El Camp Nou será el escenario dónde Barça y Athletic lucharán por alzar la Copa del Rey el sábado. Nada más conocerse los finalistas -como viene siendo habitual- comenzó el esperpento que supone cada año encontrar una sede para disputar la final resultando el estadio barcelonista el elegido. Finalmente, el Barça es el anfitrión pero como visitante en su propio estadio debido a la mayor antigüedad del equipo vasco. Las reacciones se sucedieron en ambas parroquias: por un lado los que creen que jugar en casa beneficia al anfitrión por otro los que por contra creen que le perjudica.

Echando un poco la vista atrás en finales de Copa disputadas en casa de uno de los finalistas vemos como al Real Madrid no le ha ido demasiado bien: perdió en el Bernabéu la final de 2013 contra el Atleti, sufrió el recordado centenariazo del 2002 ante el Depor y tampoco le fue mucho mejor en el 92 dónde también cayó en su estadio -de nuevo- ante sus vecinos colchoneros. Navegando un poco más en competiciones europeas de clubes podemos recordar como el Bayern de Munich en 2012 vio como el Chelsea se proclamaba campeón de Europa en el Allianz, misma sensación tuvo la Roma en 1983 perdiendo la final en el estadio Olímpico de la capital transalpina contra el Liverpool. En la Copa de la Uefa también encontramos una derrota reciente de un equipo en su propio feudo puesto que el Sporting de Portugal cayó contra el CSKA en su flamante José Alvalade de la capital lisboeta mientras que el Feyenoord sí que lograba levantar el trofeo en la final disputada en su estadio. Viendo los datos me puse a rebuscar un poco más e indagué en las competiciones de selecciones. Rápidamente acudió a mi memoria el mítico Maracanazo del 50 o la inesperada derrota de Portugal en la Eurocopa de 2004 ante Grecia en Lisboa.

Como vemos el anfitrión no sale muy bien parado de la estadística. Jugar una final en tu propio estadio aporta un dosis de presión al equipo. Cambiarse en el vestuario visitante, ocupar un banquillo que no es habitual y ver las gradas del estadio teñidas por dos hinchadas quizá son factores secundarios pero está claro que rompen la rutina del equipo que juega en casa.

Para el Athletic este es el partido del año, la afición viajará en masa a Barcelona a disfrutar de una fiesta que esperan se corone el domingo con la gabarra paseando por la ría de Bilbao, celebrando un título que les ha sido esquivo en 2009 y en 2012.

El Barça, por su parte, afrontará el reto de ganar la Copa con los antecedentes en su contra pero con la ilusión de subir el segundo escalón que les acerque al ansiado triplete, concienciados de que esto es una final aunque el escenario pueda indicar que es un partido más. Seguro que el equipo logra abstraerse de todo lo que rodea a una final que no parece que lo es.  Si un equipo sabe lo que es campeonar en su casa ese es el Barcelona que alzó la Copa del 63 ante el Zaragoza y la Recopa del 82 en sendas finales en el Camp Nou. Xavi espera levantar el trofeo en su último partido sobre el césped del templo barcelonista, ése que tan bien conoce y dónde tantas lecciones ha dado a lo largo de los años. El jugador que más veces ha vestido la azulgrana puede que juegue el último partido en su casa con la camiseta de visita y cambiándose en el vestuario al lado del habitual. El forastero quiere vencer en su casa.