El Barça llega al parón de invierno sin saber todavía qué es ni qué quiere ser. Las distintas pruebas que realiza Luis Enrique -funcionen o no- no duran más de un par de semanas y en el horizonte no se ve nada claro, algo a lo que los aficionados puedan agarrarse en materia de juego y no de individualidades. Es una situación incómoda ya que, aunque las temporadas anteriores tampoco fueron una maravilla en cuanto a juego,sí se veía una línea argumental que se intentaba repetir con mayor o menor éxito.

Lo cierto es que en las últimas jornadas hemos visto algún pequeño indicio de avance, detalles del juego de posición que son reconocibles. Eso sí, no se ha traducido en algo positivo y no sabemos si cuando vuelvan de vacaciones se seguirá con ese plan o si irá al cajón de las pruebas, como ese sistema caótico utilizado ante el PSG que de momento no ha tenido segunda oportunidad. Lo peor de todo es que las cosas no acaban ahí.

Es complicado tener claro si los jugadores que saltan al campo tienen que cumplir un rol que o bien no tiene mucho sentido o bien les viene algo grande. Como ejemplo de esta dicotomía podríamos hablar primero de Ivan Rakitic, que anda mareado desde que llegó al club. A día de hoy seguimos sin saber si se le ha pedido jugar simplemente abierto en banda -sin hacer mucho más- o se le quiere hacer pasar por interior de posesión. Lo que sí parece meridianamente claro es que se le fichó sin tener muy claro qué tipo de jugador es y qué puede aportar al grupo.

El segundo ejemplo sería Busquets, encargado de abarcar más terreno del que es capaz de controlar. Sus impulsivas salidas a la presión dejan al equipo indefenso si el rival da un par de pases acertados, y sus ayudas en banda han dejado de ser efectivas. Su rol tenía sentido con un equipo junto arriba, cuando podía robar o apretar en campo rival, pero en cuanto ha tenido que retrasarse a campo propio sus carencias han visto la luz de forma clara.

Puede que el caso más flagrante sea el de un Leo Messi que, viendo el desastre que es este equipo sacando el balón, baja hasta la posición de mediocentro para crear la jugada. No creo que sea algo que deba permitirse, ya que Messi siempre ha demostrado ser más peligroso cuanto más arriba puede recibir, y no cuando tiene que ser él el que busca el balón atrás. Con un Leo en un estado de forma que hace un par de años que no alcanzaba, es capital servirle el equipo en bandeja.

Son tres ejemplos que podrían completarse con el resto de la plantilla, pero la idea está clara: nadie está cómodo. Puede que las constantes rotaciones tampoco ayuden a afianzar un once que intenta unirse como si fueran piezas de un puzzle que cada semana cambia de forma. Nadie sabe qué puede estar buscando Luis Enrique de forma definitiva, pero no queda demasiado para que empiecen las eliminatorias y hay que tener las ideas claras y un equipo listo. De momento, ni una cosa ni la otra.