Quizá ha sido un resultado algo abultado para lo visto en el campo. Lo cierto es que más allá de los aciertos del filial el resultado se entiende sobre todo a partir de la endeblez defensiva del Zaragoza, muy contemplativa durante todo el partido. Hay que admitir que en los primeros 45 minutos estos problemas no fueron tan evidentes, ya que se mantuvieron más o menos ordenados y no permitieron muchas internadas del B, salvo alguna llegada por fuera, especialmente por esa banda derecha en la que habita un Diablo de Tasmania.

Pero pongamos orden y comencemos por el principio. El Barça B salió con un once algo extraño debido al parón de selecciones, destacando la alineación de Robert Costa y Diagne como inédita pareja de centrales y Grimaldo de interior izquierdo otra vez -ya se le vio en esa posición ante el Sabadell la anterior jornada-. El inicio fue un tanteo de ambos equipos, con ataques que no se acababan de concretar y defensas que vacilaban más de lo que debían. Si bien Grimaldo conseguía batir líneas por dentro con un par de pases de mucha calidad, las jugadas se perdían en las botas de Lucas y Román. En la otra banda, Adama acaparaba el carril y el equipo prácticamente se saltaba a Cámara en la gestación de la jugada.

Entregarle el balón a la Flecha de L’Hospitalet en Segunda División significa que seguramente tengas una ocasión de gol tres segundos después, aunque su toma de decisiones todavía sea algo pobre. En la primera parte apareció a ráfagas pero forzó una amarilla a su marcador y las mejores ocasiones vinieron de sus botas. Dongou, que era el hombre que debía rematar esas ocasiones no estuvo muy activo y retrasó mucho su posición para darle continuidad al juego. A pesar de todo, su gol acabó llegando a balón parado y desatascó el encuentro, que se abrió algo más.

Eso permitió que el Zaragoza -con una gran primera parte de Álamo, Pedro Sánchez y Ruiz de Galarreta, quizá el mejor de los visitantes en este partido- intentaran encontrar la espalda culé, aprovechando la poca experiencia de la zaga. Así llegó el empate maño; una gran jugada combinativa provocada por un despiste entre Costa y Diagne, y posteriormente el descanso, con un resultado hasta el momento que reflejaba lo visto en el campo.

Fue en la segunda parte donde el partido se abrió, el Zaragoza se partió y el B no tuvo piedad. Pronto se adelantaba el filial con la enésima jugada de Adama por banda derecha, y ante la pasividad visitante llegó el doblete de Dongou, jugada en la que se llegó a rematar hasta 3 veces dentro del área antes de marcar. A partir de ahí el dominio culé se acentuó, Samper se puso el esmoquin sin saberlo y todo empezó a carburar. Aprovechando el despiste del Zaragoza, Román -que fue de menos a más- aprovechó para sentenciar con una asistencia a Gumbau -que acababa de entrar sustituyendo a Cámara y dejó buenas sensaciones, llegando muy bien al área-, que luego asistiría al propio Joan para que marcara un gol muy suyo, diagonal por la izquierda y tiro al palo largo.

Lo que quedó de partido nos dejó varios detalles a apuntar como la entrada de Campins tras un año de lesión, la creciente seguridad de Patric como lateral, lo buen portero que es Ortolá y que Diagne, a pesar de los fallos, promete ser un jugador esencial y muy interesante para Eusebio. Segunda victoria de la temporada y sensaciones positivas. No se puede pedir más.