Me caben pocas dudas de que Mazinho maneja las escenas de matrimonio desde el desequilibrio. Entiéndanme, cuando decidió tener descendencia, un mediocentro brasileño sobrio y equilibrado, debió de pensar en que la magia del acto debía ir un paso más allá del equilibrio y la sobriedad de su figura. Tenía que crear piezas de desequilibrio, encajar su semilla empapada en fútbol en algo más. Imagino a Mazinho vitoreado “torero, torero”, como en aquel partido de pretemporada contra el Barça en Mestalla, en el 94, mientras decidía el futuro del centro del campo del Barça con permiso de su señora. Thiago y Rafinha Alcántara, los hijos de Mazinho, vieron rápidamente su futuro ligado al FC Barcelona desde Vigo. El primero, el mayor, torea en Munich dirigido por nuestro “pater”. Tiempos convulsos en Can Barça, sumados a cierto ansia de inmediatez de éxito en Thiago y el peso de Pep, le llevaron al sur de Alemania. El pequeño, Rafinha, se despereza de su cesión al Celta.

Luis Enrique cuajó una gran campaña en Vigo, dejó unos inicios dubitativos, acogidos con paciencia. Algo que en los tiempos que vivimos se agradece, queda poca paciencia en el fútbol a favor de la inmediatez del resultado. Terminó la temporada con un gran fútbol, mostrando un poco más que le trabajo que vimos en el filial azulgrana no fue fruto de la casualidad. Cabría destacar muchas cosas aquí, por encima de lo que nos atañe, la presencia de Fontás en el centro de la defensa, incluso por delante, en funciones de salida, donde nos lo dejó entrever también Pep. Y Rafinha, el pequeño de los Alcántara. Luis Enrique se lo llevó otra vez a Vigo y desde la presentación todo fueron buenas vibraciones. Se convirtió en la estrella del equipo, en el desequilibrio del Celta. A veces como media punta, interior derecho con recepción inicial, aquí el Celta compensaba una gran carencia, y sobremanera como extremo, en su jugada más productiva, el fuera-dentro desembocando en el penúltimo castigo para el rival: centro, regate frontal y disparo o pase. Después, agarró la mano de su entrenador y volvió al Camp Nou.

Este verano, Luis Enrique nos lo ha enseñado de falso 9 en los dibujos iniciales, para después desequilibrar nuestras mentes con una divertidísima macedonia posicional. Su actuación fue de menos a más, acumuló actuaciones mediocres con recitales más propios de un partido de playa, a última hora de la tarde. No se si en los planes del asturiano está Rafinha como 9, si simplemente fue un remiendo de altura de temporada. Diría que no, que ni por potencial propio, ni por espacio en ataque, Lucho va a contar con él en esa posición como norma general. Uno de los puntos llamativos de la pretemporada es el papel de los interiores, desde el cambio en la balanza, hasta hoy el perfil derecho era el dominante (Xavi + Alves) y parece que ahora Iniesta en la izquierda será quien contextualice el mayor peso de la jugada, hasta un papel más rompedor. Y ahí puede tener Rafinha su sitio, en el nuevo interior izquierdo recibiendo, acelerando y desequilibrando o en el nuevo interior derecho, cayendo a su lado, a su extremo, para pisar área y dejar a punto el gatillo. Tenemos menos dudas con los planes de Luis Enrique que hace dos semanas, pero aun tenemos demasiadas. Como en Vigo, paciencia con el 12.