Que Messi sea el hombre perro otra vez y los demás una manada unida. En eso está Luis Enrique. Los hay de presa, de caza y de exposición. Algunos son aún cachorros. Y la mayoría tienen buen pedigrí.

Decía Guardiola cuando aún era míster blaugrana que Messi “Es el mejor jugador que he visto y el mejor que voy a ver. Tenemos jugadores muy buenos y podemos competir bien, pero él nos da el salto de calidad. Messi es único e irrepetible. Esperemos que Leo no se aburra y el club le dé los jugadores adecuados para rodearle”.

Y Messi se ha aburrido mucho los últimos meses. Perro enjaulado. Sus congéneres lo miraban impotentes desde el exterior de la jaula. Así día tras día. Un Leo que sabía lo que le esperaba, pero irremediablemente volvía a su jaula. Un día tras otro. Y otro y otro y otro y otro y otro. Leo ha acabado la temporada psicológicamente muy tocado y se le nota en detalles de claridad mental, de errores, que técnicamente no tienen secretos para él. Y no se divierte. Yo lo veo así.

Hacían falta cambios, este año hay unanimidad al respecto y ya vemos cómo se van materializando. Desde arriba había que ser muy valiente para tomar decisiones complicadas el verano pasado o el anterior. No se aceptaban cambios, mucha endogamia… cuando las mejores temporadas habían llegado gracias a evolucionar año a año. Qué débil es la memoria y qué potentes algunos altavoces. Cada derrota en la que se variase lo más mínimo podría ser desvirtuada hasta el punto de vender que se está desestimando voluntariamente jugar como el Barça del triplete. (“Renunciar al estilo”, “para qué tocar lo que funciona”…) Es una mentira que se escucha regularmente. Que se lo digan al Tata cuando gana 0-4 al Rayo y la noticia fue que perdió la posesión (con un 49%). No necesitó ni perder para que le atizasen.

Lucho quiere ser protagonista, tener e balón y atacar… Y eso es el estilo, no otras cosas que nos venden y que nunca fueron las armas en la victoria, o no las únicas. Desde luego. Existe un fundamentalismo mentiroso desde abajo que unido a cierta cobardía desde arriba era el hambre con las ganas de comer. Varios meses comiendo el mismo pienso, tras muchos años de buenos banquetes culminados con café, copa, puro y lo que venga… Ahora el cambio no sólo se aceptará, se ve necesario, imprescindible. ¡REVOLUCIÓN!

Por ahí tendrá más margen de maniobra el nuevo míster. Por su carisma, carácter y recorrido como jugador (¡y atleta extremo!) será también menos discutido -mientras gane-. Si un día juega en largo, a la contra, si repliega, si cambia sistemas…

Luis Enrique es ya el jefe de la manada.