Se marcha un hombre importante en la época más gloriosa del Fútbol Club Barcelona. Es cierto, a muchos aún les cuesta creerlo –quizá por ello seguimos oyendo esos ocasionales “Pedrito”-, pero lo fue. Un jugador que el club fichó para darle empaque a su filial y que, contra pronóstico, se ganó un puesto en el once de Guardiola. Y en el de Vilanova. Y en muy a menudo, en el de Martino. Sin hacer ruido.

Pedro Rodríguez debutó en la jornada 2 de la Liga 2008-09, junto a otro pilar hasta la fecha -y lo que le queda-: Sergio Busquets. Tras el descalabro inaugural en Soria, Pep insufló aire fresco al grupo. El equipo empató en casa ante el Rácing, pero la imagen fue bien diferente. Y de ahí a la cima. Si bien es cierto que tuvo un papel discreto en la consecución del triplete, también lo es que fue clave en ambas Supercopas y Mundialito de Clubes para alcanzar el sextete. Con sus decisivos goles ante Shakhtar y Estudiantes de La Plata, el canario entró en la historia del fútbol: se convirtió en el único jugador en anotar goles en la totalidad de campeonatos inaugurados en un año natural.

Esta puntualidad, sumada a su trabajo táctico, le valió en su segunda temporada para desbancar del once a un Henry que ya había cumplido el sueño de ganar la Champions. Su profundidad fue clave para ganar una Liga en la que Zlatan Ibrahimovic le complicaba, de manera progresiva, las cosas a Messi. Pedro se asentó en su cita con el gol y fue miembro activo de la selección en el Mundial de Sudáfrica. Sus semifinales ante Alemania persisten en la retina de muchos. Partiendo desde el centro del ataque y con libertad y metros, generó un caos en la defensa alemana que pasó como pasa un Lunes de Luna. Con la roja y la azulgrana, “el hijo del gasolinero” volvió a ser un extremo obediente para siempre.

Pero fue en la 2010-11 cuando tocó techo. Ya como titular indiscutible y flanqueando junto a Villa al ‘10’ rosarino, el Barça practicó un fútbol utópico. Sin envidiar el rendimiento del goleador asturiano, superó la veintena de tantos en todas las competiciones por segunda temporada consecutiva. Los culés volvieron a ganarlo todo a excepción de una Copa del Rey perdida en el tiempo extra ante el Real Madrid.

En el último año de Guardiola tuvo problemas con las lesiones y empezó una cuesta abajo interrumpida en números pero no tanto en sensaciones durante la 2013-14, que a la postre fue una temporada sin títulos. El libreto del de Santpedor se fue agotando, el juego de posición estaba cada vez más estudiado por los rivales, sus legendarios compañeros iban cumpliendo años y el baile de entrenadores no ayudaba. Empezó a dañar más partiendo desde el costado izquierdo que desde el derecho. A Pedro le daba para alcanzar o superar la decena de dianas -también le ha dado en su última temporada- pero ya no para pesar en las grandes citas. Sus goles en el Santiago Bernabéu o Wembley quedaban lejanos. Como apunte a su favor, supo ser importante como refresco en la España de Del Bosque campeona de la Eurocopa 2012.

Tras un inicio liguero preocupante, Mourinho lo ha solicitado para su Chelsea. Necesita un plus de grandeza y olfato para su ataque. Pedro sabe que fuera del Barça puede competir por un puesto como titular y que tiene papeletas para conseguirlo. Aquí, con el tridente Messi-Suárez-Neymar, no es posible. A sus 28 años recién cumplidos, el tinerfeño quiere volver a sentirse importante en la máxima competición. Se marcha dejando cerca de treinta millones de euros en las arcas azulgranas y convirtiéndose en uno de los jugadores más rentables en la etapa moderna de la entidad. Mil gracias, Don Pedro.