y para colmo de galimatías, todo el proyecto se basa en dos interiores sin retorno defensivo y un mediocentro genial en la presión arriba e insuficiente si ha de cubrir latifundios a su espalda.

Pero todo eso que parece el desastre de los desastres parecía viable a nivel competitivo con una versión extraordinaria de Piqué. En Múnich 2013 apareció él como el capitán del barco hundido y el único que ese día mereció algo más que ser el mejor de los perdedores y en la 2013-2014 fue absolutamente titánico en los encuentros de mayor enjundia, aunque no por ello dejaba de aparecer en alguna foto finish en partidos de menor volada, pues Gerard, aunque haya brillado, no es un central veloz y sufre en los 1×1 defensivos, pero el hombre que sujeta y salva una contra estando solo atrás y con tres atacantes, situación que un entrenador no puede permitir por sistema, es/era Piqué.

El equipo de Martino comenzó bien, no cuajó demasiado pero fue competitivo, en las primeras fechas incluso aportó mejoras en el entramado defensivo, pero el paso de los  días y los meses el equipo fue decayendo a niveles realmente bajos. Pero a pesar de eso Piqué y Valdés seguían en jugando y evitaban el naufragio del barco. El portero cayó lesionado ante el Celta y Piqué poco después hizo lo mismo, dejando la zaga en manos de un joven Bartra y un Mascherano viviendo las peores noches como falso central en el Barcelona.

Con Piqué el Barcelona era capaz de encajar tres goles y a la vez ser él el mejor jugador de su equipo, sin él el conjunto de Martino literalmente sucumbido ante todo, ante su vejez, ante las circunstancias y sólo espera ser enterrado en un funeral de estado y despedido con los honores que merecen. Piqué forma parte de esta leyenda, fue el central titular que como bien dijo Tito (DEP) sujetaba el chiringuito incluso en sus peores días como futbolista, y ahora, con su lesión y la decadencia del colectivo, se ha confirmado que Vilanova llevaba razón. Sin Piqué lo que parecía sostenible, sólo lo parecía, dejó de serlo.