UN SEVILLA SIN ALMA COMPETITIVA

Los habituales de Rondo Blaugrana saben que siempre que soy invitado para la previa del enfrentamiento entre Sevilla y Barça me gusta definir tácticamente al equipo sevillista. Sin embargo en esta ocasión no va a ser posible desarrollar ese trabajo en la medida que suelo hacerlo habitualmente. La razón de ello es que ahora mismo el equipo de Nervión anda metido en una espiral mental y emocional en la que lo táctico parece lo menos trascendente en su situación.

Podríamos hablar de que Emery quizás está queriendo imponer una dinámica de juego o un modelo que no casa excesivamente con las características básicas de su plantilla, de que la portería es un dolor de cabeza continuo- donde Sergio Rico y Beto son protagonistas negativos tarde-noche si y tarde-noche también-, de que las bajas en defensa dejan al cuadro sevillista con dos centrales sin contundencia, de que Unai no ha encontrado una figura que sustituya el trabajo colosal del M´Bia dejando a Krychowiak vendido en mediocampo, o de que los nuevos fichajes no terminan de mostrar un nivel mínimo aceptable para poder pelear el puesto a los “veteranos”.

Sí, de todas estas cosas podríamos hablar. Pero la realidad es que el actual Sevilla está entrando en una dinámica que le ha borrado de un plumazo su identidad. El Sevilla de Emery ha sido capacidad competitiva y emocionalidad llevada a extremos a veces incluso contraproducentes. Y hoy día el equipo de Nervión recibe al Barça después de no haber comparecido competitivamente hablando en Turín y dejando unas sensaciones de depresión alarmantes.

Se observa un Sevilla sin alma, sin entrega-o más bien entregado a su suerte-, y en el que el lema “El equipo de la casta y el coraje” que le ha representado a lo largo de su historia no es más que una frase bonita para el recuerdo. El Sevilla de hoy solo puede agarrarse a Nervión, a su parroquia para que le infunda ese carácter que ha perdido, y a su historia reciente, sacando una vergüenza torera que se ha dejado en muchos partidos en la caseta.

Pese a todo, vamos a intentar hablar de fútbol, que para eso me llama Rondo Blaugrana para que comparezca aquí ante vosotros. Va a resultar difícil, posiblemente me encuentro ante el mayor reto a la hora de escribir en mucho tiempo porque hablar de algo que no tiene por donde meterle mano es complicado. Pero elucubremos.

Supongamos que al Sevilla le da por intentar competir, no hablamos ya de competir directamente sino de que haga el intento. ¿Qué se va a encontrar enfrente el Barcelona si los sevillanos son capaces de recuperar en parte algo de su esencia competitiva?

Emery sigue siendo fiel a sus ideas, y aquí posiblemente este el principal foco negativo desde el punto de vista futbolístico. Unai vuelve a tirar de repliegue más o menos bajo, defensa de tintes pasivos con dos líneas de 4 relativamente juntas y fases no demasiado altas de presión en campo rival. Es decir, opta por su habitual paso atrás para tener metros con los que atacar con virulencia-la identidad básica de su juego-.

El problema es que este Sevilla así definido durante las dos temporadas anteriores se anclaba en un cuadrado central de jugadores que le daban la suficiente solvencia para hacerse fuerte. Primero con Fazio-Pareja en el centro de la zaga y M´Bia-Carriço en la sala de máquinas-más bien de destrucción-, y después con Pareja- Carriço delante del portero protegidos por delante por M´Bia-Krychowiak, Emery construyó dos equipos que se hacían fuertes desde atrás.

Hoy, de todos esos baluartes a los que Unai entregó su idea defensiva, solo queda Krychowiak. Y el polaco se siente desbordado ante lo que le llega y por culpa de lo que le rodea. Ni Andreolli, Kolo o N´Zonzi tienen las capacidades defensivas de los que fueron el punto de apoyo desde el que se desarrollaba el Sevilla en su juego.

Los cimientos sobre los que está construido hoy en día el Sevilla son de arcilla, y a la mínima que hay una fuga de agua se convierten en arena. Dejar la portería a cero es un quimera utópica porque, además, ni Beto ni Sergio Rico ganan puntos-todo lo contrario, los regalan-. Desde esa ausencia de solidez defensiva todo el castillo de naipes termina cayéndose. Los laterales no han sido históricamente los jugadores defensivos más fiables del Sevilla, por lo que los problemas defensivos no están sólo en la zona central. Los de Emery hacen aguas por cualquier flanco que se les ataque.

Sin recuperación no hay contrataque, y encima también adolecen los sevillistas de las figuras de jugadores como Rakitic, Bacca o Banega que originen de la nada algo positivo. Para colmo las galopadas de Vitolo también están ausentes y sólo Reyes es algo noticiable para montar un contragolpe. Pero el utrerano está solo. Y por mucho que lo intenta, no hay nadie que interprete su idioma.

Así a groso modo está definido un Sevilla que cuando tiene la pelota tampoco brilla, porque no quiere romper su teóricamente pétreo doble pivote-que con N´Zonzi es todo menos pétreo- , pero que ha dejado algunos momentos de aquello que lo definió cuando tocó arrebato y quiso presionar más arriba.

Las bajas son atenuantes, claro está. Pero no todo debe achacarse a ello. La adaptabilidad del entrenador a las circunstancias manda siempre y de su capacidad para potenciar aquello que le demanda su plantilla se deriva la competitividad de la misma. A día de hoy el Sevilla jugando “a lo Emery” es un mal equipo, vulgar y donde sus recursos son insuficientes para competir, más allá de otros ámbitos que no sean futbolísticos y que también formen parte de la situación.

Con jugadores como N´Zonzi, Krhon-Delli, Banega, Reyes o Konoplyanka en la ofensiva -futbolistas que la quieren al pie y con gran capacidad asociativa o de desborde- parece evidente que lo que mejor le vendría al Sevilla es un fútbol de menos vértigo y más control. Un fútbol más lento pero mucho más preciso. Y dada la escasa solvencia defensiva que tiene, un fútbol que le ayude a estar junto, acometer menos pérdidas y que sea de menos transiciones-donde ahora mismo está muerto-.

Pasar de un fútbol de áreas, como ha sido la constante Emery en Sevilla, a desarrollar un juego más de mediocampo, de posesión pausada pero que ordene al equipo y cuyos puñales sean dos laterales con gran capacidad para dar amplitud y atacar el espacio por fuera y unos puntas- Gameiro e Immobile- que rompen a las mil maravillas una y otra vez a la espalda de la defensa tanto por dentro como por bandas. Elaborar, asentar el equipo tranquilamente en campo contrario, juntarse, mover al rival y luego dar el zarpazo definitivo con la ayuda de los jugadores más profundos y verticales.

Sin embargo es el Barça el que visita Nervión y además Emery no ha dejado atisbos de querer desarrollar esto que proponemos aquí en ningún momento. Su única solución ha sido la que ya utilizó la temporada pasada, reducir aún más el juego en mediocampo con la presencia de Llorente y la búsqueda de este en el juego directo -como ocurrió durante veinte minutos frente a Las Palmas-. Así que parece complicado que de cara al partido contra los de Luis Enrique vaya a haber ningún tipo de cambio significativo.

Lo único que se podría esperar es que el equipo se conjure y que, con la ayuda de una grada que sabe empujar, vuelva a tener ganas de competir. Con sus déficits, claro está, pero desde el concepto básico que ha definido a Emery. Al menos así es posible que haya partido. Pero si las cosas transcurren por el cauce que lo están haciendo, el Barça se va a encontrar al Sevilla más manso e inofensivo en muchos años en el Sánchez Pizjuán. Y esto nos hace prever un partido plácido para los blaugrana, lo cual no les puede venir mejor a día de hoy después de todos los acontecimientos que les han rodeado.