EL ORO NEGRO DE CORNELLÀ

Los últimos cursos del club periquito se han caracterizado, grosso modo, por un guión reincidente: tras unos inicios dubitativos el equipo alcanza un grado de competitividad muy destacable sobre el ecuador de la temporada para, finalmente, deshincharse a lo largo de los últimos meses de la competición con la pérdida de alicientes como detonante. En el caso que nos ocupa, a la necesidad de remontar un mal inicio de temporada -que tras un invierno excelente situó al equipo catalán en la zona tranquila de la clasificación, lo bastante arriba para descartar el fantasma del descenso pero demasiado abajo para acogerse a la ilusión europea- se ha juntado el fin del trayecto copero que alimentó el crecimiento periquito a lo largo de este curso. Descartado el gran objetivo para esta primera mitad de 2015 el equipo blanquiazul empezó a mostrarse más pesado, como anticipando los resultados discretos que, en principio, estaban por venir.

Pero no ha sido así. Aunque con una marcha menos, el equipo de Sergio González está cosechando marcadores muy positivos a lo largo de estas últimas semanas. Así las cosas, si el RCD Espanyol ya tiende a tomarse muy en serio todos sus enfrentamientos contra el FC Barcelona, el ambiente combativo que preside el presente del equipo blanquiazul invita a pensar en un derbi bien competido por parte del equipo que acude al mismo desde una posición de inferioridad.

Y la aportación del nueve a la hora de ofrecer continuidad ofensiva a su equipo resulta muy significativa en estos casos. A priori, el Espanyol puede mostrarse optimista en este capítulo: así como las mejores rachas periquitas de lo que llevamos de temporada se sustentaron en la producción de Sergio García y Lucas Vázquez, en la concreción de los resultados más recientes viene destacándose otro atacante cuya progresión, a lo largo de los meses precedentes, también fue clave para arropar la mejor versión del equipo periquito. La temporada de Felipe Caicedo ha ido de menos a más y acude al segundo derbi del año en su punto más inspirado.

Sobre el jugador en cuestión hay que subrayar un par de rasgos antes de valorar el resto de sus características: el ecuatoriano es un nueve de gran categoría y también un jugador demasiado irregular. El primer aspecto es relevante, y justifica con creces que los inicios de este delantero centro cautivaran el interés de algunas de las casas más grandes del fútbol europeo. El segundo rasgo, en cualquier caso, ha resultado más decisivo a la hora de definir la trayectoria del nueve titular del RCD Espanyol. Con Felipe Caicedo ocurre que muchas veces parece que no quiere, o cuánto menos, que no muestra la activación oportuna para desplegar un fútbol útil para su equipo.

El suyo no es, en efecto, un problema de talento. Juego tiene, un rato largo, y cuando la actitud le acompaña despliega un preciado ramillete de recursos que sabe manejar con sentido. Oro negro para recibir al FC Barcelona en Cornellà, la primera fase de su aportación al juego se relaciona con la transición ofensiva. Buen cabeceador y gran receptor de juego directo, condiciona rivales jugando de espaldas y más allá de la adecuación física y técnica para tal cometido tiene buen ojo orientando las salidas de su equipo. Si tiene el día, por lo tanto, su capacidad para marear a centrales y mediocentros es considerable y suma a ello otra virtud que también encaja bien con algunas de las mayores debilidades azulgranas: el giro.

Se comenta poco, pero Felipe Caicedo se gira con mucho peligro a poco que cuente con espacio para ello. Lo hace con agilidad y una vez encarada la portería rival sus movimientos verticales mezclan potencia y calidad. La simple amenaza de trazarlos, o su propia ejecución, añade una complicación más a la defensa de sus recepciones de espaldas, quizá la baza más en forma con la que cuenta Sergio González para torpedear el vulnerable sistema defensivo de su gran rival.