No existe deporte más practicado entre la afición de casi cualquier equipo, y en esto la azulgrana no se libra, que maltratar jugadores que les resultan sospechosos, sobre todo si ese jugador no es, como ocurre con nuestro protagonista, un “culé de cuna” y más si ha sido adquirido por una cifra que el aficionado medio, bajo su criterio de economista experto, considera excesiva.

A veces el número de partidos, las circunstancias personales o del propio equipo, no se tienen en cuenta para emitir el definitivo juicio de valor. Sentencia que además suele resultar definitiva y que este juez de calle con camiseta de club, trata de imponer, a veces manipulando hasta la propia realidad si hace falta, para justificar su magnánimo criterio. La pasada temporada comenzó para Arda Turan en enero, cinco meses de competición en los cuales, sumando las tres competiciones en las que estaba inmerso el equipo, el turco jugó un total de 25 partidos, de los cuales doce los inició desde el banquillo y no acabó, siendo sustituido, en otros ocho de esos veinticinco totales que venimos hablando.

¿Suficiente para considerarlo venta segura este verano? Para el aficionado medio sí, sin vacilar, por suerte no son los que mandan y para el cuerpo técnico no había ninguna duda; el siete formaría, no solo parte de la plantilla, sino del plan. La barba otomana estaba llamado a ser pieza importante de este Barça 3.0.

Pero recapitulemos el origen y la evolución de este fichaje. Luis Enrique se encargó de repetir en varias ocasiones la temporada pasada, la necesidad de que el equipo adquiriese y perfeccionase el máximo número posible de registros posibles; que supiese correr como ya lo hacía, pero que también tuviese la pausa necesaria. Tocando una partitura u otra en el mismo partido y según interesara. Para esta última parte del guión, se había perdido a una pieza fundamental. Al mejor centrocampista de Europa se le había buscado un retiro voluntario y por lo tanto el xavisistema, que hubiera completado la segunda parte de la ecuación, ya no se podría ejecutar con su pieza original. Habría que buscar una “marca blanca” que escondiera el balón, una pelopina aunque fuera originaria de la orilla oeste del Bósforo.

De ahí surge la idea de hacerse con Arda, aun con el problema de no entrar en juego hasta bien entrada la temporada, dada la sanción existente. Todos sabemos lo que cuesta a un jugador de fuera, hacerse con los mecanismos de juego culé, y el turco no fue una excepción. Pero este año la situación ha dado un vuelco brutal tanto desde el plano cualitativo, como cuantitativamente. Desde el punto de vista numérico, parece claro que la idea de Lucho para esta temporada, no es contar con apenas doce o trece jugadores de la plantilla, sino que el concepto titular se va a diluir en base a que habrá 16 o 17 jugadores con enorme protagonismo cada semana. Y desde el punto de vista conceptual, también se manejan unos parámetros futbolísticos distintos para los interiores y para los extremos culés en relación a la temporada pasada. Los primeros siendo bastante más “extremos”, ocupando mucho más la línea de cal que los pasillos interiores, que parecen reservados para otros roles dentro del equipo. Mientras los segundos, que siempre manchaban sus botas de blanco con la línea de cal, interiorizan su fútbol y se convierten en boyas, puntos de referencia, sobre los que orbita el equipo.

.Ardabanda

Es en este nuevo concepto de extremo izquierda en el que nuestro siete puede explotar sus características como pocos y, por supuesto, de una manera mucho más clara que en el de interior invisible y sin peso directo en el juego, que se manejaba la temporada pasada. Capacidad para aguantar el balón de espaldas, lanzar paredes con el apoyo del lateral y el interior de su lado, descargar al lado opuesto para romper el balanceo defensivo rival, filtra el pase al nueve… Y como siempre, cargar el área con el consiguiente protagonismo del gol que tan buena prensa entre el aficionado otorga.

Ardaarea

Hoy, cuando la temporada está solo recién comenzada, existen pocas dudas de que esta nueva versión de Turan tendrá protagonismo en el Barça, aun con el inminente regreso de Neymar y el reciente fichaje de Alcácer para la delantera. Aquellos que siempre hemos tenido debilidad por el turco, volvemos a apostar fuerte por el ardaturanismo. Las barbas vuelven a estar de moda… incluso para ese aficionado con muescas en su revólver, ya sea en forma de central, por ejemplo, ucraniano, o de delantero pongamos, chileno.