CUANDO NO ERES CAPAZ DE MARCAR, ¿A QUÉ TE AGARRAS?

Eso debió pensar el vestuario del Getafe desde que, el ya lejanísimo 23 de enero, fuera la fecha en la que fue capaz de producir el último gol de la camiseta del equipo, en Granada, para que además un minuto después un trallazo por la escuadra de Rubén Rochina acabara con las ilusiones de remontada de los madrileños, que habían igualado un merecido 2-0 de ventaja nazarí en menos de cinco minutos.

Era el Getafe de enero. El Getafe que hizo de la cuesta, cuesta abajo. Dar la vuelta en Gijón a un gol del guaje Guerrero en, también, apenas minutos, fue el detonante de una racha muy exitosa para un club modesto. Enlazó la primera victoria de la temporada con un triunfo sobre el Betis en casa para, aprovechando la circunstancia de dar por finalizada la primera vuelta y dar inicio a la segunda con dos jornadas seguidas en su feudo, vencer al Espanyol, también remontando, sumar nueve puntos de nueve posibles y traspasar amplia y sobradamente la barrera de los veinte puntos con prácticamente media liga por disputarse. Con lo cual, alcanzar la ansiada, aunque variable, cifra de 42 puntos se tornaba plausible.

Sin embargo, pese a esas victorias, el hecho de haber empezado perdiendo en dos de tres de ellas y haber encajado goles en las primeras mitades recordó un pasaje conocido de la primera vuelta y que se ha convertido en decisivo a estas alturas de temporada: el Getafe era el equipo que más goles seguía encajando en las primeras mitades de los partidos. Añadir al dato las fórmulas «el Getafe remonta poco» -Sporting y Espanyol fueron sorpresas, de verdad, por tener que remontar para ganar y hacerlo- y «el Getafe es un equipo de rachas» nos devuelve la estadística nefasta: siete jornadas, ya no sin ganar, sino perdiendo; y seis partidos recogiendo únicamente balones de la propia red. Desde el citado y alejado 23 de enero hasta el pasado 5 de marzo el Getafe no fue capaz de perforar una sola meta rival y, salvo ante el Celta, siempre tuvo que desenredar de sus propias mallas los goles del equipo de enfrente en la primera parte.

Por supuesto, ha sido la peor racha en las doce campañas en las que milita en la máxima categoría del fútbol nacional. Tanto en derrotas, fechas sin anotar y recibir goles en los instantes iniciales, el Getafe se ha mostrado cada vez más apagado. La facilidad con la que remontó en Gijón, ganó al Betis y volteó el gol tempranero de Hernán Pérez para el Espanyol desaparecieron. La cabeza se fue hundiendo. La confianza se fue minando. Lo que antes acababa con mínimo esfuerzo en gol ya no se transforma ni con todo el trabajo, empeño y dedicación del mundo. El progreso obtenido en las gráficas de enero dibujó un ángulo recto y con la misma precipitación comenzó a descender por el eje cartesiano hasta sutilmente rozar el eje de las X…

Hasta el pasado 5 de marzo. Que el fútbol son estados de ánimo no se lo vamos a descubrir a este Fútbol Club Barcelona. Hemos alabado formaciones que regalaron partidos durante torneos cortos tales como Eurocopas, Mundiales o Copas de Europa hasta niveles tan merecidos como elevados. Conjuntos que obsequiaban con lo mejor de sí en un mes, o mes y medio, porque el torneo no duraba más. Este Barcelona hace cosas así cada semana, y ahora recibe a un equipo que se ha pasado un mes, o mes y medio, sin poder marcar un gol. De acuerdo, el mes más corto del año. Pero de un año bisiesto, también hay que decir.

Si el gol de Velázquez para únicamente empatar el partido ante el Sevilla, premiarnos con ese deseado nuevo gol al fin, y un primer punto tras cincuenta días; si no hubiera sido la pincelada que nos hiciera ver el final del cuadro; si no fuera a creer que podemos pintar la cara a uno de los mejores equipos que ha habido en el deporte; si no fuera maravilloso el fútbol… no habríais leído esto.