LUIS ENRIQUE, UN FENÓMENO CASI PARANORMAL

En la lectura de la Biblia nos encontramos con una serie de pasajes donde Jesucristo solicita a sus discípulos y a los que no lo son tanto, la condición de creer en Él. En sus actos, sin ponerlos en duda, sin preguntarse si el fin inmediato les compensa, les interesa, les convence… les pide una visión más optimista de lo que ocurre, les solicita su confianza ciega, apela a un acto de fe.

Que nosotros, como aficionados, creamos o no en este equipo, no tiene mayor impacto que el que pueda implicar otorgar el crédito necesario, para que cuerpo técnico y jugadores puedan trabajar tranquilos. Con el objetivo de llegar con opciones, a cuantos más títulos mejor a finales de mayo.

Esto no se ha dado en este club durante este año, el aficionado volvió a demostrar su inmadurez allá por el mes de enero y solo la obstinada creencia de un grupo de jugadores y técnicos en lo que hacían, ha desembocado en esa irremediable comunión final -triplete en mano- entre los simpatizantes azulgranas y los que cada sábado y cada miércoles se empecinaban en derrotar a su rival por todos los medios a su alcance.

A este equipo se le ha achacado que no se sabía muy bien a qué jugaba. Que no había plan y que incluso, cuando el plan “funcionaba”, este se tiraba a la basura sin remisión. Que no se ensayaba ningún tipo de mecanismo. Que no existía un once tipo con el que identificarse. Que no se aprovechaba el potencial de esa tremenda delantera, incluyendo el que al mejor jugador del mundo se le privaba de las inmediaciones del área. En definitiva, una sensación general que no se entendía el plan de Lucho o que incluso no había tal. Probablemente lo único que el seguidor pedía era una serie de realidades a las que agarrarse. Este movimiento continuo, aun a pesar que nos ha acabado mostrando una máquina casi indestructible, era puesto sistemáticamente en cuarentena por el mero hecho que el aficionado medio e incluso el sesudo analista no lograba encontrar unos parámetros reconocibles en la ecuación que manejaba el míster.

En términos matemáticos podríamos decir que el desarrollo del juego del equipo no seguía una función lineal. Y eso despista y mucho, como se ha demostrado. Escapaba de todo análisis y lo desconocido, casi siempre, asusta y provoca rechazo. Todo esto en un primer año de proyecto, que se dice pronto. Por suerte, lo importante cuando uno maneja un grupo de gente con un objetivo concreto es que sean estos los que crean en lo que se está haciendo. Los que vean la luz al final de cada movimiento, de cada entreno, de cada evolución táctica.

No cabe duda que Luis Enrique se ha valido del manejo del ámbito psicológico del futbolista en particular y de las dinámicas de grupo en general para conseguir sus objetivos. Ha maximizado los potenciales individuales y grupales y ha minimizado debilidades. Por ejemplo, ha sido capaz de encontrar un modelo que explotara la calidad de sus dos porteros. No es baladí que Bravo haya resultado, con su experiencia en la Liga, fundamental para la consecución de la misma. Como tampoco es casualidad que ter Stegen y sus cualidades, que ahora mismo todos conocemos, hayan resultado vitales en cada eliminatoria.

Dos laterales con un fútbol tan diferente, han acabado siendo diferenciales cada uno en su estilo; el brasileño siendo el mejor socio de Leo en la derecha, y el catalán como principal destinatario de uno de los inventos del año; el alley oop de Leo.

Muchas dudas tenían ciertos aficionados sobre Piqué al comienzo de la temporada, curiosamente los mismos que dudaban del equipo. Dudas muy poco reflexivas dado que, como siempre, la calidad se impone, y no saber reconocer la capacidad intrínseca del tres para ser el mejor central de Europa es, simplemente, una carencia para hacérsela mirar. La realidad, una vez más, es tozuda y en junio ya nadie duda de quién sostiene este invento desde la base.

Este Barça es competición, y si hay un jugador, el diez a parte, que implica competir cada balón, cada jugada, ese es Mascherano. Y de ser una posible debilidad en el centro de la zaga, una vez más, el técnico ha sabido encontrar la fórmula que magnifica el desempeño de El Jefecito.

Si un jugador es paradigma, pero sobre todo termómetro de este Barça de Lucho, compartiendo característica con el gran Barça de Pep, ese es Sergio Busquets. Sólo ha habido momentos de duda sobre el juego del equipo cuando el cinco no estaba al cien por cien. Es duro para el análisis, pero es así; este equipo cree más en sí mismo si el de Badía está en el campo. Las cotas más altas de este Barça se ven cuando Sergio hace grandes actuaciones y viceversa. ¿Qué fue primero?

Sobre el peso de los interiores en el juego del equipo se han escrito hasta teoremas filosóficos. Del “Barça de los centrocampistas” se pasaba al “Barça del agujero negro en la medular”. Visiones catastrofistas a parte, el primer gol de Berlín nos indica cual es el culmen de dicho centro del campo. Mención especial merece el manejo que se ha hecho de la situación Xavi; de lo que podía haber sido un problema, dado el quiero y no puedo, de seguir intentando realizar una mala imitación del “sistema Xavi”, cuando este ya no es ni su sombre a noventa minutos. La situación ha virado hasta que el señor Xavi Hernández era, probablemente, el mejor cambio que se podía dar a final de temporada en cualquier equipo de la élite europea.

Y llegamos a la tripleta atacante, a la base y el fin de todo este invento. A partir de ellos se cree, a partir de ellos se juega. A partir de ellos se vence y el equipo rival parece enajenarse y alejarse de su mejor versión. Sin renunciar a ninguna de sus disfraces, posicional o transitando a toda velocidad, maximizando individualidades y potenciando al trío. A partir de ahí el grupo pensaba que cualquier objetivo era posible. Una fuerza coral sustentada en el fútbol de la mejor tripleta atacante de todos los tiempos. ¿Quién duda que todo rival podría ser batido? Ellos, los que están en el campo, desde luego no lo hacen.

Esa capacidad de disfrazarse de un equipo con pausa o del contraataque más letal de Europa. Ese once reconocible y sobre todo fresco, muy fresco en mayo. Esa opción ya no tan terrible de ceder córners y faltas laterales sin que suban las pulsaciones de todos los implicados. ¡¡¡Defensa posicional, defensa posicional!!! Repito porque eso no se veía en el Camp Nou desde no recuerdo cuando… Disfraces y más disfraces que quizá a alguno le de ciertas pistas sobre todo lo que se probó a principio de temporada…

Seguro que este equipo tiene margen de crecimiento desde el punto de vista meramente táctico. Pero supongo que lo que muchos habrán entendido este año es que el fútbol no es solo líneas, dibujos, disposiciones numéricas… el fútbol es de los futbolistas y si eso no llega, siempre está una buena cabeza como la de Mathieu en un balón parado a la que agarrarse…

Quizá, solo quizá, hayamos aprendido que en este deporte que amamos, todavía no todo está inventado y se puede seguir aprendiendo. Hay tantas dimensiones que todavía se nos escapan.

Pero sobre todo, confiar en el profesional. Gracias, Luis Enrique, por todo. Espero el año que viene continuar aprendiendo…