Vuelve la liga al Camp Nou y lo hace con un partido que siempre deja detalles para el análisis. La fiabilidad del Sevilla fuera de casa está en entredicho -no ha ganado un solo partido lejos de Nervión- y el Barça, quizás, no es el rival idóneo para remontar el vuelo. Si algo se le ha achacado al equipo de Unai Emery es su falta de competitividad ante los rivales más fuertes en liga. Éste año, sin embargo, salvo aquél tropiezo ante el Atlético de Madrid en casa -con un resultado, eso sí, demasiado abultado y que no refleja lo ocurrido-, los números del Sevilla frente a los grandes son bastante positivos. Victorias ante Real Madrid y FC Barcelona en casa, con un dominio brutal del estado de ánimo, aprovechando el aliento que otorga Nervión, y un empate a cero con el Atlético de Madrid en el Calderón.

Pero llega el Camp Nou, y los precedentes en terreno blaugrana no pueden ser más negativos. El Sevilla no se siente cómodo lejos de casa, quizás porque depende muchísimo del contexto que marca Nervión. Es curioso comprobar cómo puede influir tantísimo un estadio en la respuesta de un equipo de fútbol. Son otros, y aunque parezca una tontería, se sienten desprotegidos.

El Sevilla lleva arrastrando una serie de lesiones que, a lo largo de la temporada, puede que hayan perturbado en cierto modo la configuración de su modelo de juego. Hay algunos ramalazos pero sigue sin haber identidad. La supervivencia colectiva está en manos de Éver Banega. Su fichaje levantó dudas hace dos años, y ahora mismo es la más poderosa razón competitiva del Sevilla de Unai Emery. Junta a todos a su alrededor y da sentido a las transiciones. Absorbe la pelota -que importante es de cara a sosegar los repliegues y organizar los ataques- y lanza al equipo. Su ausencia en el Camp Nou resta muchísimas opciones al Sevilla, sobre todo porque la creatividad del equipo -mucha dificultad para generar jugadas- está bajo mínimos.

Las ausencias, sobre todo en defensa, durante toda la temporada han dificultado a Emery su trabajo. Las alineaciones apenas se repiten, y es difícil que un equipo pueda desarrollar un modelo si los jugadores no automatizan los movimientos. Tener un plan y ejecutarlo. El Sevilla tiene intenciones, no es que sea un equipo sin rumbo, sino que, de momento, no es lo suficientemente sólido. Y, pese a eso, compite. Una final de Copa en camino y con su trayectoria en UEFA impoluta.

El gran problema del Sevilla es que no es determinante en ninguna de las dos áreas, y eso no es poco. Ni Sergio Rico -buen portero, algo inflado- ni Gameiro marcan las diferencias. El francés es muy bueno, pero no es Bacca, y eso el Sevilla lo nota, tanto a nivel de juego como en cuota de gol. Y Llorente tampoco está aportando demasiado.

Konoplyanka fue el fichaje estrella. Es muy bueno, pero le está costando encontrar acomodo. Sin embargo, es el futbolista de más talento del equipo -Banega aparte- y cada vez que toca la pelota ocurren cosas. Sin embargo, está pasando más desapercibido de lo esperado. Desde su llegada a Emery se le planteó un problema. Konoplyanka es extremo izquierdo, y en la izquierda nacía el fútbol de Vitolo. Ante esa disyuntiva, ninguno de los dos se han sentido demasiado cómodos cuando han jugado juntos.

Vitolo es la razón principal del Sevilla para meterse en campo rival. La falta de creatividad colectiva la suple con un talento bastante notable en la conducción. Recibe, se orienta, conduce, y a partir de ahí genera un mecanismo de movilidad colectiva que abre puertas y engrandece a Gameiro. Ese vértigo nutre al Sevilla y le hace más fuerte. En el Camp Nou, la baja de Banega abre la puerta a Krohn-Dehli y al doble pivote Cristóforo-Nzonzi. Suena bastante típico pero es evidente que se intentará poblar el centro del campo y dificultar el juego entre líneas del equipo culé. Iborra puede que actúe como mediapunta, habilitando las recepciones en largo, con Gameiro por delante buscando las continuaciones. Krohn-Dehli y Vitolo en bandas, configurando un rombo. Ese parece que puede ser el planteamiento de inicio, aunque existen otras alternativas.

No descartaría la posibilidad de un doble lateral en banda derecha, buscando limitar la zona de acción de Neymar. En defensa, no parece que Emery vaya a buscar al Barça arriba, sino todo lo contrario. Repliegue en área propia con Fazio y Rami sirviendo de muralla, intentando obligar al Barça a jugar por alto. El problema es la fiabilidad de Sergio Rico en la gestión del juego aéreo y la escasa cintura de la pareja de centrales, que pueden sufrir muchísimo el juego combinativo del Barça.

Decida lo que decida, seguro que seremos capaces de disfrutar. El fútbol tiene una nueva cita en el Camp Nou que seguiremos con atención. No sé si será un espectáculo, pero sí estoy convencido de que habrá muchísimos detalles de los que hablar.