Motivos para seguir creyendo

La verdad es que había olvidado que hoy me tocaba escribir artículo. Afortunadamente, el jefe conoce mi tendencia a dispersarme y me lo recordó con tiempo de sobra para componer un texto decente. En estos casos uno siempre tiene la tentación de recurrir a algún modelo retórico y escribir un artículo «trucado» que de la impresión de estar muy trabajado, pero hoy no me apetece protegerme con la estructura, ni con el estilo; quisiera, más bien, recuperar el sentido más primario, más visceral si se quiere, de la escritura: la necesidad de comunicar. Porque en esta ocasión escribo para confesaros a todos, compañeros y amigos de Rondo Blaugrana, que a veces me canso del mundo del deporte, del entorno del fútbol, y hasta del Barça.

A veces, ¿eh?, solo a veces y, generalmente, durante el parón de selecciones. Lo que pasa es que ayer, mientras un periodista imprudente sufría las iras de sus «compañeros», me dio por pensar que las cosas podrían ser diferentes. Que deberían serlo. ¿Nunca has fantaseado con leer un periódico deportivo a la hora del desayuno sin enfadarte? Me refiero a leerlo de verdad, por puro placer, disfrutándolo tal y como disfrutas tu recorrido diario por las webs de análisis futbolístico. ¿Te imaginas que la crónica del Barça en los periódicos mayoritarios la firmasen, por ejemplo, Jacobo Prado, Marc Roca o Barçalogia, en lugar del amiguete de turno? Ya no habría que leer que todo lo que ocurre tiene que ver con la condición física, que Busquets es el mejor mediocentro del mundo -pobre chico, con lo bueno que es en otras cosas, lo que le va a pesar ese mito– o que Piqué tiene la culpa hasta del cambio climático; cogeríamos el periódico con orgullo para aprender y pasar un buen rato, sin polémicas artificiales. En ese mundo de fantasía los hashtag futboleros serían cosas como «#lavolpiana4ever«, y a nadie le importaría demasiado perder o ganar, siempre y cuando el espectáculo mereciera la pena.

En fin, todos tenemos días raros, aunque quizás tú nunca te hayas planteado la posibilidad de dudar de tus colores. Quizá seas catalán y/o culé hasta la médula, y el blaugrana sea para ti parte indiscutida de tu identidad. No es mi caso, puesto que soy culé por decisión, y este año, por primera vez en mi vida, comienzo a preguntarme cosas al respecto. A veces me canso de ver morir a este equipo, vapuleado por los sepultureros de un modelo al que insultan cuando intentan reducirlo a un corsé rígido e inmutable. El Barça, que navegó con fluidez a través de todo tipo de versiones de la escuela holandesa, se ha convertido en una parodia de sí mismo, una versión futbolística de la jaula de hierro de Weber. Y atrapado entre sus barrotes se nos agosta la carrera del mejor jugador de todos los tiempos, un chico más culé que Gamper, empeñado en luchar hasta el fin de sus fuerzas contra la decadencia del equipo. Algún día, aunque no lo parezca, terminará su carrera, y nos acordaremos de los años malgastados. ¿No te gustaría, en serio, crear un mundo paralelo, al estilo de la DC, en el que Messi jugase junto a Benzema, Kroos y Modric? ¿O, quizás, junto a Reus, Gundogan y Hummels? Solo por probar, por juguetear un poco, por disfrutar a Messi, de nuevo, en un equipo que juegue para el futuro y no para el pasado. Porque, en verdad, no se merece esto.

Sí, lo sé, todos le damos demasiadas vueltas a las cosas cuando hay un fin de semana sin fútbol. Sé que volverá la Liga y que me sentaré a ver los partidos tan ilusionado como siempre. Quizá me ría, o me avergüence, cuando recuerde este post. Sé que algún día la institución recuperará la cordura, Messi encontrará una estructura que le merezca, y el Barça volverá a la senda del juego. Mientras tanto, ¿a qué nos agarramos para seguir creyendo? No hablo de aspirar a victorias, ni a títulos -eso, en realidad, no tiene la menor importancia-, sino de creencia, en el sentido trascendental del término, de pasión por el juego. ¿Qué es lo que te hace sentarte frente al televisor o ir al Camp Nou, siempre a la caza del detalle, de ese momento especial? ¿Es, quizás, la concentración de Mascherano, su espíritu irrompible? ¿La épica heroica de Messi, tan gigantesco que mantiene en solitario un proyecto sin pies ni cabeza? ¿El mapa mental de Xavi que incluso yendo a 56K sigue siendo imposible de superar? ¿La inteligencia superlativa del pobre Gerard? ¿El potencial que, a cada minuto que juegan juntos, se desprende del encuentro entre Suárez, Leo y Neymar? A lo mejor estás esperando a Samper, a Adama, a Denis Suárez, a Deulofeu…  O a lo mejor no necesitas creer en nada, porque tus colores ni se marchitan, ni se negocian. Pero, en cualquier caso, te invito a que me ayudes a cerrar este artículo con una pincelada de optimismo. Porque, desde luego, no faltan motivos para creer en el Barça y, tarde o temprano, Leo mediante, las piezas volverán a encajar.