Que este Barça depende en grado extremo del funcionamiento de su tripleta atacante no es ningún secreto. Desde la temporada pasada, con el fichaje estrella del uruguayo Luis Suárez, hasta hoy, han sido contados los meses en los que el equipo ha podido contar con sus tres delanteros titulares, concretamente los que van de Enero a Mayo, y de ahí la brutalidad de rendimiento en juego y títulos de dicha época del año. A esa continuidad habría que sumar desde el comienzo de esta temporada hasta la lesión de rodilla de Leo.

Bien es cierto que una de las mejores versiones del Barça ha venido justo en la fase final de la recuperación del argentino, pero qué duda cabe que para empresas mayores se necesita del pleno rendimiento de todos, y sobre todo de su estrella más rutilante; el mejor jugador de la historia de este deporte. Pero hete aquí que el Barça afronta el primer hito de la temporada, el Mundialito de Clubs, y alcanzar el final del año, que esta temporada no se interrumpe por motivos navideños, sin su jugador más en forma. El que más ha crecido desde que comenzó la temporada. Aquel que ya empieza a llamar a la puerta de los dos últimos ganadores de los balones de oro en esta década.

Neymar empieza a alcanzar una interesantísima madurez en su fútbol, sin perder ni un ápice de su frescura futbolística. Todo lo que intenta le sale. Regates inverosímiles, paredes precisas, remates preciosos… pero sobre todo una comprensión del juego azulgrana solo cercano al que ya ha macerado la especificidad del juego blaugrana, con muchas horas de vuelo. Toca de primeras cuando debe, libera el carril del lateral en el momento preciso, conduce con velocidad hacia el centro para partir líneas defensivas impenetrables. Combina con el interior de su lado, un Iniesta también inconmensurable en estos meses de competición. En definitiva, suma desde el equipo y es la piedra angular del juego de ataque, Suárez mediante. Y a su vez es un remanso desde el que aglutinar y descargar el juego desde su orilla, como lo era el mejor Ronaldinho.

Sus botas siguen manchándose de cal, pero ya no solo para activarse en momentos determinados, sino para volar hacia cualquier parte del campo y juntarse con Suárez, hacer el triángulo correspondiente con el interior y el lateral de su lado, ofrecer el apoyo necesario al mediocentro y, porque no, seguir siendo objetivo del alley oop imparable de Leo. Y define, define con esa precisión quirúrgica de unos penalties lanzados sin carrera.

Vienen semanas de descanso para la estrella brasileña, esperemos que a él le sirvan para recargar baterías y no perder ni un ápice de su chispa. Y al equipo para intentar sumar más registros en el juego, como ya se hizo con la baja de Messi. ¿Cuatro centrocampistas? ¿Adelantar la posición de Iniesta? ¿Recurrir de nuevo al Munir/Sandro? Todavía estamos alejados de los objetivos que cierran la temporada. La meta volante de este Diciembre se puede y se debe conseguir sin el once sobrevolando todo el frente de ataque, aunque seguro se le echará de menos…