SUÁREZ EN EL BARÇA DE LÍONEY

La temporada pasada se cerró sin que el Barça pudiera dar el gran paso adelante que buscaba por medio de la unión de Messi y Neymar. El update que debía suponer la llegada del brasileño se quedó reducido al salto que la propia calidad individual del carioca suponía en la posición. Lesiones de ambos, problemas extradeportivos, y un trabajo táctico escaso impidieron que se formase una sinergia que se presumía ganadora. Neymar en la izquierda y Messi en el centro, Ney en la derecha y el argentino en el centro, o ambos en los costados con Cesc en el medio fueron algunas de las combinaciones que se intentaron y que no llegaron a buen puerto. Y entre medias el equipo perdió el rumbo y 3 títulos en un final de curso con tintes a fin de ciclo. Para evitar –arreglar- esta situación, al Barça ha llegado una pieza que no tenía en plantilla desde ya hace tiempo: ha llegado un 9, ha llegado Luis Suárez.

Luisito abandona la Premier tras haberla destrozado como solo Henry, Cristiano, y un peldaño inferior, Van Persie, habían hecho antes que él. Su dominio de la competición en las dos últimas temporadas fue un abuso continuo. De la mano de Brendan Rodgers y olvidando cualquier recuerdo de sus tiempos de extremo, el uruguayo desde el 9 se convirtió en una tortura indetectable para los defensas contrarios. Su rendimiento, como el mejor en su posición a nivel mundial, se basó en una forma de machacar centrales de forma martilleante, intensa y emotiva. Como es él: pura intensidad y emoción. Todo su fútbol se entiende desde ahí, por eso su lucimiento aumenta cuando la jugada es llevada al límite, cuando abandona la reflexión por la acción. En otras palabras: cuando el fútbol se convierte en una selva salvaje, él es el rey.

Esto no debe llevar a engaños pensando en clave Barça. El actual Bota de Oro europeo ha crecido en términos de asociación de la mano del técnico norirlandés. En este tiempo ha aumentado su gusto por jugar detrás de la pelota, buscando acomodo escorándose un poco a la banda, entre líneas, para poder recibir. Sin tener la técnica de los elegidos, ésta es lo suficientemente buena como para que la jugada no pierda fuerza al pasar por sus pies. De hecho, su jugada favorita en la última temporada ha sido así: bajar a activar la jugada, apertura a banda para que Sterling o Sturridge aplasten al rival en su área –situación donde los centrales Premier viven más cómodos- y él llegando desde atrás con el frente limpio para ejecutar.

Esta evolución –explosión- reciente del jugador ha sido el último impulso, el que lo ha convertido en superélite y que a buen seguro ha valido su fichaje por el Barça, pero no es una definición única del jugador. Para entenderlo bien, como decimos, hay que leerlo en clave de la intensidad, del esfuerzo largo y continuo donde siempre está más preparado que el contrario. Esto está presente en todas las acciones de su juego: en las conducciones, donde el balón no llega a estar nunca completamente domado pero siempre va hacia donde el uruguayo quiere; en las paredes, donde Luisito se asocia rápida y repetidamente con sus compañeros; y sobre todo en el disparo, donde hay que hacer mención aparte. El chut de Luchito, define al jugador en toda su extensión. Muchas veces no es limpio, no es el de los mejores, pero siempre encuentra la red, y sobre todo gana en peligrosidad si es de primeras, si no lo piensa. Goles tras pared, tras dejada en la frontal, o incluso de cabeza donde tiene unos números más que aceptables así lo demuestran. En definitiva, el último Luis Suárez, el de Brendan Rodgers, el que hizo que un equipo que apenas tenía nivel para entrar en Champions League se quedase a un resbalón de ganar la Premier, fue un jugador colosal que supo disimular sus carencias desde el esfuerzo máximo y una mayor lectura del juego. Ese es el 9 que ficha Luis Enrique.

Como empezamos diciendo, Suárez llega al Barça para suponer el cambio definitivo. Un cambio que incluso Neymar no supuso hace ahora 12 meses. Su incorporación a la plantilla culé supone, tal y como se ha apuntado tímidamente en esta pretemporada, un cambio en la forma de atacar: de los dos extremos abiertos más un –falso- 9, a dos delanteros cerrados, que no pisan la cal, con un falso 9 por detrás, más mediapunta que nunca.

El sistema que, dicen, está pensado para optimizar a Messi y de paso rescatar a Neymar de la jaula de la banda izquierda es como agua de mayo para Luisito. Al contrario de lo que pasó con los últimos arietes culés, como el Eto’o de Guardiola, Henry, Villa, e incluso Ibrahimovic –más por rol que por otra cosa-, el uruguayo cae en un sistema con una posición para él. Dicho en otras palabras, no es él el que se adapta al sistema, sino el sistema el que se adapta a él. El sistema que busca potenciar la conexión Messi-Neymar también es el más apropiado para Suárez.

Tomando como referencia su última etapa en el Liverpool, el ya ex Red, explotó como 9, siendo la máxima referencia de su equipo, pero encontró el acomodo perfecto con otro delantero a su lado. El boom de juego de los de Anfield coincidió con el pico más alto del MVP de la última Copa América y fue con un acompañante arriba –Sturridge-, y con un mediapunta por detrás –Sterling la mayoría de las veces, o Coutinho-. Además, lo interesante del asunto, es que aunque Stu es zurdo, y el ex del Ajax diestro, fue bastante habitual verlos en los perfiles a pie natural. Justo el perfil donde presumiblemente se moverá en el Camp Nou el flamante fichaje culé.

Con estas, la adaptación del ataque de los de Luis Enrique parece, desde un prisma futbolístico, asumible. El encaje del caimán hará que entre los tres haya menos metros, favoreciendo la asociación. El lado negativo salta a la vista: la falta de amplitud, pero es algo que tocará ser analizado más adelante y que a priori será solucionado por los laterales, -ya sea como laterales, o casi como carrileros-. Los aspectos positivos, son mucho más numerosos.

Pensando en clave Messi, la primera consecuencia del fichaje y del cambio, es una adecuación del sistema hacia él. El punto fuerte es que el ataque se enfoca al 1+2 con el que sin ir más lejos Argentina estuvo a punto de ganar la Final del Mundial al inicio del segundo tiempo. Leo tendrá dos hombres por delante que sin alejarlo del área –el 10 debe acercarse más al área que nunca-, le permitirán ser más peligroso pues le limpiarán atenciones e incrustarán al rival cerca de su propio portero, dejando a Messi presto para su jugada favorita y mortal: balón en la frontal para que él la coloque con el interior al palo que le quede en trayectoria al golpeo.

Esa función le cae al pistolero como anillo al dedo. Su crecimiento como 9 nato ha sido constante en estas dos últimas temporadas, y uno de los recursos que más desarrolló es su juego de espaldas –incluso puede ser receptor de envíos directos-. Sin ser especialmente corpulento, aunque sí que ganó anchura en este tiempo, Suárez encaja bien el choque, ya que a pesar del impacto se mantiene vertical, conservando el esférico y la posición. Si a esto le sumamos que descarga bien, especialmente de primeras –recordemos que es rápido e intenso en las paredes-, la lectura es clara: pocos socios tendrá mejores Messi en la frontal para su típica jugada. Es fácil imaginar que será con el uruguayo con quien buscará esta asociación, mientras que será Neymar el que más rompa por el carril central buscando el pase en profundidad del argentino, que como zurdo que es tiene más fácil encontrar a jugadores en ese perfil que en el diestro.

Por otro lado, está la facilidad con la que limpiará adversarios para que la Pulga encuentre el hueco. En otras palabras: el jugar delante del ahora tercer capitán culé no supondrá que sea un jugador más que le estorbe. Luisito adora la movilidad, hasta el punto de ser clave en su juego: no es un jugador fijo como puede ser un Llorente. Él barre la zona de 9 hacia los costados, presumiblemente hacia el derecho, y ahí provocará dudas en sus marcadores que derivarán en un latifundio para el máximo goleador de la Historia del Barça. Será muy habitual que veamos a Luis Suárez trazando desmarques dentro-fuera, o incluso esperando el balón cerca de un costado.

En clave Neymar el beneficio también es claro. En primer lugar por lo que hemos comentado: su llegada supondrá un cierre de los atacantes, o lo que es lo mismo, supondrá mayor libertad para el brasileño. Pero además en términos de asociación. El ex del Santos, que es espectacular regateando, sobre todo adora encontrar socios que puedan devolverle el balón, que lo mantengan caliente en una cadena de pases, y ahí Suárez es de los mejores. Además, aunque los dos no son especialmente agresivos en términos de ocupación del área, si tienen cierta sensibilidad hacia la profundidad y la agresividad -Ney empezó a desarrollar esa faceta en Can Barça y Luis la lleva de serie-, por lo que sus rupturas, aparte de suponer espacio para Messi, también será un peligro constante entre ambos: uno conduciendo el balón hasta el fondo, y el otro llegando a rematarlo.

Por último está un último tema relacionado con el propio carácter del Caimán, con su intensidad y emotividad. Es un jugador para ir a la guerra, pero para ir a una guerra de trincheras. Es muy pesado y llega a agobiar a los defensas. Mentalmente los lleva al límite porque intenta varias cosas con el balón en los pies a gran velocidad, y lucha todos los balones al contrario, con la misma rapidez. Enfrentarse a él es enfrentarse a un reto de desgaste, del que incluso saliendo victorioso, sales lastimado. El uruguayo siempre causa víctimas porque lleva el fútbol a un nivel al que pocos están preparados. En ese sentido, la pareja de cracks culés que le acompañarán en ataque sacarán rédito: el aire que le quite a los contrarios es tiempo y espacio que ellos ganarán.

El análisis nos deja otras opciones a las que les dedicamos menos atención por considerarlas, al menos de entrada, poco probables. La primera es que actúe de extremo derecho en un 4-3-3, donde presentaría un comportamiento similar al que hemos descrito ya que incluso en este sistema se esperaría que la amplitud y profundidad en banda corriese a cargo del lateral derecho y Luisito quede liberado para tender hacia el centro. La cara negativa sería que volveríamos a ver algo más de lo mismo, y como pasó con Neymar 12 meses antes, el update que debe ser el fichaje quedaría reducido al mero salto de nivel en la posición.

La otra opción es el mencionado 1+2, pero con Neymar por detrás, Messi derecha y Suárez izquierda. Una opción que no es descartable si pasados los meses se confirma que el argentino debe vivir cada vez más cerca del área y el brasileño va confirmándose como el jugador contextual del equipo. Hay que reconocer que a pesar de ser la opción que más cambio supone, presenta bastante atractivo: el crack de Brasil actuando por todo el frente de ataque dotando de rapidez al juego a medida que él se calienta con el balón, y los dos delanteros, los dos hombres del gol por partido, cerca del área y orientados a su mejor perfil rematador… y asociativo.

¿Y la cara negativa? A priori pueden saltar las dudas con la matización del sistema. El Barça que hasta ahora conocemos vivió de un reparto de espacios muy estudiado y mecanizado donde solo un jugador –como mucho- se lo podía saltar. Ahora a priori serán 2 si no 3, los que demandarán cierta libertad. Luis Enrique lo sabe, pero también es lo que busca y por eso está diseñando este nuevo ataque. ¿Y la defensa? Tampoco debería ser problema. Más allá de que Suárez defiende como el que más, el verdadero éxito defensivo del Barça no era el sacrificio del mismo, sino el sometimiento con el balón para así poder recuperarlo mejor, y ahí el uruguayo, como uno de los mejores del mundo, debe cuajar.

Si Luis Enrique consigue solventar estas dificultades, y potenciar las numerosas virtudes habrá logrado lo que el club lleva un año buscando: conseguir que Messi y Neymar sean una pareja, una asociación imparable. Y a mayores habrá sumado por el camino a uno de los mejores atacantes del mundo y al máximo goleador del continente la temporada pasada. Europa ya mira entre la expectación y el recelo.

P.D.1: Además de todo lo dicho, no hay que olvidar que este jugador es gol y determinación. Es un jugador que lleva dos años rozando el gol por partido en la Premier. Haciendo una comparativa entre esa competición y nuestra Liga, veremos que Forlán, Kanoute, Cristiano, Agüero, Soldado, o Negredo entre otros tuvieron mejores números aquí que en las Islas. Aunque en España se defiende mejor, y hay mas gusto por la táctica defensiva, Luisito debería mantener sus cifras goleadoras.

P.D.2: Suárez ha explotado como lanzador de faltas, incluso relativamente lejanas. Además, al ser diestro presenta un perfil distinto y complementario a Leo Messi. Con ellos en faltas directas, y con Rakitic y Neymar en las indirectas, el equipo suma un plus del que hasta ahora adolecía. El balón parado está completo.