En los momentos más oscuros de la pasada temporada, las voces que clamaban por un cambio de sistema a fin de minimizar los problemas defensivos -y ofensivos- culés no eran pocas. Ese 1-4-2-3-1, con pareja de medioscentros que mejorara la paupérrima transición defensiva del equipo, y a la vez otorgara más espacio a Messi en zona central parecía la solución, la mutación natural de un equipo débil. Pero Lucho optó por llevar a Leo a banda, apostar por la diagonal asesina, que Alves fuera el ayudante de Busi en zona central… Una serie de medidas que, finalmente, se demostraron las idóneas para tricampeonar en la 14/15 y todos nos olvidamos del sistema más manoseado en la primera década del siglo XX. Pero ayer, de sopetón, nos encontramos con la primera variante de la era Lucho, algo muy diferente a lo acostumbrado.

El asturiano aprovechó para dar descanso a varios hombres “suprautilizados” durante este tramo de la temporada. Con ter Stegen bajos los palos, los componentes de la línea defensiva fueron Alves, Masche -sector derecho- Vermaelen y Mathieu. En zona central, Sergi Roberto y Rakitic se repartían la zona central, guardando las espaldas a -de derecha a izquierda- Alexi, Leo y Arda. Arriba, como punta solitario, Munir. Por su parte, los de Galca mantuvieron idea y distribución de partidos anteriores, con Asensio más centrado y dos nombres diferentes en las bandas -Burgui y Salva Sevilla-.

El arranque fue el esperado. Un Espanyol agresivo y activado, buscando la presión alta en salida de rival y un Barça sin prisa, centrado en bajar las revoluciones al encuentro. Este escenario duró 10 minutos, lo que le duró la fe a los periquitos, puesto que tenían un problema y gordo. Si días atrás, el eje de la presión era Busquets, ayer en Cornellà no existía esa referencia. El objetivo se había desdoblado en Sergi y Rakitic y el Barça encontraba facilidades para superar esa presión local. La línea de pase sin riesgo siempre existía y el cambio de frente de ataque daba al receptor del mismo espacio y tiempo. Pronto abandonaron los blanquiazules sus intenciones iniciales.

Llegó el momento de ver cómo le sentaba este nuevo traje a los azulgranas. La conclusión final fue que, si bien le quedaba bastante bien de largo, también le tiraba de sisa. Cuestión de ajustes, pruebas y de nombres, hemos de suponer. Si entramos más al detalle existió un problema inicial por ocupación de espacios y funciones. Dentro de este sistema, los laterales debían ejercer de laterales y ni Alves ni Mathieu saben -actualmente- hacerlo. El ecosistema ideal del brasileño es otro muy diferente y sobre el francés, pues su poca ortodoxia y técnica endeble en la posición asusta a cualquiera. Si nos desplazamos a zona central, la altura de Sergi y Rakitic era la misma. Quizá fuera una medida inicial ante la presión local, ya que con el paso del tiempo existió cierta mejoría, gracias a las conducciones del de Reus que desencorsetaron a la dupla. En zona ofensiva, Aleix y Arda arrancaron muy arriba y pegados a la cal, sin casi ofrecimientos entre líneas. Si a esto añadimos un Munir entre centrales, el espacio regalado a Leo era enorme y daba la sensación que la resolución del enfrentamiento residía en esperar que el 10 recibiera entre líneas para decidir. Pero no era así, porque Messi se veía obligado a bajar junto a Rako y Roberto para instalar al equipo en campo rival.

Con el paso de los minutos, las bandas comenzaron a cerrarse y tanto Abraham como Jordán tenían distracciones, situación que aprovechó Leo para castigar al Espanyol. Un pase filtrado a Munir enseñándole la ruptura permitió al 17, en una brillante acción, anotar el primero en el marcador a la media hora de juego. A pesar de la mejoría, el Barça seguía chirriando un poco en fase ofensiva. Si la liberación de las bandas supuso para Aleix poder aparecer por los 3 carriles y ofrecerse en libertad -sin estar precisamente fino técnicamente-, el calvario continuó para Arda, que no encontraba socios ni en Mathieu -el hombre más cercano-, ni en Munir -con escasas caídas a banda- ni en Leo, a medio gas muy centrado y verticalizado.

Defensivamente el equipo era sólido. Las dos líneas de 4 eran estables y cada componente de las mismas realizaba su función. En este sentido, la presencia del turco sí supuso una “mejoría” respecto a Neymar cuando, en ciertas ocasiones, el Barça ha cerrado con línea de cuatro. Y es lógico, la capacidad de sacrificio defensivo y conocimiento de funciones es muy superior a la del brasileño. Esta disposición iba acompañada de la demandada agresividad en el robo, lo que supuso disponer de espacios para la contra. Cada recuperación era una opción clara de ataque, pero ni estaban Los Nucleares en el campo ni los culés tenían esa hambre por dañar al rival. Al fin y al cabo, la eliminatoria estaba sentenciada.

El primer cuarto de hora del segundo acto sí supuso un cambio en la ofensiva de los locales. Durante el primer tiempo, Caicedo trabajó la zona de Vermaelen, siendo el belga el vencedor del duelo, tanto en balones aéreos -con mucha agresividad- como en uno contra uno. Viendo el percal, el ecuatoriano cambió de perfil, buscando a Masche al que desarboló en muchas de las acciones de los enfrentamientos pasados. Esto, unido a las dudas de Rakitic en cuanto a posicionamiento defensivo cuando tenía que bascular, abrió en carril en la zona del interior izquierdo del ataque periquito que permitió al Espanyol probar al portero alemán, resolviendo este el envite con nota.

Sea por esto o simplemente por reparto de minutos, Lucho ejecutó un doble cambio. Ingresaron Adriano y Bartra al terreno de juego por Vermaelen y Sergi Roberto, recomponiendose el equipo con Mathieu de central y Mascherano de mediocentro. Prácticamente, el Espanyol ya no se volvió a asomar a los dominios de MAtS.

Los blancs i blaus bajaron los brazos y si los espacios ya existían, a medida que el tiempo pasaba se agrandaban. Solo el cuidado que tenía Leo con el balón en los pies evitó más goles. El argento andaba más pendiente de evitar entradas y tarascadas que en ir dejando rivales a su paso, todo al ralentí, sin querer complicarse la vida.

Aún hubo tiempo para el segundo de Munir a pase de Aleix Vidal. Funciones muy diferentes del de San Lorenzo de El Escorial ayer en Cornellà, que encajan mejor en sus características. Tuvo poca participación en el juego, pues es lo que se le pedía, pero cuando las tuvo entraron, y eso, con 20 años, debería servir como punto de inflexión en su evolución. Quizá, con la posible incorporación de un extremo en el mercado invernal, el rol de Munir pase a ser el de suplente de Luis Suárez, ese perfil tan demandado por la culerada. Los juegos de manos de Lucho son inescrutables.

LAS NOTAS

MAtS (8): Seguridad con los pies y con las manos, con dos acciones para el resumen de la temporada.

ALVES (6): Sin socios ni Leo a su vera, bajó de prestaciones.

MASCHE (6): Cómodo en el primer tiempo hasta que se acercó Caicedo. Ahí sufre.

VERMAELEN (7): Buen partido del belga, jerarca en su zona.

MATHIEU (6): Mejor de central que de lateral.

RAKITIC (7): No desentonó en un rol muy selección de Croacia. Más participativo que de interior.

SERGI ROBERTO (8): El chico para todo. Importante su función de dar minutos de descanso a Busi.

ALEIX (7): En cuanto aparecieron los espacios, más cómodo se le vio. Falta mejorar su juego en posiciones interiores.

LEO (8): Sin forzar la máquina, fue el eje creativo del equipo. Más alejado del área y la llegada de lo habitual.

ARDA (6): Muy solo en izquierda. No brilló.

MUNIR (8): Doblete y acciones de 9. Mucho más cómodo en la punta de ataque.

BARTRA (6): El quinto central. Momento de replantearse su futuro.

ADRIANO (6): Sustituto de sustituto. Poco que aportar a nivel de plantilla.