En la vida hay cosas que uno no puede controlar por mucho que lo intente: un desastre natural, un fallo mécanico, un error humano y a Leo Messi. En esta serie de eventos imprevisibles, este derbi del Camp Nou se recordará como el terremoto del 10. Hay motivos de sobra para ello.

Eso sí, a pesar del resultado final este derbi no fue un partido de color de rosa: el Espanyol, con un cambio táctico importante de inicio –colocando a Víctor Sánchez en banda izquierda y a Salva Sevilla en el doble pivote- consiguió anular durante un buen tramo de partido al equipo culé, que alineaba a un once que se podría catalogar como titular. Lo cierto es que la desnaturalización en ciertas posiciones del once blaugrana –Rakitic por la derecha y Xavi por la izquierda quizá fue el ejemplo más flagrante- hace difícil que el equipo avance hacia algo más.

A todo esto se le suma un Sergio Busquets que cada vez está más lejos de lo que necesita el Barça en la medular. Presionando de forma alocada y con una colocación deficiente, se ha quedado atrás. Además en este partido decidió forzar una de sus típicas faltas y no salió bien –y ya van unas cuantas- y de ahí nació el primer gol de un gran futbolista como es Sergio García, al que Piqué quizá dejó avanzar demasiado. Como si no bastara con eso, el Espanyol dispuso de más de una ocasión para aumentar el marcador aprovechando la horrible presión culé, que era desmontada por los periquitos con tres simples pases bien encadenados.

Por su parte, el Barça no paraba de chocar ante un equipo blanquiazul que defendía en 6-3-1 y no tenía problemas en regalarle el campo a su rival. La circulación, lenta y desacertada, no servía para desatar el nudo que estaba creando el Espanyol en la frontal. Xavi en la izquierda no acababa de entrar en juego y Rakitic llegaba más que creaba –aunque en realidad Rakitic es eso y daría para un artículo-. Por las bandas, solo Neymar y Alba crearon peligro, y en punta Suárez estuvo muy poco acertado técnicamente. Todo parecía cuesta arriba hasta que Messi pasó a la mediapunta y empezó a castigar a Salva Sevilla, que hoy tendrá pesadillas.

Que el partido se fuera al descanso 1-1 solo se entiende viendo la actuación del mayor genio que han visto nuestros ojos. Su actuación tras ese tramo en el que centró su posición fue descomunal, una exhibición de un Leo como hace tiempo que no se veía. Con chispa en el desborde, pases hechos con escuadra y cartabón y definiciones realizadas con tal maestría que parecían pases a la red, él solo se bastó para, una vez reanudado el encuentro, desmontar el planteamiento táctico perico –magnífico durante 45 minutos- y anotar un doblete.

El partido prácticamente terminó con el siguiente gol, un 3-1 que vino de un saque de esquina y que Piqué remató a placer. El Espanyol , para cuando quiso darse cuenta, tenía una desventaja de dos goles y anímicamente se reflejó en el campo, ya que no volvió a disponer de una ocasión en campo rival. El Barça por fin pudo jugar tranquilamente, mezclando posesiones más calmadas con transiciones rápidas y mató de forma inteligente el partido. La entrada de Iniesta y Pedro –volviendo a un nivel de juego aceptable y aportando- remataron a los blanquiazules, primero con un gol del canario tras un pase largo impresionante de Jordi Alba, y más tarde con el tercer gol de Leo tras asistencia del propio Pedro.

Fue un gran broche para un partido que analíticamente Messi desvirtuó. Lo cierto es que el Barça volvió a transmitir las mismas sensaciones de siempre pero consiguió acercar algo más al 10 a la frontal, al área rival. Y ahí da igual si el equipo juega bien o mal, porque las posibilidades de vencer aumentan de forma exponencial. Es el enésimo partido en el que Leo se eleva más allá del juego y salva a un Barça en problemas. No será el último, pero sería genial que el contexto cambiara. Que en vez de salvar un partido horrible una y otra vez sea la guinda del pastel, la pieza vital de un gran equipo. No merece menos.