Si tuviera que hacer una síntesis de lo que es Karim Benzema para el FC Barcelona, utilizando no más de cinco palabras, me sobraría una: diseñado para el Barça. Lamentablemente, hay que voltear el sentido de la frase y nunca pensar en que Benzema sería el delantero perfecto para constituir el vértice del ataque culé, que lo sería claro. Cuando Benzema juega contra el Barcelona, los circuitos asociativos del colectivo futbolístico corren el riesgo de descarrilar. Un futbolista que llegó a Madrid coincidiendo con la primera apuesta de Florentino por variar el rumbo de la historia, Manuel Pellegrini. En pleno éxtasis de fútbol en Barcelona, en pleno concierto del equipo de Guardiola, Karim aterrizó con su sonrisa tenue en el Bernabéu. Ataviado por una capa invisible de indolencia y desacierto goleador desde el primer día, el francés no ha dejado de cargar el saco de los argumentos con su calidad técnica, su magnífica inteligencia táctica y su repertorio de movimientos productivos.

Cuando el Barça juega así, no se puede hacer nada”, comentaba monsieur Benzema tras la final de Copa de Europa donde el Barcelona descabelló al Manchester United en tierras inglesas. Eso mismo debe de pensar cada culé cuando Benzemá bate efectivos en el campo y surge el pánico convertido en espacio, “cuando Benzema juega así, no se puede hacer nada”. Cuando el francés atraviesa una línea de sujeción, los siguientes 25 metros se convierten en un parque de atracciones hasta el siguiente futbolista que ya recibe un vendaval con varias opciones para ejecutar. No se me ocurre un delantero mejor para complementar, y se me queda corto el término, a dos gigantes como Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. De hecho, no se me ocurre en este momento un delantero mejor, a secas. El sábado, fue el mejor jugador del partido. Si pensamos cinco segundos, probablemente no exista en el mundo un partido donde se junte tanta calidad, donde estaban los cinco mejores del planeta. Y el mejor de todos fue Karim.

Aprendí mucho de Johan Cruyff, siempre tengo presente una frase que quizá no sea suya pero si utilizaba en muchas de sus exposiciones sobre fútbol: “hay que recuperar el espíritu primigenio del fútbol”. Explicaba Johan, que cada día es más difícil encontrar en las ciudades espacios para jugar al fútbol en la calle. Fuera de los propios recintos deportivos, no hay lugar para el fútbol improvisado, donde las faltas siempre son indirectas para no dejar de jugar ni un segundo, los espacios los deciden las jugadas cada momento y la pelota nunca deje de rodar. Karim es un futbolista que personaliza la calle, la improvisación, la creatividad, la sonrisa por jugar sin un objetivo definido. En el Barça hemos intentado crear un estilo que gire alrededor de esta idea, de unos futbolistas que tengan impregnado el carácter ganador llevado a cabo entorno al juego. Ahora, en frente, tenemos un equipo que se ha acercado a esta idea. Y Karim, el francés indolente, diseñado para damnificar nuestro futuro. El futbolista que ha contribuido a recuperar, al otro lado del puente aéreo, “el espíritu primigenio del fútbol”.