Situémonos en el 15 de Abril de 2009. El Bayern empata con el maravilloso Barça de Pep Guardiola en Múnich para cerrar la eliminatoria de cuartos de final de la Champions con su eliminación por un global de 5-1. El partido de ida había dejado el cruce totalmente liquidado tras la exhibición barcelonista en el Camp Nou, donde el conjunto bávaro era avasallado por un 4-0 inapelable.

Aquella eliminatoria cimbreaba los cimientos del gigante alemán y suponía un giro de tuerca en su perspectiva competitiva. Pese a poseer los mayores recursos del fútbol germano, el Bayern no conseguía establecer un poder hegemónico acorde a sus posibilidades económicas. Y se fija en Louis Van Gaal como iniciador de un proyecto a medio-largo plazo que vuelva a dotar de una identidad reconocible a la institución bávara.

La cúpula mayor del club no quiere solo ganar, sino definirse a través del continente europeo como un equipo cimentado en unas bases futbolísticas que ha perdido durante los años anteriores, en los cuales los vaivenes de entrenadores lo han dejado indefinido. El Bayern empieza a estructurarse competitivamente dentro de unos patrones alejados de su ADN más clásico y opta por evolucionar hacia el estilo que empieza a imponerse dentro del concierto europeo. La selección española, el Barça y la Mannschaft son los referentes dentro del fútbol de Europa y la directiva bávara quiere adecuarse a los tiempos que corren, buscando convertir al Bayern en un referente icónico en el viejo continente mediante un fútbol atrevido y en el que el balón sea lo más importante.

A raíz de ese giro tan pronunciado en la definición como club que quiere romper con sus moldes y modernizarse tanto en su jerarquización como en el juego, el Bayern se convierte en el club más poderoso de Europa en los siguientes cuatro años. Alcanza tres finales de Champions y 3 Bundesligas, primero de la mano de Van Gaal y luego a través de Jupp Heynckes, para, finalmente, echar sus redes en la captura del máximo exponente que existe en el fútbol europeo de aquello en lo que quieren convertirse.

Pep Guardiola aterriza en Múnich como una consecuencia más que lógica del proceso de modernización que ha llevado el Bayern en el último lustro. Con él no buscan los bávaros ganar siempre porque la victoria nunca está asegurada, sino mantener su máxima competitividad siendo reconocibles desde un modelo de club y de juego que los identifique de manera muy clara. Sin embargo esto no siempre es fácil de entender para aficionados y analistas que pretenden que el equipo alemán sea invencible.

El Bayern quiere estar a la vanguardia del fútbol mundial y para ello la figura de Pep es la más significativa posible que pueden añadir a su estructura de club. Guardiola es una persona culta, con una ética del trabajo desarrollada hasta límites insospechados, perfeccionista al máximo, bien parecida y que busca desarrollar un juego divertido, alegre, definido y muy identificable. Y encima suele ganar mucho, porque de nada servirían todas esas cualidades que definen a Pep si sus equipos no ganaran de forma habitual. El Bayern Múnich con Guardiola se define.

Sin embargo el aterrizaje de Guardiola en Baviera trae consigo una situación algo complicada de encajar. Se piensa que el matrimonio entre el mejor equipo del continente y el entrenador más laureado en el lustro anterior al comienzo de la hegemonía europea bávara se tiene que traducir en la invencibilidad más absoluta. Y si hay algo que la Champions League se ha encargado de demostrar es que no quiere que existan reyes permanentes de la competición. De ahí que los primeros meses de Pep en Múnich no sean fáciles y que su primer año se cierre con un sabor más agrio de lo que los resultados y el juego desarrollado, por momentos, dicen.

La eliminación contra el R. Madrid en la Champions es un duro golpe que todos, incluido Guardiola, tienen que saber encajar en pos de seguir las líneas trazadas dentro del club.

Desde la llegada de Pep se inicia un proceso en el que se tiene que romper tabús importantes pero sin el tiempo necesario para que tanto entrenador como plantilla se adecuen porque es obligatorio ganar mucho dada la entidad de la sociedad que representa el Bayern. Guardiola precisa de tiempo para conocer dónde está y hacerse conocer. Y llegan muchas críticas porque en Múnich no gusta demasiado el giro que está pegando el juego del equipo en cuanto llega algún resultado no esperado.

Así que desde la llegada de Pep a Baviera, coincidiendo con la salida de Heynckes con la Champions bajo el brazo, hasta que el de Santpedor se las va a ver con el Barça se han sucedido multitud de situaciones que todavía no nos han permitido ver ese Bayern que muchos esperábamos, dominador, hegemónico, tiránico y con un fútbol de máximo nivel de manera constante. Su pico máximo coincidió con la conquista de la Bundesliga 2013-2104 pero no se vio refrendado en la Champions con la dolorosa eliminación frente al R. Madrid donde quizás vimos al Pep menos creyente en sus ideas.

Dos años después el Barça se las volverá a ver contra un Bayern muy diferente al que le eliminó. No solo en concepto futbolístico, sino, y sobre todo, en su momento competitivo. Llegan los bávaros tras la eliminación en Copa frente al Dortmund de Klopp y con una cantidad de bajas acumuladas importantes -algunas de las cuales han recuperado casi in extremis-, que han supuesto un revuelo mediático alrededor de la figura del médico del club y de Guardiola que no ayudan nada a encontrar una estabilidad que la situación de la plantilla tampoco aporta.

Si en 2013 el Bayern volaba, hoy trata de sobrevivir a sus problemas a la par que busca de ser lo más competitivo posible dadas las circunstancias. Si los de Heynckes creían en su poderío físico y futbolístico, los de Pep llegan con una autoestima mucho menor. Aunque nadie debe poner en tela de juicio que Guardiola buscará establecer un plan de choque que les haga tener opciones de pelear la eliminatoria y presentar opciones para ganarla.

Ahora es el Barça quien vuela a través de su tridente ofensivo y con un mediocampo renacido que cada vez necesita menos de Messi para brillar, golear y divertirse. Las caras de la moneda se han invertido. Y el Bayern hoy día es la cruz, no pudiéndosele considerar como favorito en esta eliminatoria.

En 2013 la gran pregunta era si los chicos de Heynckes iban a ser capaces de pelear la posesión de balón a los de Tito, porque tenían recursos para ello, aunque no fuera del todo necesario porque su dominio de las transiciones y del juego directo era apabullante. El ritmo bávaro era frenético en aquellos tiempos, con una Robbery que no ha vuelto a mostrar aquel nivel conjunto desde entonces, por más que Robben si se haya erigido en un futbolista aún más determinante, si cabe, con Guardiola.

Hoy la pregunta es si el Bayern de Pep podría incluso plantearse no buscar de forma tan determinante la pelea por la posesión del balón, toda vez que las bajas marcan demasiado el tipo de planteamiento que puede desarrollar Guardiola. El gran campo de batalla defensivo en los dos últimos años en Múnich ha sido el manejo de la transición ataque-defensa, donde los bávaros han dejado muestras palpables de no terminar de ser un equipo fiable cuando les toca recuperar el balón tras pérdida de manera permanente en la competición. En el aspecto ofensivo, cuidar la salida de balón siempre es algo inherente a Guardiola y sus equipos, pero este Bayern también ha dejado ciertas dudas en este aspecto cuando se encuentra un rival que le presiona agresivamente en su propio campo.

Y si hay algo que este Barça de hoy en día domina es la presión tras pérdida y en campo rival y la transición ofensiva, aunque en los últimos partidos esté decantándose por un nivel de posesión y ocupación del campo rival que recuerde a la era de Pep. De ahí que, quizás, sea importante para los bávaros definir bien su fase defensiva y acatar que el repliegue y la defensa posicional son aspectos a contemplar frente a los de Luis Enrique.

Establecido el porqué de la contratación de Guardiola, su recorrido a vista de pájaro en Múnich y como llega el Bayern a la eliminatoria frente al Barça desde una perspectiva competitiva, toca diseccionar qué ha cambiado desde el punto de vista futbolístico más puro el gigante bávaro desde el último enfrentamiento contra los culés en Champions.

Estudiar el recorrido táctico de Guardiola al frente de los muniqueses es un ejercicio apasionante. Ver sus “luchas” por seducir a un grupo de futbolistas que han dominado el viejo continente para que jueguen como él quiere, las variantes introducidas, los diferentes momentos competitivos y como iban influyendo en las decisiones del de Santpedor en la configuración del juego bávaro es un ejercicio que requiere mucho tiempo de trabajo y no es la finalidad de este artículo. Sólo podemos decir que frente al equipo de Heynckes, este Bayern de Pep es un camaleón.

Jupp definió un equipo muy poderoso-el mejor de Europa, no lo olvidemos- pero de mecanismos de juego muy claros, con un modelo que no tenía excesivas variantes y donde cada jugador sabía cuál era su rol dentro del equipo. Sin embargo Guardiola ha trabajado con sus jugadores durante las dos últimas temporadas diferentes disposiciones tácticas y posicionamientos de estos. Y bajo situaciones tan dispares que van desde jugar con 5 delanteros-haciendo que Ribery y Robben actúen como interiores en un 4-3-3- a hacerlo con 4 laterales donde Alaba y Lahm forman en mediocampo y se abren o cierran en función de la altura de juego.

Pero sobre todo debe quedar claro que Pep no ha intentado clonar nunca la manera de jugar de su Barça y trasladarla al Allianz Arena. Claro que ha introducido conceptos generales de su filosofía de juego -no deja de ser Pep Guardiola ya sea en Múnich, en Barcelona o Pernambuco- , pero fotocopiar el desarrollo del F. C. Barcelona resulta imposible, ya que, como diría el gran Óscar Cano -uno de los mejores analistas de la figura de Guardiola-, los jugadores son los que terminan definiendo el modelo de juego que un entrenador puede desarrollar.

Hay que decir, también, que las bajas lastran la posibilidad de gran variabilidad táctica del Bayern que llega al Camp Nou y que eso puede repercutir en que podamos intuir un Bayern más definido. Donde más afectan es en la ausencia de sus principales regateadores y de los jugadores que definen mejor el estilo de juego. Las bajas de la Robbery y Alaba son bastante determinantes a la hora de amenazar en el uno contra uno y sólo Thiago se muestra como un jugador fiable en el desborde individual, con ciertas dosis de desborde puntual en Götze.

Visto lo que ha estado probando Guardiola en los partidos precedentes al enfrentamiento al Barça trataremos de jugar en parte a adivinos de cuál puede ser la hoja de ruta elegida por el entrenador del equipo bávaro bajo las circunstancias que rodean a la eliminatoria y cómo se diferencia de aquel de la temporada 2012-2013.

Si hay algo que definía al Bayern de Heynckes era su ritmo de juego y la capacidad que mostraba este equipo para adaptarlo a sus necesidades. Aquel equipo basa su fútbol ofensivo en el ataque en tromba durante ciertas fases del partido apoyándose en la sobrecarga de los pasillos laterales. Ritmo de juego infernal, ataque con muchísimos efectivos y creación superioridades en banda para llenar la zona de remate con muchos jugadores eran sus principales bases competitivas.

Su fútbol ofensivo era demoledor, con un mecanismo de salida de juego trabajado donde Lahm y Schweinsteiger eran capitales para que, al sobrepasar el mediocampo, el juego fluyera a velocidad de vértigo. Este Bayern predecesor al de Guardiola quería el balón pero vivía con cierta comodidad sin él, apoyado en la fortaleza de su doble pivote Sweni- J. Martínez/Luíz Gustavo y con un gran manejo de las transiciones en el juego. Defendía relativamente bien, atacaba de forma virulenta, contragolpeaba mejor y tenía una gran red de seguridad para defenderse de las salidas rivales en caso de pérdida de balón. Además tenía la capacidad para defender con la posesión y bajar revoluciones al choque.

Era un conjunto muy completo -no se juegan dos finales de Champions de forma consecutiva sin ser un gran equipo- pero altamente definido bajo un 1-4-2-3-1 donde el matiz principal estaba en la presencia de Kroos o Müller en la mediapunta, ganando con el primero juego entre líneas y control para obtener con el segundo una mayor agresividad en el ataque del área rival y en la presión.

Con la llegada de Pep Guardiola, el Bayern gana en versatilidad táctica. Maneja diferentes escenarios, disposiciones y muestra una adaptabilidad a los partidos enorme en función de los movimientos tácticos que desarrolla el entrenador catalán y el rival. Pero todo ello dentro de unas ideas básicas que definen una filosofía que los culés conocen. Salir juntos, progresar de manera conjunta desde el inicio de juego para luego desarrollar todo el potencial ofensivo principalmente por bandas y una gran agresividad en la presión tras la pérdida de balón, reduciendo la fase defensiva a la mínima expresión posible. Todos esos conceptos están patentes en este Bayern, aunque las últimas decisiones de Guardiola han alejado un poco estas premisas para definir a los bávaros en un comportamiento más clásico en ellos históricamente.

Sin embargo, durante esta temporada el nivel medio de juego de los bávaros es inferior al mostrado en la era Heynckes, más allá de contar con mayores variables. Pese a ello el Bayern ha dejado las tres mayores actuaciones intimidatorias del año en Champions, goleando cruelmente a Roma, Shakhtar y Oporto. Y lo ha hecho desde diferentes disposiciones y con jugadores diferentes pero desde el mismo concepto, ataque directo con muchos efectivos.

El fútbol de ataque se fundamenta en la generación de ventajas y en la creación de superioridades. Si Heynckes buscaba esto a través de la sobrecarga de los flancos laterales, los últimos partidos del Bayern de Pep nos muestran que la idea que tiene el catalán para atacar a sus rivales es la superioridad a la espalda del mediocampo rival. En otros momentos de su periplo en Baviera, Guardiola ha buscado generar superioridades desde la progresión conjunta y principalmente por bandas. Sin embargo ahora ese no parece el camino, en gran parte por la importancia de sus bajas y el lastre que suponen en el juego exterior.

El Bayern 2012-2013 cuidaba la salida de balón con la presencia de Schweinsteiger en el apoyo a sus centrales e iniciaba la progresión ofensiva por los laterales, para cambiar el juego de lado si Lahm o Alaba se veían cerrados en su avance. En los últimos tiempos, Guardiola busca una salida muy centralizada de balón bajo un esquema 3-2-4-1 en el inicio de juego, que se llega a convertir en un 4-1-4-1 si la presión rival es alta y agresiva.

El Bayern actual viene utilizando mucho una defensa con tres centrales, sobre todo después de la derrota en O Dragao donde las pérdidas en el inicio de juego fueron determinantes para la derrota frente al Oporto -aunque esta disposición de sus jugadores haya sido ampliamente utilizada durante todo el año futbolístico-. Por delante sitúa un doble pivote, con dos mediapuntas y laterales proyectados, coronando el equipo -en fase de ataque- un nueve puro. Al iniciar el juego venimos observando en los últimos partidos que el equipo se parte en dos bloques, el conformado por los centrales y los mediocentros para iniciar el juego, y los carrileros, mediapuntas y delantero centro alejados a la espalda del mediocampo rival.

De esta forma quiere Guardiola atraer al contrario y distanciar sus líneas para que el bloque de iniciación busque, generalmente en las zonas centrales del campo, a sus dos mediapuntas a la espalda del mediocampo rival y poder atacar en un 5 contra 4 a la defensa contraria, abriendo principalmente el juego a bandas posteriormente y buscando centros y remates cuando supera la primera línea de presión rival. En ese aspecto, Xabi Alonso se mete entre los tres centrales si el rival aprieta con tres jugadores la iniciación del juego bávaro y el otro mediocentro es el pegamento entre inicio y finalización mediante la conducción.

Otra de las grandes diferencias frente al equipo de Heynckes es el ritmo de juego. En el Bayern actual este es más lento, las ausencias pesan aquí demasiado, porque busca ser más seguro y reducir su número de pérdidas en la iniciación del juego a costa de que su salida desde atrás sea segura. La aceleración se produce en el último tramo y generada, principalmente, por la incorporación sorpresiva de los laterales. Estos suelen ser, ahora mismo, los únicos jugadores que dan amplitud, en contra posición al equipo de Heynckes donde extremos, laterales, mediapunta e incluso delantero entraban y salían de los carriles exteriores para generar todo tipo de superioridades por fuera.

El actual Bayern busca una iniciación lenta para luego verticalizar por zonas interiores buscando la superioridad a la espalda del mediocampo rival y cambiar el ritmo del ataque, mientras que el predecesor a Guardiola progresaba siempre por fuera y tiraba de muchísimo cambio de orientación del juego para encontrar los espacios libres que le permitieran avanzar hacia la portería rival.

También existen grandes diferencias en el concepto defensivo. Heynckes valoraba el repliegue a campo propio como válido y se utilizaba con cierta asiduidad en función de las circunstancias de partido. Sin embargo ya conocemos como es Pep en este aspecto. Le gusta reducir al máximo su fase defensiva y para ello busca la mayor parte del tiempo una presión alta y una defensa adelantada. Aunque sorprendentemente en el partido de Liga disputado frente al Borussia Dortmund no hace demasiado, el Bayern replegó a campo propio por iniciativa y porque el rival lo hundiera durante un tramo de partido bastante amplio. Ver a un equipo de Guardiola situada en la corona del área por convicción propia y con una defensa de 5 con 4 mediocampistas por delante cercanos sin presionar ni achicar espacios de forma agresiva es algo que resultó sorpresivo.

Pese a todas estas diferencias y que Pep haya adaptado su concepto de juego a la situación coyuntural que le han producido las bajas tan importantes que ha tenido durante todo el año -y con las que llega a enfrentarse al Barça-, con él siempre existen dudas más que razonables con respecto a que va a llevar a cabo. Además se enfrenta a una situación nueva que nunca ha tenido que vivir, frenar al monstruo que él ayudó a expandirse, Leo Messi. Y aquí es esperable que tenga algo preparado.

Messi es tan determinante que, incluso el entrenador que es más reacio a soltar ciertos conceptos que considera innegociables en su modelo de juego, posiblemente se vea obligado a preparar algo especial. Aquella también fue una circunstancia de la que pudo escapar Jupp Heynckes para que su Bayern fuera fiel a sí mismo en la mayor medida posible.

Veremos si Pep Guardiola puede mantener ciertas constantes vitales y en el caso de no hacerlo como repercute sobre ellas Leo Messi. Ahí otro gran aliciente de esta eliminatoria. ¿Será capaz el Bayern de frenar al mayor enemigo público del mundo? ¿Qué tendrá preparado para enfrentar al Barça?