Ciertos comportamientos sociales se han justificado muchas veces con la frase “son hijos del sistema”. Generaciones que habían nacido y crecido dentro de una estructura cerrada permanecían sumisos a su destino porque no habían conocido otra cosa en su existencia -o eso nos explicaban algunos sociólogos-. El “este es el mundo que nos toca vivir” del abuelo, del sabio con décadas a su espalda con todo hecho y poco por hacer. Bien ya sea con ayuda externa o por generación espontánea interna, la evolución en el ser humano es imparable y las épocas de inmovilismo han dado paso a periodos de vértigo y cambios radicales. Esto no es más que el ciclo de la humanidad, pasado, presente y futuro unidos en una línea que describe 360 grados.

Pasar en cuestión de años de ser titular indiscutible en un equipo histórico a ver muchos minutos en el banquillo con 27 años debe ser difícil de digerir. Este es el caso de Pedro Rodríguez, el canario que se inventó Pep para estirar o asociar en banda según le interesara y que en las grandes citas la ponía entre los tres palos, fuera cual fuera la competición. Un hijo del sistema que hacia funcionar al propio sistema. Con la marcha del de Santpedor y la mutación y evolución del juego culé Pedro ha ido perdiendo progresivamente ascendencia y significancia en el juego coral. A los de banda ya no se les pide lo de antes. Ahora deben ser capaces de desequilibrar, de generar superioridades porque por ahí es donde nace el juego de ataque. Ya no sirven automatismos, el jugador de banda debe crear y decidir y el tinerfeño nunca se ha caracterizado por ello.

Visto que los titulares son todo lo titulares posibles, a Pedro no le queda otra que asumir el rol de cuarto hombre, del primer recambio, de revulsivo. ¿Pero es el 7 lo que necesita el Barça para cambiar el signo de un partido? Ante todo aclarar una cosa, en ningún caso me refiero al maldito perfil Larsson –siempre me acuerdo del gran texto de Marc Roca-, sino de un jugador capaz de dar la vuelta a un encuentro, a desatascar y ofrecer alternativas. Y Pedro, en este papel y hasta la fecha de hoy, no lo ha sido.

¿Qué deparará el futuro al de Arico? No vamos a intentar ser adivinos y menos en el mundo del fútbol, que en cuestión de dos semanas y cuatro resultados lo que es negro pasa a ser blanco y viceversa. Sí es cierto que el presente de Pedro como blaugrana está comprometido, tanto por su aportación como por su falta de minutos. Pero recordemos que todo es cíclico, y quién sabe si en cuestión de unos meses el que fue sistema vuelve a serlo y los hijos del mismo tienen nuevo padre. O todo lo contrario.