Recuerdo a Luis Enrique en la rueda de prensa de su presentación comentar que uno de sus objetivos en la banqueta blaugrana era hacer un equipo imprevisible, que para el rival fuera un problema descifrar qué se iba a encontrar. En el año y poco que lleva en el cargo, esa idea primigenia del asturiano se ha volatilizado, porque el Barça, si se le puede adjetivar de alguna manera -el de esta temporada y el de la pasada-, es catalogándolo de previsible. Y es lícito que lo sea, si algo funciona para qué lo vas a modificar. Los títulos del curso pasado avalan el plan. Pero, como en la vida, aquellos mecanismos reiterativos que te generan réditos acaban teniendo fecha de caducidad porque en el caso que nos ocupa, los rivales han descifrado cómo dañar a los azulgranas, obligándolos a arriesgar.

La dificultad del partido en Balaídos era conocida por todos. Un rival al más puro estilo Bielsa, con intensidad y confianza a raudales. Para ello Lucho se la jugaba con su once de gala salvo por la entrada de Mathieu por lesión cervical mañanera de Alba y la apuesta del nuevo jugador número 12 en el lugar de Rakitic. Por su parte, Berizzo apostó por la inclusión de Radoja en el centro del campo, manteniendo a sus tres delanteros en la punta de ataque. El Toto iba a ser fiel a sus principios, unos principios con los que sabía que podía herir al Barça, e incluso matarle.

Hablábamos al principio del texto de los problemas que se encuentra el FC Barcelona cuando debe arriesgar. Esto, los rivales, lo pueden conseguir de dos maneras. La primera es a través de un repliegue bajo con defensa pasiva al balón, obligando a que la generación de ventajas sea desde cero, desde igual a igual. La segunda es la que aplicaron los celtiñas ayer. Presión alta hombre a hombre en salida de balón, máxima activación, anticipación y solidaridad colectiva. En este escenario, el inicio de jugada culé nunca es plácido, nadie dispone de pausa, del momento para bajar el ritmo y pensar u ordenar. Todo se precipita. Se asumen riesgos por parte del rival, claro, unos riesgos enormes. Espacios a espaldas de los MCs, duelos uno contra uno en campo propio, exposición a un error individual dejando en ventaja al rival… La ejecución del plan marcará el resultado, como siempre pasa por mucho que teoricemos sobre sistemas y números.

Los primeros 15 minutos del Celta fueron perfectos. Aplicando los mandamientos de Berizzo, el vendaval vigués se llevaba todo por delante. Siempre existía superioridad zonal y los balones divididos eran celestes -esto se mantuvo durante todo el encuentro-. Además, los gallegos aplicaron la de Messi en la persona de Nolito. Él atraía, juntaba a Alves con Sergi Roberto -con instrucciones claras de ayudar-, hacía vencer a Piqué y Busquets y descolocaba a la banda contraria. El andaluz giraba al Barça. Desde ahí filtraba a la diagonal de Aspas o bien daba continuidad a la frontal del área, donde la superioridad era local. El Celta desprendía aroma a peligro pero no dañaba.

Tras ese primer cuarto de hora los culés lograron igualar el partido. Conducciones individuales y un par de buenas decisiones de Busi en la ocupación de espacios permitieron al Barça cabalgar con espacio, dejando atrás el face to face rival, llegando al área con ventaja. Pero la puntería falló. Daba la sensación que, poco a poco, el partido se iba volcando del lado de los visitantes aunque muchas veces, las cosas no acaban siendo lo que parecen que vayan a ser. Un centro lateral celeste obligó a Alves a cerrar la espalda de Piqué, amenazado por Aspas. Nolito, manteniendo su posición abierta recogió el centro pasado y la puso en la escuadra. Cuando menos amenazaba, el Celta conectó su directo de izquierdas.

A los cuatro minutos la falta de contundencia de Piqué en el centro del campo regaló a Aspas la oportunidad de batir a ter Stegen por segunda vez. Y el Barça quedó grogui, muy tocado, sin aire. El Celta se volvió a venir arriba, manteniendo su plan inicial reforzado por la ventaja conseguida. Se volvía a estar en el filo de la navaja, como al inicio.

El descanso sentó bien a los blaugranas. Varías llegadas seguidas al área de un sensacional Sergio Álvarez asustaron a los vigueses. El Barça transitaba fácil y el caos parecía que se podía adueñar de Cabral y Sergi Gómez. Pero ambos centrales no cometieron ni un error en todo el partido. Impecables los dos. Este asedio duró hasta que un mal posicionamiento defensivo culé en la salida de un córner y una horrorosa decisión de Alves a la hora de atacar el balón habilitaron a Iago Aspas en otro mano a mano con Marc-André. Tercer gol local y adiós a la remontada.

Los de Lucho siguieron porfiando, buscando un gol que les volviera a meter en el partido. Fue Neymar en el minuto 79 quien lo logró, pero duró un suspiro. La pasividad defensiva del que está abatido, hecha jugador en la línea defensiva, permitió al Celta anotar el cuarto de la noche y finiquitar el envite antes del pitido final.

La derrota es dolorosa por el marcador y algunas lagunas individuales y colectivas. Se pondrán los focos en los jugadores y el entrenador. Es normal, siempre ocurre, pero creo que la reflexión debe ir más allá. Claro que MatS no ha dado puntos, o que Piqué ha hecho su peor partido en meses, que Alves lateral es muy diferente que el Alves interiorizado, etc. O que Lucho no ha hecho modificación alguna durante el partido más allá del Leo interior y que a muchos la plantilla les parece insuficiente. Todo eso es cierto, pero los problemas de hoy son los mismos que son inherentes al sistema, tanto este año como el anterior. Este toque de atención debe ir por ahí, por la evolución y mejora de aquello que el curso pasado llegó a funcionar tan bien durante los últimos meses. Evitar el inmovilismo, buscar alternativas posicionales para solucionar los habituales jaques mates rivales que nos iremos encontrando. Porque mejor o peor ejecutado, partidos así nos iremos encontrando durante la temporada, y fallar se puede fallar poco.

LAS NOTAS 

MAtS (5): Poco pudo hacer en los goles, aunque a un portero del Barça se le han de pedir imposibles

Alves (4): Cuando debe ejercer de lateral, Dani pasa a ser más que una solución, un problema.

Piqué (4): Mal partido de Gerard. Errores impropios de él, tanto técnicos como de lectura.

Mascherano (4): Superado por el partido. Iago Aspas le martirizó.

Mathieu (5): Sus pocas incursiones ofensivas sumaron en ataque. Quizá el único defensa que no se vio superado.

Sergi Roberto (5): Ayudó a Alves en su duelo con Nolito. En la primera parte, el jugador que más dañó la presión celtiña.

Busquets (4): La tarea era complicada y no logró imponerse. Su zona, una bicoca para los locales.

Iniesta (4): Desconectado. El ritmo del partido le superó. Nunca pudo sumarse a los tres de arriba.

Leo (6): Como siempre, de sus botas salió lo mejor, pero no fue suficiente.

Suárez (4): Leyó el partido al revés. Fue incapaz de aprovechar los espacios que existían a su alrededor

Neymar (4): Salvo en el tramo final donde sí se atrevió, demasiado apocado.

Munir (4): Ocupó la banda derecha del ataque. Desde esa zona le cuesta sumar.

Rakitic (-): Sustituyó a Busquets en el MC. Poco pudo aportar en los minutos finales.