EL MEDIOCAMPO GASEOSO DE LUIS ENRIQUE

“Posiblemente, este sea el centro del campo de Luis Enrique”. Dada la indefinición que muestra el Barça a la hora de desarrollar su juego, la disparidad de perfiles distintos, la rotación de jugadores en cada partido, y sobre todo, que lo viejo aún no ha muerto y lo nuevo no termina de nacer, esa frase ha acompañado a cada partido culé. Muchas veces cuando Rakitic está en la formación, algunas menos cuando lo hacen Rafinha y Mascherano, y nunca cuando lo hace Xavi. Pero el hecho es que aún nadie sabe por qué apostará Luis Enrique llegado el día clave. A veces pepista, a veces tatista, y pocas veces luciendo como luchista. Hasta la visita del actual campeón de Liga.

El partido contra el Atleti, saldado con victoria, mostró la idea del entrenador asturiano, y además la más coherente. Hay que recordarlo: en julio todos los indicios apuntaban que Xavi estaba fuera y Koke era la primera opción. Aunque finalmente llegó Rakitic, el negoció no cambió: a las claras, la zona de creación del equipo debía ser una zona de transición que lanzase la pelota rápido arriba, a los delanteros. La jugada ya no debe estar tan masticada y elaborada porque los interiores y los mediocentros –jueguen quienes jueguen-, no sacan demasiado rédito, y sobre todo, porque sacan menos que los atacantes.

Iniesta, Rakitic y Busquets cumplieron el domingo perfectamente esta función. Más allá de los nombres, el rol fue exactamente el que demandaba Lucho. El que le daba su sello propio, y lo más importante, el que hace jugar bien al equipo. Porque más allá de juicios cortados por patrones estilísticos el Barça jugó su mejor partido en dos temporadas. Mejor que el 0-2 del Etihad, el 3-4 del Bernabéu o el reciente 3-1 al PSG. Jugó un partido con cara y ojos donde la victoria siempre estuvo cerca y donde el juego, el juego que buscaban, se desarrolló con fluidez. Y ante el Atlético de Madrid, el equipo que en la actualidad mejor niega el tiempo y el espacio a su contrario, juegue con quién juegue y contra quién juegue.

Evidentemente, esto no fue causa de los hombres de la sala de máquinas, pero sí una consecuencia lógica y algo novedoso en Can Barça. Y como decimos, lógico: tras Messi los dos mejores jugadores del equipo son sus compañeros de ataque, Neymar y Suárez. Por eso la medida más coherente con la actual plantilla es darle el balón y la importancia a los de arriba, igual que otrora era necesario que Xavi e Iniesta –números 2 y 3 con Pep-, copasen el juego y la posesión.

Es el Barça de los delanteros y por primera vez en la 14-15 así ha lucido. Una idea sobre la que construir y sobre la que competir los títulos en los que está inmerso el equipo, que aún son todos. El asunto es sí esto ha sido flor de un día y Luis Enrique volverá a dar un bandazo tras el próximo pinchazo –o hasta el próximo rival-, o si es por fin la cristalización de su idea. Visto lo visto hasta ahora, suena a lo primero, aunque se desee lo segundo.