A uno, que tiene la memoria que tiene, siempre le gusta repasar de vez en cuando textos de los compañeros de Rondo Blaugrana de meses atrás. Cuesta tener clara la perspectiva de la evolución de un equipo sin tener frescos los recuerdos, y bueno, ayer tarde realicé ese ejercicio. Navegando por crónicas, previas y diversos análisis topé con un artículo de Otsuka sobre la figura de Alves en el partido de Villarreal. Sí, aquellos 90 minutos donde Dani se dedicó a centrar balones al área de los de Marcelino como si no hubiera un mañana. Casi ha pasado una vuelta de aquella actuación “curiosa” a la que Otsuka tildó como recurso defensivo y las cosas parece que han cambiado para bien en cuanto al brasileño.

Al inicio de este curso futbolístico ambos laterales tenían funciones muy determinadas y complejas. Liberados de ciertas obligaciones defensivas de retorno por unos interiores abiertos, en ataque posicional debían hacer suya toda la banda, asumiendo mucho protagonismo en el desequilibrio. Pero seguían siendo laterales. Ese intento de Lucho acabó en muchas ocasiones con un Alves solitario frente a su defensor, incapaz de desbordar al mismo, y resolviendo el ataque colgando balones -al área en algunas ocasiones-. Así que, entre el propio sistema y las capacidades actuales de Dani, el run run sobre el rendimiento del brasileño era la comidilla día sí y día también -yo el primero-.

Con el paso de Leo a banda derecha el panorama de Alves ha cambiado totalmente, amén de algún que otro pequeño detalle que comentaremos más adelante. El 22 junto a su interior -Rakitic- se adaptan a las necesidades de Messi. Básicamente son puntos de apoyo para que el rosarino pueda recepcionar el balón de cara con algo de espacio y ,a partir de ahí, juntar a los defensores y que la banda débil acuchille las espaldas. Ya no es necesario que Dani doble por banda ni llegue a línea de fondo. Interiorizado y moviéndose en función de Leo cumple con su cometido, se le pide asociación. Además, desde esa posición final en el ataque culé, se puede convertir -ya ha sucedido alguna vez- en una ayuda más a Busquets en la transición defensiva y su retorno al espacio del lateral resulta más sencillo -por cercanía-.

Vamos al detalle prometido unas líneas más arriba. Partimos de la base que el Barça tiene circuitos de salida de balón trabajados y definidos, cosa algo optimista. Bien, años atrás Alves era uno de esos circuitos principales. Ante presión rival o incapacidad de centrales y MC, Dani se convertía en recurso recurrente a través de balón diagonal de central o portería. Con Xavi a su vera, si lograba recepcionar con cierta ventaja, el porcentaje de acierto en la acción era alto y el equipo conquistaba el campo rival. Estamos hablando del pasado porque en la actualidad, las pérdidas en zonas peligrosas del brasileño estaban siendo numerosas, bien por exceso de retención en el balón para forzar el movimiento defensivo o por soledad dentro del sistema. Con la reubicación de Leo, ese automatismo de salida ha pasado a la otra banda, variando entre distancia corta -Alba- y larga -Neymar-. Y las veces que es el flanco derecho el elegido, el objetivo es Luis Suárez, que tiende a caer ligeramente a ese sector. Ante menos recepciones en salida se reducen de igual manera las pérdidas y los riesgos.

Hemos pasado de un jugador diferencial en el que se basaba parte del sistema a otro que acompaña y suma. Ya no es el Dani Alves exuberante ni el martillo pilón de banda derecha sino una pieza más del tablero de Lucho con funciones de secundario, un peón de dama. Y lo que tenga que pasar la próxima temporada con él y el lateral derecho culé pues ya es harina de otro costal.